¿Qué necesidad? Son salas enormes. Varias hileras de hombres y mujeres sudan como cochinos y bufan. Un aroma, "Eau du Sobac", impregna el aire. Todo es raro. El personal corre pero no avanza, empuja y tira, pero nada se mueve. Una música industrial, techno o hard rock, marca el compás del ejercicio, aunque un galeote golpeando un tambor tendría el mismo efecto. El lugar no tiene ventanas sino unos grandes conductos de ventilación. No hay relojes. Si no fuese porque algunos tienen cristaleras al exterior, convirtiéndolos en escaparates, podría pasar por ser un círculo del infierno o el lugar del inframundo donde Sísifo arrastraba el pedrusco. El lenguaje que allí se utiliza es críptico. O quizás sea que decir en inglés que vas a echar las asaduras por la boca queda más cuqui. Fitness, Olimfit, leggings, Hiit, Burn, Cardio, Core, trainer, aerobic, press, stretching, squats y el coño de la Bernarda si le añades indoor. Un entorno tan singular exige a unos moradores bien particulares. No todos acuden por la misma razón. Unos esgrimen razones volumétricas, otros coronarias, biológicas, y hasta psicológicas: sentirse mejor con uno mismo produciendo endorfinas. Mejorar la salud física y mental, estar en buena forma y superar nuevas metas se convierten en motor de sus vidas. Sus conversaciones son fascinantes: que si han visto un nuevo ejercicio para fortalecer vaya usted a saber qué músculo interior recóndito que yo no debo tener, que "si por más que me machaco, no consigo petarme en condiciones", que si tal batido es buenísimo porque sustituye la comida de todo un quinquenio… Es verdad que otros se enchufan los cascos y ni tuyen ni mullen y otros sólo emiten gritos lastimeros cuando levantan pesas. También están las actividades grupales, tipo ceremonia, como las clases de zumba, de spinning y otras materias sesudas. Aquí el espectáculo lo compone una peña variopinta de gente esforzándose por complacer a un monitor, un sargento de hierro en mallas. Unos y otros, puestos en filas, haciendo lo mismo, producen la visión aterradora del adocenamiento. Una sordidez vagamente sadomasoquista. Entiendo a la gente que va dos días y no vuelve ni a dar un recado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.