Para el Oxford English Dictionary (el equivalente a la RAE), la palabra que define a 2024 es "brain rot" (podredumbre cerebral) entendida como deterioro del estado mental de una persona como resultado del consumo excesivo de material en internet de contenido trivial. Por su parte, para The Economist el galardón semántico se lo lleva la palabra “kakistocracia”, es decir, el sistema donde la sociedad más idiotizada está en manos de los políticos más incompetentes. Lo cierto es que la podredumbre mental, la idiotez y las ganas de joder al prójimo no encuentran descanso. Ni tan siquiera en este simulacro de "felicidad y paz a los hombres" en el que seguimos. La veda la abrió Ayusita la Fantástica (o la perversa, o la necia con mala leche) cuando puso en la diana a los que dicen "Felices Fiestas" en vez de "Feliz Navidad". ¿La razón? Pues una monserga que les acusa de "atacar rabiosamente al cristianismo y sus tradiciones, que forman parte de la columna que vertebra la sociedad moral de occidente" Vamos, ¡no me jodas¡ Estos amantes de extender la celebración del día de Navidad a dos meses y un día, llenando las ciudades de colorinchis y megáfonos que atronan con villancicos en inglés o, en su defecto, con cancioncillas rocieras, para más gloria del negocio comercial y hostelero; ellos que han convertido la Navidad en un fiestuqui continuo; que transforman paseos y avenidas en parques infantiles y en ferias de invierno; que han hecho evolucionar las cabalgatas de Reyes en pasacalles, en desfiles tipo Disney o de carnaval; los que han importado tradiciones ajenas como Santa Claus... Está gente es una contradicción andante, que no pensante. Se creen los garantes de la verdadera moral. Ahí están, bien acicalados, con sus jerseys de motivos navideños (?), sus diademas al uso, su adanismo reluciente, como cada Navidad, una de esas fechas en las que tienden a engalanarse para sermonearnos con su verborrea éticamente supremacista. Ahí está Pérez Reverte, un engreído que ha adoptado el papel de luz de occidente, de enfant terrible del facherío patrio para demostrar que uno puede ser un genio en lo suyo y un imbécil en lo demás.
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