miércoles, 16 de julio de 2025

El fascismo apesta

El fascismo apesta. Y lo peor es que ya está en todas partes. Está en los parlamentos, en los medios de comunicación, en programas donde se supone que la gente va "a divertirse" y en otros que comenzaron vendiendo paparruchas para "amantes del misterio". Está en la barra del bar del barrio, en las gradas del fútbol, en los comentarios de la pescadería, en la actitud de quienes prefieren navegar en la ignorancia aconsejada por el predicador de turno que sale en cualquier red social o hace política desde el púlpito. Está en esa pequeña burguesía que hoy, temerosa de fantasmas inexistentes, se ha refugiado en la covacha del egoísmo esperando que escampe sin sufrir un solo rasguño. Está en los comentarios del alcalde de Torre Pacheco al relacionar delincuencia y emigración y en todos los que le aplauden. Está en los ignorantes que creen que es buena idea expulsar a ocho millones de inmigrantes, sin reparar en que esta sociedad sería incapaz de subsistir sin la mano de obra que viene de fuera y carga sobre sus lomos con los trabajos más penosos, desagradables , mal pagados y, al mismo tiempo, necesarios. Los que cultivan la tierra, recogen las cosechas, nos sirven en los bares, limpian nuestras casas, cotizan a la seguridad social o acompañan y limpian el culo a los ancianos que nosotros no queremos cuidar. El fascismo está en los que organizan y participan en cacerías contra el diferente. El fascismo es un monstruo que no perdona, que carcome sociedades, destruye la ética y arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Y sus huellas tardan décadas en desaparecer.

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