Estoy cultivando la "poesía del instante", sabedor de que uno se arriesga a que por mucho que salga de su casa puede no salir de si mismo. Se trata de buscar versos por doquier. Versos que tras leerlos y sin nombrar nos hacen ver el mundo otro, el mundo paralelo que está ahí pero se nos muestra oculto. Es esa "otredad" que nos libera de lo superficial y nos hace personas. La poesía sabe esperar, como el agua lleva esperando a la sed durante toda la eternidad. El fulgor de los versos le echa un pulso a la vaciedad. La poesía es vida, es pasión, pero también puede ser un áspid disfrazado de ninfa. Quizá por eso nada puede doler tanto como leer unos versos arrasadores. Me gusta la poesía para intranquilizar conciencias en las tardes de soledad, sabiendo que el tiempo no cura nada sino que sólo ensancha los abismos de la memoria. Sabiendo que en ningún lugar puedes estar seguro, que cuando has agotado tú última bala, sólo te queda flotar en el vacío esperando un golpe de suerte. A veces uno preferiría que la poesía fuese sólo palabra sujeta a ritmo y no otra cosa. El problema deviene cuando uno vive la realidad en la fragilidad de la quimera. Entonces, el verso clásico para iluminar el amor y resplandecer con él y en él, es inútil, sabiendo que los días, todos, se suceden y pasan, enredan y ruedan hasta más allá del límite infinito, mientras la memoria y la conciencia se empeñan en que el futuro sea tan solo un pasado que espera.
Vivir es intentarlo infinitas veces
jueves, 25 de diciembre de 2025
Quiero aburrirme
Por si no lo estuviésemos ya lo suficiente, hemos decidido acabar el año y empezar el siguiente tocando el clímax del estrés hasta rozar el agotamiento físico y la ansiedad existencial. Las "Navidades" (porque hay tantas como opiniones), que con sus periféricos dura ya un par de meses, han consagrado el éxito del estrés, y del correr y del celebrar, y del gastar. La vida ya no nos da y así, llegamos a mediados de enero exhaustos. Y perjudicados. Y con las finanzas hechas unos zorros. Tanto estrés y tanto correr y tanto comprar y devolver y volver a comprar, y celebrar no se sabe qué… y dicen las estadísticas que no sube la productividad. ¡Acabáramos! Encima, las emociones, los sentimientos, la nostalgia que acompaña a estas fechas ya nos llegan adocenadas a través del anuncio de la lotería, o del Ikea, o del bodrio sentimentaloide de Campofrío. Y también lo compramos. Con lagrimita incluida. Hasta la nostalgia personal se está volviendo imposible. Algunos ya sólo añoran objetos, o a personas objeto. En realidad es una auto añoranza porque nos han enseñado a añorar mirándonos el ombligo. Ya no creamos añoranza, la ensamblamos con las emociones, ideas y objetos que nos venden por doquier. Antes, en Navidad, hacíamos cosas. Pero hacer cosas quita tiempo para comprarlas, que es lo que interesa. El comprerío es ahora lo nuestro. Y más, y mucho antes. La principal aptitud es la búsqueda del objeto comprable. Y encima nos creemos que estamos alcanzando la felicidad, o tocando la inmortalidad. Y el cariño, que aflora a ratos perdidos como un pinchazo de alfiler… el cariño que querríamos que nos tuvieran si consiguiéramos regalar algo acertado, con el trabajo que da pensar en otros y en qué les gusta, como si tu no tuvieras nada que comprarte. En fin, que así las cosas, lo difícil, el lujo, quizá interior, sería el aburrimiento. Ah, qué sensaciones olvidadas, la melancolía, el parchís, un libro imposible, la belleza de antes del selfi... No hacer nada y no tener nada que hacer, ni tan siquiera quedar para celebrar la "Tardebuena". ¡Ay, Señor, llévame pronto!
martes, 23 de diciembre de 2025
Lucas, Marcelino
Te deseo que en esta Navidad
el amor y el sentimiento
floten en el aire que respiras,
melodiosos, ingrávidos, tenues y aquietados.
Que la memoria brille con luz propia,
iluminando tu alma,
llenándola de alegría y de paz serena.
Que el peso de la noche
no humedezca las palabras
y que la madrugada se diluya en colores
atrapada por las cálidas miradas
de aquellos que te aman.
Que, como un tiempo nuevo,
despiertes a la mañana
con la tierna luz de un tibio sol
y seas capaz de alimentar tu alma
apenas con la sangre que destila una rosa entreabierta.
Te deseo que des vida a campos yermos,
que desbroces tiempos felices,
reencuentros, añoranzas, abrazos y besos
de cuando eras niño.
Retales de cariño que si te tocan
garantía de presencia dan por vida.
Que nunca permanezca tú ilusión
estacionada en la nada
ni llores la deriva de la desesperanza.
Que tu limpia mirada alcance el cenit
y tu sonrisa sea brisa perfumada.
Te deseo, amigo Lucas, que seas un niño
deseoso de alcanzar la primavera.
lunes, 22 de diciembre de 2025
Para Javier
A mis amigos, de todo corazón, les deseo, que en estos días donde la luz se alarga como una promesa de que llegará una nueva primavera, su dicha y la de los suyos sea inmensa, que la paz sea su destino, la belleza su camino y que, sin ni tan siquiera esperar al nuevo año, se les abra de par en par la puerta que te permite ser feliz, aunque sea a ratos. Y que al traspasarla puedan aspirar el aroma de la sabiduría, sentir en su rostro el soplo calmo de la poesía y dedicarse a tiempo completo a buscar el tesoro que de sentido pleno a su existencia.
Y como la felicidad es siempre un regalo, un susurro del corazón, una melodía suave que nos invade con emoción y que se encuentra en el amor que nos rodea con sentido y en la dicha de ver felices a los que amamos, búscala en cada amanecer y atardecer, en cada nuevo día, en cada latido de tu corazón, porque, al final, Javier es casi lo único que importa en la vida. Y lo demás sólo son las minucias que impiden al poeta cincelar con precisión un nuevo verso para mejorar el mundo.
Los míos también lo intentan, aunque con poco éxito. Pero me sirven para hacerte este modesto regalo en la distancia. Y ya sabes que no es lo mismo distancia que lejanía. Espero que sea como esas lucecitas del árbol familiar, tenues pero cálidas.
Uno se cansa a veces de estar solo en medio de la nada,
delirando razones
entre el viento que arrastra quejas y suspiros
que se pierden en turbios callejones.
Uno se cansa de estirar los días
mirando a un cielo blanco
sin luces ni memoria,
de aspirar el aire de flores sin aroma,
de escribir en el tronco de árboles vacíos
y de esperar quieto, como una isla,
a que cambie el horizonte.
Pero nos salva la amistad,
que se yergue con la esbeltez de un faro
que derrama su luz sobre un cielo lila,
inamovible y fuerte.
Tal vez la amistad sea sólo eso,
una brújula anclada a la memoria,
una voz que no se extingue,
un susurro que insufla lentamente
la sangre que destila una rosa entreabierta.
Quizás eso sea también la Navidad.
Te deseo feliz amistad.
Poemas final
Te deseo más vida para amar más.
Pero no busques mil años de vida
sino sólo un minuto azul de sentimiento.
Te deseo la felicidad desnuda,
esa que no es sino un leve deslizarse
de brisas en el agua;
esa que se desvela
como la luz de un faro entre la niebla,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los años
lentos como una cena en soledad.
O como la luz de una casa tras el recodo
cuando ya creíamos que no quedaba sino andar y andar.
O como el espacio del silencio
entre mi voz y la voz de alguien
revelándonte el espíritu de las cosas
con sólo nombrarlas.
Deseo que tú ánimo resista
como las alas plegadas de una mariposa
sobre la cumbre de la loma barrida por el viento.
Deseo que te atrevas a dibujar
en la escarcha de tu vida figuras sin sentido
sabiendo que nada durarán.
Que entretengas el camino
para cortar una ramita de olivo
y escribir tu nombre en la tierra húmeda.
Que no te importe que los días felices sean breves
como el viaje de la estrella que atraviesa el cielo,
pues siempre podremos reunir nuestros recuerdos,
así como el niño solitario
reúne guijarros para formar brillantes ejércitos.
Que nuestra gran y cálida esperanza
sea que siempre podamos hallar un día,
que no es ayer ni mañana,
donde mirando el cielo nacido tras la lluvia
y escuchando a lo lejos
un leve deslizarse de remos en el agua,
nos convenzamos de que existe la vida
nacida de los sueños.
Y podamos compartirla entre sonrisas.
//
Que en esta Navidad de obligada ausencia
la silla que está vacía brille con luz propia,
iluminando vuestra alma,
llenándola de alegría y de paz iluminada.
La felicidad es un regalo,
un susurro del corazón,
la melodía suave que nos invade con emoción.
Se encuentra en los pequeños detalles,
en la sonrisa de un ser querido,
en la brisa que acaricia nuestro rostro,
en el amor que nos rodea con sentido.
Es un estado de plenitud,
un momento de gracia,
un instante de eternidad
que nos llena de esperanza.
Así que, amigo, busca la felicidad,
en cada amanecer y cada atardecer,
en cada nuevo día,
en cada sonrisa de los tuyos,
en cada sonrisa amable,
en cada latido de tu corazón,
porque, al final,
es lo único que importa en la vida.
Y sonreíd juntos mirando al cielo.
Proyefelicita3
Quisiera no perderme
detrás de los espejos,
tener siempre presente
la voz que me reclama
y que trasciende esta ceguera.
Quisiera ser gaviota, solamente,
vivirme en el reflejo
que contiene, tan solo, luz y aire,
destello que mantiene su equilibrio
cuando todo se deshace.
Sentir que puedo nacer,
de nuevo, a cada instante,
desnuda de etiquetas y artificios,
redimida, en cada aliento,
de complejos procesos mentales.
Saber que hay un espacio
que contiene, tan solo, lo importante,
el hálito perdido
que separa, en cada trance,
la vida de la muerte.
Quisiera sólo ser humano,
a veces, solamente,
despedir esta penumbra
que habita y que persigue
ser esencia en nuestra mente.
Quisiera no perderme,
no perderme, solamente.
Proyepoema2
Olvidemos que los relojes laten
a un ritmo que no comprendemos.
Recordemos que todo tiene un nombre,
que las emociones más hermosas
suelen permanecer escondidas y calladas.
Contemplemos como los árboles
pierden sus hojas y, de nuevo,
resucitan a la vida.
No caigamos en las redes
de esos seres que venden sus sueños
y entregan su misterio
al prosaico proyecto del poder y el dinero
No olvidemos nunca el color
de todos los ojos que hemos amado,
los caminos que, en otro tiempo,
nos llevaron a algún sitio deseado.
Nunca olvidemos que hemos vivido a veces
en un mundo de silencios y de olvido
Pero tampoco que siempre hay palabras
que pueden convertirse en poesía
y hacernos vivir la rareza de ser libre
en un mundo de sumisos.
Olvidemos los dolores
que hemos causado y los que hemos sufrido
y sintamos en nuestro interior
nacer jazmines que llenan
de fragancias el abismo.
Te deseo que conozcas la importancia
de todo lo que vale una mirada,
que te sumas en un mundo
de cristales de colores y amapolas
que te hablaban de alegrías.
Te deseo que renazcas a una nueva vida,
de miradas amables y poesías,
que recuerdes que aún eres un niño,
que aún puedes
despertarte en el olvido cada día
y abrazar la esperanza.