martes, 15 de abril de 2025

El opio del pueblo

 Hace 180 años Marx dijo aquello de que la religión era el opio del pueblo. La frase aparece en la obra "Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, que como las del Manifiesto del Partido Comunista o El Capital, no han sido ni serán nunca leídas por los furiosos anticomunistas que ahora proliferan. Pues bien, me da que la misma labor de alienación colectiva que ya hacía la Iglesia en favor de los poderosos desde la Edad Media la hacen ahora las redes. Marx no invita a comer curas, ni pastores, ni rabinos. No induce a luchar contra la religión sino contra los protectores eclesiásticos de la sociedad mercantil capitalista que genera dolor, sufrimiento y resignación. Ahora la labor de la religión la hacen las redes y el papel de "los curas" lo cumple la tecnocasta, que ha logrado que infinidad de ciudadanos, atrincherados en el absentismo político y en el cabreo, hayan asumido que “todos los políticos son iguales y tienen la culpa de todo lo que pasa", y hayan ido a parar a la demagogia del populismo de las redes, ideal caldo de cultivo para la ultraderecha. Lo que está ganando en muchos países es la “ideología blanca ultraconservadora” al servicio de los más ricos, con genocidio incluido. Basta mirar a Palestina. Trump, Musk, Milei, Netanyahu..., son los nuevos reyes y nobles que aterrorizan y someten a sus súbditos y exigen aplicar su derecho de pernada. Está gentuza, para imponer su miserable y asquerosa ideología, presentan como enemigos para imponer sus caprichos a los inmigrantes, a los acuerdos del cambio climático, a los integrantes o defensores del colectivo LGTBI, a los impuestos como aval del Estado del bienestar, y a todo lo que suponga Estado Democrático y Social. Pero si hasta acusan ya a los defensores de los derechos humanos de peligrosos radicales, mientras Musk está pidiendo el voto para un partido neonazi alemán. Conclusión: el mal no son estos autócratas fascistoides sino los millones de ciudadanos que les votan, muchas veces pegándose solitos un tiro en el pie. Gentes que han sido, y están siendo, abducidas en las redes sociales y prestan “vasallaje y lealtad" hacia auténticos sociópatas. Votan complacientes a delincuentes autoerigidos en líderes ungidos por el poder divino para salvar a sus países. Estos líderes salvapatrias tienen malos modos, son niños malcriados, groseros, chillones, abusones, chulos... Son los más cabreados, malencarados, violentos y maleducados para que, presos de un éxtasis mimético, y creyéndose sus mentiras, sus votantes no adviertan que son protagonistas de un siniestro ritual de silente nueva esclavitud.

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