Hace unos días se cumplió el cuadragésimo cuarto aniversario (qué ganitas tenía de escribir un ordinal en un mundo de incompetentes matemáticos) del golpe de estado del 23F. Los ultras, cada vez más numerosos y descarados, han aprovechado para glorificar a Tejero que, a su vez, acaba de firmar un manifiesto que reivindica la dictadura. Y al otro lado de la calle estaban los lameculos palaciegos y los que no se quieren enterar de la verdad, alabando la intervención "salvadora" del Emérito en favor de su pueblo. A mí este "campechano" me da lastimilla, por anciano decrépito: Un pobre señor paseando las ortopedias por el extranjero, qué crueldad, aunque haya sido y siga siendo un golfo. Don Juan Carlos me inspira compasión cuando mezclo el relato que nos han vendido, con la realidad. Un pobre hombre, "como uno más" que no tenía nada y fundó la monarquía en el garaje de la casa de sus padres. Qué empezó doblando mantos reales en un sótano de El Pardo. ¡La clásica historia de superación! Luego, y tras llorar a moco tendido la muerte de Franco, su valedor y padre político, en vez de ejercer de emperador absoluto… ¡nos trajo la democracia! ¡Él solito, sin ayuda de nadie! Y cuando Tejero asaltaba el Congreso, la sede de la voluntad popular, y Milans del Bosh llenaba Valencia de tanques, este demócrata desnaturalizado de toda la vida esperaba a que el fracaso del golpe -que el mismo había muñido- estuviese maduro para salir a dar un discurso y salvarnos a todos. ¡Qué risa! Y ahora, este país de desagradecidos, en vez de lamerle el cetro y sacarle brillo a su corona, lo vituperar y exilia. ¡Maldita panda de egoístas, recua de malagradecidos! Seguro que ahora, el abuelete, el gran timonel de la transición estará apenado, sentado en la casa opulenta de algún amigacho, pensando en que solo lo recordarán como el de las querindongas que todos pagamos, el del elefante y el de la fortuna a golpe de maletín. Está demostrado que los reyes son la primera preocupación de ellos mismos, pero me cuesta mucho comprender la pena de sus vasallos. ¿Es que quieren un marquesado, o simplemente son serviles enfermizos? Y no paran: Que si han sido errores de un anciano enamorado, que si todo lo bueno que ha hecho tapa lo malo, que si en el mundo árabe aceptar "donaciones" es ser agradecido, que si esto en realidad es una maniobra para derrocar el Estado de derecho e imponer una tiranía soviética, que si la abuela fuma. Yo creo que deberíamos pagarle una indemnización por este ultraje y montarle una recepción de desagravio: con elefantes, saudíes, banqueros suizos, confeti de la Constitución, pesetas de las de "caudillo de España por la gracia de Dios" y una buena ristra de muchachas a las que les pueda ingresar millonadas para que vivan dignamente.
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