Romperse la camisa como Camarón y retomar la utopía. Que ser radical sea un puto elogio. Como si fueras a morir mañana… una pura cuestión de principios. Que les den a Sócrates, Platón, Aristóteles, Kant y a las respuestas filosóficas para la ansiedad de vivir siempre conectados. Al Epicureísmo digital. No hay color, nadie nos sobrevivirá. Ni tan siquiera la utopía. Solo la IA y las necias redes.
Ninguno hablaba de Gaza. El exterminio de la población gazatí ha dejado de ser portada. La utopía de la paz muere. La radicalidad es un hecho.
pensamiento positivo que invade las redes. Pues bien, y que les vayan dando un poco a las celebrities:
Lucha o casa. La alteridad o lo propio
Seguir como mujer de acción, con conciencia y principios, el impulso audaz de justicia social y dignidad para todos, o refugiarse en lo pequeño, en el disfrute sereno de lo íntimo, ese privilegio
dignificación de la esfera íntima, de los afectos, del dolor personal de cada historia de vida a través de la ficción. Todas las historias son demasiado grandes y, a la vez, demasiado pequeñas.
confiar en el otro es construir un yo ético, fruto de los encuentros que se tienen en la vida. Y es, en última instancia, la mejor forma de habitar este planeta.
narración conjura la culpa, la cauteriza o exorciza con amor, con comprensión, comunicando, escuchando, sintiendo, esto es, mediante la necesaria reconexión de la empatía y el vínculo social (Franco Berardi). Y no se trata de optar por la ingenuidad, sino de preservar la ilusión, la hermandad, la bondad, esa categoría que parece desactualizada y es tan necesaria, y la fe en el ser humano lejos del individualismo exacerbado, del utilitarismo, de la apatía o indiferencia a las que impulsa el exceso tecnológico (que bien utilizado genera redes de cuidado, amistad y afectos).
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