Ni 40, ni 50, ni 60, la que lo peta últimamente es la "crisis de los 25". Jóvenes perdidos que al llegar a esta edad sucumben a la presión por saber quiénes son, qué les gusta o cómo encauzar su vida. No les juzgo, a mí también me angustian esas preguntas. Yo también me pierdo preguntándome quién soy. Y eso que ya no me preocupa saber qué quiero ser de mayor. Tengo que decir que me han gustado muchas cosas, pero quizás no me ha apasionado ninguna. Al menos de antemano. Quiero decir que la categoría de los desorientados, entendida como aquella formada por los que no tienen una pasión vital que le corra por las venas desde pequeños, es mayoritaria. Nuestro rasgo más genuino es estar perdido. Yo prefiero prefiero definirme "por lo que hago" antes de "por lo que soy". ¿Ser?, ¿Cuándo? ¿Recién levantado, en un mal día, entre gente extraña, rodeado de amigos, haciendo lo que me gusta o soportando el truño mental de algún indocumentado? Me pregunto si esta crisis de personalidad de los jóvenes tendrá algo que ver con que no paren de mamar discursos en redes sociales que les animan continuamente a conocerse a sí mismos; con que la salud mental esté de moda. Pero cualquier fenómeno, al volverse popular, se transforma también en vaporoso y tiene el riesgo de ser dominado por "cuatro listos". Son esos que te cuelan en una sola frase la palabra “límites”, “autocuidado”, “priorizarse” o "apegos". Son los que están todo el día "gestionando" cosas y levantando "pilares de comunicación". El problema no es la turra, nivel texto de IA que te endiñan, es que el denominador común de todos estos términos es que hablan desde un Yo, para un Yo y pasando, también, por un Yo. Así acabaremos todos en astillados en nuestro propio ego pero, eso sí, con un máster en poner límites. No me sorprende que la chavalería se sienta perdida si para socializar tiene que tener tan en cuenta quiénes somos y qué necesitamos. Pero, coño, si yo sólo quiero quedar con los colegas a tomar unas cañas y contarles la lata que me está dando este padrastro.
lunes, 30 de junio de 2025
sábado, 28 de junio de 2025
El verano es una mierda
Lo he decidido. Voy a crear una plataforma para presionar a las autoridades competentes con el objetivo de que el verano sea oficialmente declarado como una mierda de marca mayor. Hasta ahora su buena prensa se ha basado en otra de las malas pasadas que nos juega la añoranza. Es el recuerdo de nuestra vida de "estudiantes", cuando coincidiendo con el inicio del verano inaugurábamos unas largas vacaciones que duraban casi tanto como el estío. Más tarde, ya como mujeres y hombres de provecho, y siempre que tuviésemos un trabajo, nuestras vacaciones coincidían invariablemente con el verano. ¡Albricias, cómo me gusta el verano! No hombre, no te confundas, a tí lo que te gusta son las vacaciones, no trabajar, rascarte las pelotas a dos manos un tiempo prolongado. Por eso te pirras también por las navidades, la Semana Santa, los puentes, los findes y fiestas de guardar. No entiendo cómo la gente disfruta del verano, al margen de hosteleros, hoteleros, tour operadores, fabricantes de protectores solares, sombrillas de playa y frigopies. ¿Yo soy el raro por no querer estar sudando y peleándome a puñetazos con mosquitos todos los días? Llega el verano y toca levantarse a las 7 de la mañana a correr... A correr las cortinas, si no quieres que el sol haga arder las sábanas. Y ello después de una noche de perros, donde el calor te impide dormir y parece que te han atado la cama a una noria de las vueltas que das. La mañana la pasas enchufado al ventilador y al borde de la deshidratación. Si tienes que hacer algo en la calle que sea tempranito y por la sombra, que a las doce ya se pueden ver fulanos por la calle entrando en combustión espontánea. Y, por favor, no dejes el coche al sol si no quieres sufrir una desintegración térmica, graves quemaduras en las manos o una depilación por calor en la espalda. Y a partir de ahí, a encerrarse como un vampiro. Todo cerrado, las persianas casi bajadas y el aire acondicionado a tope. Así hasta que el calor quiera. Hay que estar desequilibrado para preferir el verano. Y un inconsciente para ver bondades en el "horario de verano", con "esas tardes tan largas y tan aprovechables". ¿Aprovechables? ¡Los cojones! Salvo que te dé gusto vivir como un ermitaño, encerrado hasta pasadas las diez, cuando sales a la calle a absorber el calor del suelo radiante. No sabes si te sientas en una terraza o en una parrilla. Y después están los efectos colaterales: los señores en pantalón corto, que, o parecen niños tontos o monstruos peludos; la cacofonía del ruido de las chancletas por el acerado y el traqueteo de las maletas con ruedas; piscinas atestadas, playas donde encontrar donde clavar la sombrilla es más difícil que sacar una oposición. Y está el soplagaitas que te dice: "Yo vengo a la playa a relajarme". El verano es, indudablemente, una mierda. Salvo para los que opinan que es mejor pasar calor en España que aburrirse en " La Ponia".
viernes, 27 de junio de 2025
Oda a la estupidez
Cada vez más me pregunto por qué siendo los humanos seres racionales, siempre ganan los malos. Y como no encuentro respuesta lo más razonable es hacer una oda a la estupidez, porque es inaceptable la discriminación que ésta sufre por los expertos como elemento explicativo de la realidad social. La idiotez -creo- es tan constitutiva de lo humano como la razón. El hecho de que la mayoría crea que el idiota siempre es el otro es un magnífico síntoma de estupidez humana colectiva. Esa mayoría piensa que pertenece al grupo bondadoso, solidario, dispuesto hacia el bien. Por muy hijos de puta que sean. ¿Por qué, entonces, las elites, los ricos, los medios, satanás, la banca o la clase política más miserable termina ganando siempre? Igual, no sé, quizá, es que somos idiotas. La idiocia es algo que nos describe como especie, algo propio, característico de lo humano. Y nuestra mayor estupidez es negar la imposibilidad de instaurar nuevos sistemas económicos y políticos, nuevos mundos, nuevas sociedades, pensando que la culpa de lo malo que nos pasa la tiene una minoría de malvados. La "mayoría" es fácilmente manipulable debido a una limitada capacidad analítica, racional y argumentativa en la que la estupidez es una propiedad masiva de todas las persona humanas, en tanto que humanas. Tan tuya, como mía. A no ser que seas un percebe. Y entonces da lo mismo. En fin, que la estupidez nos impide reconocernos como estúpidos. Aunque no es tan difícil. Parafraseando a Machado, es propio de estúpidos embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.
jueves, 26 de junio de 2025
¿Qué es corrupción?
¿Qué es corrupción?, dices mientras se clava en mi pupila tu camisa azul. ¿Qué es corrupción?. ¿Y tú me lo preguntas?. Corrupción... eres tú. "Este Gobierno es el más corrupto que ha tenido España", repite con frenesí Feijóo. "Sánchez es corrupto, el PSOE es corrupto", replica la derecha mediática con el tonillo reverberador de un coro de tragedia griega. Lo dicen con esa memoria selectiva, sectaria y podrida, capaz de ocultar la larga travesía judicial del PP: la trama Gürtel, la trama Púnica, el caso Nóos, el caso Palma Arena... Y las 30 causas que aún le quedan pendientes, donde se juzgará desde el amaño de adjudicaciones públicas al uso de fondos reservados para operaciones parapoliciales, pasando por el cobro de sobornos, planes urbanísticos ilegales, tráfico de influencias, financiación irregular... Y de la ultraderecha mejor no hablar. Con una corta trayectoria política y sin haber tocado poder, salvo el que procede del "chantaje" al que somete al PP en CC.AA. y Ayuntamientos, Vox ya puede presumir de que la Fiscalía Anticorrupción le investiga por presunta financiación ilegal y, en julio de 2024, el Tribunal de Cuentas le sancionó con una multa por financiación irregular. Macarena Olona -y muchos otros que la han seguido fuera del partido- ya acusó a su formación de ser “una estafa” y denunció lo que denominó “el negocio del patriotismo”. “Apesta a corrupción, hemos pasado del todo por la patria a todo por la pasta", dijo. Muchos opinan que la corrupción es consustancial al régimen del 78, o sea, que la Transición no pudo -o no quiso- acabar con la corrupción sistémica de la Dictadura. Yo voy más allá y sostengo que la sociedad española está podrida en este tema y permite que haya corrupción política. Sólo hay que mirar alrededor y ver cómo en este país la "picaresca", la trampa es el pan nuestro de cada día y el pequeño defraudador es casi un héroe popular. Al español no le preocupa la corrupción, salvo que eso sirva para hundir al adversario. Hay algo de banal y rutinario en el corrupto, un dejarse llevar, una conciencia laxa de estar haciendo lo que siempre se ha hecho sin mayor escándalo ni consecuencia. En determinados contextos la persona honrada y cabal es vista como a alguien dudoso e indigno de admiración. Aquí somos más de silencio tácito y cómplice camaradería frente al pequeño fraude. La corrupción no es una falla del sistema, sino el sistema mismo. Hay una corrupción que alcanza a la judicatura, sus lawfares de charanga y pandereta, sus imputaciones a la carta y su intervencionismo político. Hay empresas corruptoras que compran contratos. Las élites bancarias especulan y pagan con tarjetas black y engrasan todo un laberinto de puertas giratorias. Hay telepredicadores y traficantes de noticias falsas que se venden por un plato de lentejas. Pero si hasta los investigadores de la UCO suscitan dudas con sus operaciones opacas y sus oportunas filtraciones. Pero si hasta el Emérito tuvo que salir por patas entre indicios de cohecho, blanqueo y delitos fiscales. Los indignados por la corrupción se indignan en medio de un muladar en descomposición que siempre apestó a comilona de gusanos.
lunes, 23 de junio de 2025
Me imagino lo peor
Me niego a pensar que el esfuerzo que hizo la generación de mis padres y aquella a la que pertenezco para que sus hijos vivieran en un mundo mejor que en el que ellos crecieron no ha servido de nada, y que existe además un alto riesgo de involución, ahora con el apoyo suicida de los que vivirán peor. La ofensiva ultra parece imparable y triunfa con la promesa de volver a una época gris, casposa, de subdesarrollo económico, político, social y moral camuflado en una falsa grandeza. El jefe de los obispos españoles lleva semanas metiéndose en política y demostrando que es un fascista redomado. Se frota las manos porque su negocio reflota con el ascenso de las derechas. Aunque nunca lo vieron peligrar, adoctrinados como tienen a la mitad de los jóvenes del país en colegios concertados, pero quieren más. Lo quieren todo: Aborto fuera, matrimonio igualitario fuera, hijos con padres o madres del mismo sexo fuera, igualdad de la mujer fuera, derechos LGTB fuera, ¡que ya está bien, hombre!. También los bancos y los empresarios se frotan las manos, hartos ya de ganar menos de lo que les gustaría, cabreados con "sus" impuestos, con las subidas de salarios y pensiones, cuestionando las becas a quienes no tienen recursos, pugnando por acabar con las subvenciones a oenegés, con las ayudas a los desfavorecidos… Me imagino a los ultras soñando con machacar a catalanes y vascos, a las autonomías en general, deportando inmigrantes, imponiendo el machismo más casposo. Me imagino centros de atención a la mujer maltratada clausurados, teatros cerrados, libros y conciertos prohibidos, películas censuradas ¡Muera la inteligencia, carajo! Me imagino a las derechas ocupando el poder con prisa por "deshacer entuertos", lo que para ellas significa machacar la educación y sanidad públicas, anular y retrotraer los avances laborales y sociales, las políticas de igualdad, las de ayuda a los desfavorecidos... Me imagino a esta gente anulando y desmantelando la Ley de Memoria, volviendo a ponerle a las calles nombres como General Yagüe, General Mola, Queipo de Llano o Avenida Francisco Franco. Sin otro proyecto político que machacar a las clases bajas, privilegiar aún más a los ricos, desmantelar lo poco que queda del estado del bienestar y liquidar los avances sociales o dejarlos vacíos de contenido. Como tantas veces ocurre, la importancia de lo que se tiene no se ve hasta que se pierde. La imagen de Ayuso desarrollando un acto institucional en un Burger King para celebrar el 50 aniversario de su inauguración es toda una metáfora. Señores y señoras patriotas de banderita hasta en el elástico de la ropa interior: más defender lo nuestro y menos promocionar el consumismo extranjero. Hagan ustedes suya la frase de ¡Más flamenquines y menos burgerkines!
Cansancio vital
Vivimos en la era del "cansancio contemporáneo". Es un cansancio total: cansancio físico y mental provocado por la falta de descanso, el afán de llenar el tiempo con todo tipo de actividades, el consumo inmoderado de pantallas, el ansia de producir o consumir sin fin, de acumular bienes materiales y socializar hasta anular el necesario tiempo con nosotros mismos. Es un cansancio vital, una sensación de no tener un futuro que nos lleva a la apatía, una constante que nos hace preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí y, sobre todo, cómo podemos salir de ahí. Es la secuela de una sociedad capitalista en la que el individuo está llamado a producir y consumir de manera constante, confundiendo su valor con su trabajo, como la clave que lleva a esta sociedad de personas que se sienten vacías por dentro. Pero también este cansancio es hijo de la precariedad, y la perspectiva de un futuro en el que el individuo no cree tener capacidad de acción, mientras que la creatividad, el único motor para combatirlo, sigue su fase menguante. A menudo es la crónica de una apatía extrema pese a tener la vida resuelta, lo que provoca un vacío, una insatisfacción sentimental que agacha el ánimo. Es urgente buscar maneras de enfrentarse a ese vacío, pensar soluciones efectivas que pasan, desde subvertir con pequeños actos el sistema desde dentro, a mirarnos desde el futuro en forma de fábula. Pero sobre todo es necesario que aprendamos a reflexionar, a dialogar, a convivir serenamente y en soledad con nosotros mismos. Todo con tal de dejar de estar cansados.
domingo, 22 de junio de 2025
Trump y Feijoo, la misma mierda
De vez en cuando conviene apartar la hojarasca, remover el fango, limpiar el estiercol para poder vislumbrar la verdad. Sobre todo en un mundo donde domina la posverdad, esa distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Trump, en su discurso en la noche electoral dijo "No voy a empezar guerras, voy a frenarlas". Este necio con mala baba ya había hecho esta promesa durante su campaña, comprometiéndose a lograr la paz tanto en Ucrania como en Oriente Próximo. Este engañabobos iba a acabar con la guerra de Ucrania en 3 días, pero se quedó en marioneta de Putin. Iba a "arreglar" Oriente Medio, pero ha preferido defender los intereses de un Estado genocida y acercarnos a todos a un conflicto mundial de imprevisibles consecuencias. EE.UU. e Israel se comportan como matones sin escrúpulos, como asesinos sin alma ni conciencia. Y lo hacen con total impunidad, la que le permiten sus socios. Total, la Unión Europea sólo ha tardado 20 meses, o lo que es lo mismo, 60.000 muertos en darse cuenta que las acciones de Israel en la Franja de Gaza "incumplen las disposiciones sobre derechos humanos contenidas en su Acuerdo de Asociación con la UE". Y sigue refiriéndose al genocidio como una guerra? ¿Aceptar dañar las políticas sociales para aumentar hasta el 5% nuestra contribución a la OTAN, una marioneta en manos de los cómplices y colaboradores de un genocidio? ¡Váyanse ustedes a la mismísima mierda! Aquí, Feijoo, que ya se ve cambiando las cortinas de Moncloa y redecorando la sede de su partido pagada con dinero negro, en una de las raras ocasiones en las que habla de lo que realmente piensa hacer con sus socios de ultraderecha cuando forme gobierno, ha dicho que "el incremento indiscriminado del Salario Mínimo Interprofesional lo único que conlleva es esfuerzo salarial de las empresas, esfuerzo impositivo de los trabajadores y recaudación para el Gobierno" A lo mejor los que se creen sus mentiras pueden leer aquí entre líneas la verdadera política laboral y social que esta gente va a aplicar. Que aprenda de Trump y Netanyahu, que comience las deportaciones masivas y cuando se incrementen las colas del hambre que las bombardee para acabar con el problema de la desigualdad.
miércoles, 18 de junio de 2025
De Santos y cuervos
Se atribuye a Groucho Marx la frase de que "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Lo cierto es que en España gobierno y oposición se han convertido en expertos en discutir por el precio de los garbanzos para evitar debatir unos problemas que ninguno quiere afrontar. Sánchez es ya un político amortizado. Quizá tenga sus manos limpias pero su responsabilidad en el nombramiento de los corruptos -creo que la corrupción está en el ADN de los españoles- le hace acreedor de haber cometido "culpa in vigilando". Visto así ya está tardando en dimitir. Con este escándalo se lo han puesto en bandeja al PP. Como dice el refrán, al partido de Feijóo le ha venido Dios a ver. Dios y unos cuantos santos más, sobre todo Santos Cerdán. Y como siempre, el problema se deriva a los ciudadanos, porque partiendo de la base de que la enfermedad existe, ahora el remedio puede ser peor que la enfermedad. Esto nos lleva de nuevo a la alternancia bipartidista, al gobierno de una derecha con un pasado y un presente inundado de corrupción y entregado a las exigencias de una ultraderecha que a la corrupción material le une la moral, la de una ideología podrida y preñada de odio. Olvidemos, por pasados, el caso ERE del PSOE; la trama Gürtel, la trama Púnica, el caso Lezo, el caso Rato, las cuentas en B, los sobresueldos del PP. No pensemos más si Felipe González era la X de Filesa o quién demonios sería ese tal M. Rajoy de los papeles de Bárcenas. Que Koldo, Ábalos y Cerdán invitan a Sánchez a coger carretera y manta está claro. Pero ahora, ¿confiamos en un partido que en la Comunidad de Madrid de Ayuso están siendo investigados el novio y el hermano por tramas de corrupción; en Andalucía, Moreno Bonilla cesa a los interventores que están investigando asuntos de corrupción; el señor Mazón está investigado por financiación irregular; Mañueco tiene dos viceconsejeros recientemente condenados; Rueda mantiene en su cargo a un consejero a pesar de que había sido denunciado... En definitiva, un partido que hoy por hoy tiene 32 causas judiciales en diferentes fases procesales? ¿Obviamos que Vox, su principal aliado, acaba de ser condenado por el Tribunal de Cuentas por financiación irregular? Sólo espero que unos sinvergüenzas no nos hundan la moral, que no empujen a más gente al cinismo y la autolesión, que no den más alas a los cuervos y que éstos no se posen en la percha desde la que nos sacarán los ojos.
domingo, 15 de junio de 2025
Harto de la crispación
Lo confieso: estoy harto. Harto de crispación, de confusión, de manipulación, de mentiras. Harto de que la gente diga, crispada, que hay demasiada crispación. Harto de los que creen y profesan que para ganar las elecciones lo que hay que hacer es someter a los ciudadanos a una continua tempestad de mentiras, gritos, amenazas, manipulaciones y, en definitiva, a esa tensión de la que los españoles dicen estar hartos. Harto de aquellos que se autotitulan demócratas pero justifican o defienden el franquismo. Harto de los que se autotitulan constitucionalistas y pisotean a diario el espíritu de la Constitución. Harto de defensores del pacto y el consenso que nunca llegan a pactos ni a consensos. Harto de defensores de la división de poderes que deslegitiman al Ejecutivo porque no están en él, al legislativo porque son minoría y al judicial si no pueden obtener beneficios de su podredumbre. Harto de conspiraciones en boca de quienes conspiran a la vista de todos. Harto de un Estado que tiene más cloacas que la antigua Roma. Harto de jueces que hacen política en sus juzgados y después se rasgan las vestiduras cuando se les acusa de tomar partido. Harto de los que se encogen ante la crispación y dejan vía libre al fascismo rampante. Harto de los que se sienten perjudicados por el sistema y votan opciones que, si llegan al poder, sólo someterían a la ciudadanía a una larga pesadilla de desmantelamiento social, censura y abandono de los servicios públicos. Harto de los que piensan que todo va mal, que todo está peor que antes, que vamos a la catástrofe y que -por supuesto- todo es culpa de "los otros". Harto de que, sin venir a cuento y sin tener el más mínimo interés, la gente me refriegue sus ideas políticas sectarias para que yo las confirme. Harto de la gente que repite frases mitineras o eslóganes partidarios sin aportar argumentos alguno. Harto de la crispación interesada, de la mala educación, de la zafiedad, de la hipocresía, del cinismo, del miedo injustificado y de quienes lo propagan. Sin distinciones, sin banderas y sin ideología estoy harto de los políticos que lejos de resolver problemas los generan a diario con el único objetivo de alcanzar o permanecer en el poder. Así que, a todos los que crispan o participan de la crispación, les digo: ¡Váyanse ustedes a la mierda y déjennos respirar!
domingo, 1 de junio de 2025
Don Quijote
En un estudio de hace diez años se llegaba a la conclusión de que poco más de la cuarta parte de los españoles había leído El Quijote, esa novela -la primera moderna- que el Instituto Nobel de Oslo eligió como el mejor libro de todos los tiempos. No creo que entre ese poco más del 20% haya muchos "patriotas", pues ya sabemos que éstos suelen despreciar la literatura, el cine y otras manifestaciones de la cultura española "por ser cosa de rojos y maricones". El porcentaje no ha debido mejorar en la última década. Por un lado porque ha triunfado la cruzada empeñada en eliminar del programa de segundo ciclo de la ESO y Bachillerato la lectura de las grandes obras de los clásicos españoles: De La Celestina a El Quijote; del Lazarillo de Tormes a El árbol de la Ciencia. ¡Es que estos libros asustan a la chiquillería y castran el ímpetu lector de los adolescentes!, dicen estos expertos en trazar itinerarios de lectura que, la más de las veces, acaban naufragando en las aguas profundas de los videos de Youtube y en las costas rocosas de Tik tok. Escucho a uno de estos expertos, un literato veterano que lo sabe todo y todo nos lo quiere enseñar en la presentación de su última novela para adolescentes de 15 a 50 años, pontificar sobre que no sólo los adjetivos son enemigos de la prosa, también los adverbios. "Ah, esa prosa inservible llena de adjetivos", se lamenta. Lo miro de reojo por ver si le brilla el mentón de babear su propia imagen. "Jamás un adjetivo!", añade. "¡Un adjetivo es el mayor enemigo de la Literatura!", insiste, mirando a cámara desde el lugar donde el desprecio se cruza con la idiocia a la que algunos llaman soberbia por no herir a los imbéciles. Y ahí se me vino a la cabeza que en un lugar de La Mancha vivió "un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Y me dije: ¡Toma adjetivos, sabiondo fatuo!. Otro "enterao" que no se ha leído El Quijote y se cree un genio de la modernidad literaria porque sus libros se venden en un estanco.
Miradas que abrazan
Desde que abrimos los ojos con un mínimo de consciencia nos bañamos en lenguaje verbal y no verbal. A veces me parece que todo nos está diciendo algo. A ratos me doy cuenta de que solo soy yo el que me hablo. A veces, cuando todo es hielo y permaneces rígido de pura soledad, casi todo mensaje es bienvenido, aunque notes que la discordancia entre lenguajes diferentes da mucho frío. Prefiero recibir mensajes pero percibo que cada vez hay más gente que no sabe escuchar y menos hablar los dos idiomas que todos hablamos aún sin saberlo. Los que sí saben suelen ser oportunos, acertar con las respuestas, acompañar cuando es eso lo que están queriendo. Son personas con las que puedes tener un secreto compartido, un orgullo secreto, como una velita encendida que cuidar juntos. Después están los que no son capaces ni de escucharse a sí mismos, los que nunca entenderán que la vida tiene drama para todos y nada de lo que te pase es único. Lo único que vale es la experiencia de vivir -distinta a la de, simplemente, estar- , tus hechos, tus momentos íntimos compartidos o en solitario. Esos son solo tuyos, son tu patrimonio más valioso y tu legado, el que sedimentará en el terreno humano, como el polvo que somos y seremos. Y cuando llegas ahí, cuando lo tocas, te haces muy consciente de que el cariño sincero calienta y el de compromiso resbala. Los abrazos falsarios son torpes y hacen daño. Conviene evitarlos. En la montaña rusa de emociones que es la vida, uno aprende a valorar en su justa enorme medida los silencios, las miradas que arropan, los apretones de manos que sustituyen cualquier palabra, las lágrimas que solo se asoman para abrazarte. Los años deben haberte ayudado a construir tu fortaleza, a pasar de casi todo. He aprendido a escabullirme de un abrazo indeseado, estoy aprendiendo a darme permiso de estar triste en público sin criticármelo, sin que ese poder me arrastre al pozo, e intento perfeccionar la técnica de distinguir las miradas que abrazan.