En una España en la que -por mucho que insista la tele privada con el patrocinio de Securitas Direct y los bancos y aseguradoras que aprovechando el ruido "okupa" se han lanzado a vender alarmas en sus oficinas- es más fácil que te desahucien que sufrir una okupación, un país en el que vivir bajo un techo propio, sea comprado o arrendado, se ha convertido en un lujo, circula entre la derecha el manido mantra de que la única solución pasa por construir más, tanto vivienda libre como de protección oficial (VPO). Sevilla ilustra la falacia de tal afirmación: en esta España nuestra, está España mía, en la que el salario medio apenas es de 14.500 euros anuales, ¿quién puede acceder a una VPO cuyo precio oscila ya entre los 200.000 y los 350.000 euros? El PP se limita a apuntar que “construir es caro". Con la jeta habitual de la derecha no me extrañaría que propusieran como solución subvencionar a los constructores. Bueno, subvencionar más, porque la VPO es un modelo que subvenciona a compradores y constructores. Dice la Junta que la VPO ofrece “condiciones ventajosas a los compradores" que encuentran dificultades para comprar en el mercado libre. El problema es que está gente sólo se mueve en burbujas sociales, habla de meritocracia mientras cuenta los intereses de las cuentas que heredaron, dirigen las empresas familiares, sólo leen la Razón y ABC, escuchan a Jiménez Losantos y ven el Hormiguero. En consecuencia, no tienen contacto con el mundo real y se creen que todo el Monte de Piedad es orégano. ¡Señor Moreno! -Morenito de San Telmo-, vamos a ver, precios de hasta 350.000 € no parecen, precisamente, condiciones ventajosas para quienes ni siquiera ingresan al mes 1.500 euros. Afirmar que 200.000 € como precio base de una VPO es ventajoso cuando la convocatoria de hace tres años fijó en 188.000 el precio máximo, es un insulto a la inteligencia, es grotesco, pornográfico. Ustedes, siempre pendientes del negocio, del favor a los amiguetes y "donantes" al partido, del "pelotazo" y de la colaboración público-privada como método de subvencionar a los que van desahogados, toman como referencia los precios desbocados de mercado. Y eso es hacer trampas. Eso es, precisamente, lo que hace el alcalde de Sevilla, que está plegado al dictado de Vox tras haber pasado por el aro de la extrema derecha para aprobar los presupuestos. Sanz se niega también a declarar zonas tensionadas como dicta la Ley de Vivienda y es firme partidario de convertir la vivienda en un bien de mercado en lugar de un derecho fundamental. ¡Ay, estos constitucionalistas de pacotilla! Esta gente sólo sabe tirar de ladrillazo y favorecer el urbanismo depredador, ese que aboca a la gente normal a instalarse en el extrarradio, en la quinta puñeta, quedando los centros urbanos reservados para la hostelería y el comercio franquiciado, una élite económica y para alojar turistas. ¡Pirómanos!
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