jueves, 27 de febrero de 2025

28/02/2025

 Como establecen las leyes de Murphy, todo lo que puede empeorar, empeorará sin remedio. Es lo que está pasando con Trump. Que era un bufón malencarado y con mala leche lo sabíamos todos. Pero ahora se desvela que es también un caprichoso matón de un infantilismo extremo, unas ansias de poder insaciables y una falta total de principios morales. Un espeso manto de estupor recorre el mundo pensante, opuesto al formado por la gente que le apoya y le ríe sus malditas gracias. Una sensación de impotencia ante lo inevitable de un desastre de proporciones bíblicas se apodera de aquellos que saben distinguir entre la patanería de un imbécil y la esquizofrenia. Trump es de esos especímenes poco evolucionados que admiran la fuerza bruta, la ley del más fuerte, del grosero, del maleducado, del cruel, del matón. La diplomacia, el diálogo, el respeto, la comprensión, la cesión, la empatía, el reconocimiento del error son para esa gente muestras de debilidad, cosa de "mariquitas", blandengues, "rojos" y fracasados. Ésta gente pretende construir un mundo regido por leyes inmutables, inhumanas e injustas que premien al fuerte y castiguen a los débiles y a los que ellos-en su insuficiencia mental-consideran "desviados". Quieren que, en beneficio de sus intereses, volvamos a ser las bestias que hace mucho tiempo dejamos de ser, pese a que todavía, conforme el nivel de ignorancia aumenta, seamos capaces de cometer las mayores brutalidades que se puedan imaginar. Y eso nos lleva directamente a lo peor del fascismo. A poco que se tenga una mirada limpia y transparente y se domine el egoísmo, se entenderá que eso que estos bárbaros llaman con desprecio y odio cultura "woke" es lo mejor que ha creado nuestra civilización, porque supone la preocupación por los más desfavorecidos, la búsqueda de la justicia, la lucha por la libertad colectiva, la capacidad para ser fraternales, para ponerse en el lugar de los otros y hacer lo posible por mejorar sus condiciones de vida. Ya es hora de tomar partido. La equidistancia o el silencio temeroso favorecen a estos fascistas que no hacen otra cosa que dividir, que afilar cuchillos, sin oír a nadie, sin empatizar con nadie, sin querer saber nada de nadie que no sean ellos mismos, acumulando odio hacia un enemigo que siempre es el más débil. Es ésto o ponerse del lado de los oprimidos, de los derechos civiles, de los derechos humanos, de la justicia social. Es procurar un mundo mejor o volver a la barbarie, al gobierno de tiranos sin alma, dejarnos avasallar por el imperio de la sumisión, es decir, a diluirnos en un mundo de alimañas a disposición de los más ricos, ser víctimas o sólo marionetas de su parque temático, eso sí nos portamos bien.

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