No sé yo si entre las continuas declaraciones en contra de Sánchez, los viajecitos al extranjero para sentirse jefecilla de un mini estado, celebraciones de autoexaltación, premios para fidelizar a los frikis y las preocupaciones por los "asuntillos" judiciales de su novio y su hermano, a Ayuso le queda tiempo para gobernar Madrid. La última ha sido su declaración de que “desde que gobierna Pedro Sánchez, todo es un caos”. Es su contribución al "cuanto peor mejor" y "Sánchez es quien mató a Manolete". Y el personal, el que se informa en A3, la Cope, ABC, Iker Jiménez y ForoCoches, ansioso de certezas, recibe con aplausos la rotundidad manipuladora mientras ignora los óptimos datos económicos. En el mundo que nos ha tocado vivir pasa de todo, y poco bueno. La impresión de que la acumulación de sucesos inesperados, sean meteorológicos, provocados o fortuitos, ha de tener un culpable sobre quien descargar nuestra ira lleva tiempo instalándose en una sociedad poco pensant, pero en los últimos tiempos ha cogido carrerilla alimentada por interesados agitadores. Ya no es sólo la ultraderecha, nutriendo el descontento ciudadano con el rechazo al diferente como responsables de todo lo que a tí te va mal sino también la derecha extrema, que irresponsablemente tira piedras contra la credibilidad del sistema. Es un camino muy peligroso, se empieza minando la legitimidad del Gobierno, se va debilitando la confianza en el Estado y la política y se acaba sentando en el consejo de ministros a los ultras para que, chantajeándote, apliques sus políticas. Antes fue el "España se rompe", ahora el "España se hunde" y, entre el ruido, nadie repara en que te opones a aprobar soluciones al problema de la vivienda, a la subida de salarios y pensiones, a los impuestos a la banca y a las eléctricas... y ahora al decreto antiaranceles, que pretende ayudar a los sectores perjudicados por la demencial política de su "admirado" Trump. "O prorrogas la vida para las centrales nucleares obsoletas, a mayor gloria de los beneficios de las eléctricas, o no te apoyo". Iba a tener razón Naomi Klein, en su libro "La doctrina del shock", adelantando lo que denominó "el auge del capitalismo del desastre" como mecanismo de dominación.
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