Europa se va a la mierda. Quizás el mundo entero se va a la mierda. O lo mandamos nosotros con las decisiones de la mayoría, pues nunca la democracia fue tan eficaz arma de suicidio político. En todo caso, qué más da. La inepta y acomodada élite política europea, esa que hasta ayer sostenía políticas austericidas que arrojaron a tanta gente en brazos del populismo ultra, está dispuesta a gastarse una "pasta gansa" en armamento, que será detraida -que nadie lo dude- de las partidas de destino social. Pero si hasta Reino Unido -que es europeo sólo a ratos- y Macrón -al que le da igual porque le quedan tres días- claman con mandar tropas a Ucrania al compás del ritmo de tambores de guerra. Pero yo no me preocupo, porque vivimos en el país con más "cuñaos" capaces de solucionar los grandes problemas. Es el caso de Paco, camarero, que se sienta en el sofá aflojándose el elástico del chándal mientras grita libertad. O Luis, que en la barra del bar explica a sus amigos como liquidaba él al ejército ruso con su escopeta de balines. O Carlos, tornero fresador, que no llega a atarse los zapatos pero suplica que le presten un fusil para frenar al "comunismo". O Paqui, que está de baja por un padrastro, pero que es partidaria de un ataque nuclear preventivo contra Rusia. O Ignacio, un adorador nocturno que no ve que sólo mandando armas se solucione nada y es partidario de las vigilias de oración. O Arturo, tertuliano testosterónico, que enseña la foto de una gachí ucraniana con un rifle y dice que seguro que ella no dice todos, todas y todes. O Santi, que no quiso hacer la mili, pero que presume de que el solo resistiría al ejército ruso, chino y coreano, armado sólo de un hueso de jamón y la bandera de Borgoña. O Carmelina, jubilada de toda la vida, que cada mañana se atrinchera en su butacón para absorber todo tipo de calamidades, miserias e imágenes morbosas, mientras le pide a Dios que mate a todos los comunistas. O Secundino, taxista, que tras acomodar el lazo de la bandera de España en el retrovisor, te dice que le dan ganas de coger su escopeta de caza e irse a Kiev, pero no sabe por dónde se va, y además, se acuerda que ayer intentó colgar un cuadro y se machacó un dedo de un martillazo. En fin, que ya hay un runrún en los taburetes de los bares que sólo puede acabar en la formación de una nueva División Azul, compuesta por batallones de cretinos y columnas de botarates. Pero cuando los vayan a reclutar dirán: yo, la verdad, me iría a la guerra, pero es que me parte la tarde. ¡Qué sofoco!
martes, 11 de marzo de 2025
Desmontando simplezas
Vivimos momentos en los que es necesario desmontar simplezas que hacen mucho daño. Por ejemplo, el nazismo no fue producto del delirio de un loco sin más, ni mucho menos. Sus delirios hubiesen sido imposibles sin el apoyo activo de una mayoría de alemanes y la colaboración de miles y miles de personas en los países ocupados. Tampoco se puede sostener que los actuales líderes ultras se hagan con el poder del Estado a través de astucias engañando a una población que oficia de víctima involuntaria. Aquí sólo se engaña el que se quiere engañar. En su momento se creyó que la I guerra mundial sería la última guerra. Veinte años después estalló la segunda. Al acabarse se creyó conseguida la victoria definitiva de la libertad y que los fascismos nunca volverían a gobernar. Tras la caída de la Unión Soviética se certificó el triunfo "definitivo" de la democracia liberal, los derechos humanos, bla bla bla... En todos los casos el optimismo derivaba de la idea de la racionalidad del ser humano, así como la creencia en la evolución natural hacia la libertad y el progreso a través de una marcha lineal del tiempo. ¡Cuanto error! El último es considerar que la victoria de Trump es sólo una anomalía política. ¿Dos veces ya? ¿No hay responsabilidad alguna en sus millones de votantes? ¿No mueve a reflexión que este tipo se haya rodeado de fascistas y sea ahora mismo la referencia y apoyo de todos los ultras del mundo?. A poco más de un mes de su toma de posesión, el desconcierto se ha convertido en espanto. Ahora, como antes, ha estallado la racionalidad. Vuelven a primar las adhesiones incondicionales, se piensa con las tripas y es fácil seducir con falsas promesas de gloria. Las razones han dejado paso a las creencias -por estúpidas que sean-, que no son refutables, porque no se ajustan al criterio de la verdad, que ahora es irrelevante porque la gente busca seguridad, certezas y un sentimiento de identidad aceptable. Y la mejor identidad se consigue frente al enemigo, aunque todo esto nos lleve al umbral del infierno.
Pederastas de Cristi
En 1941 un seminarista mexicano creó una organización religiosa que se convirtió, según palabras de Juan Pablo II, en “una guía para la juventud”: los Legionarios de Cristo, uno más de los movimientos ultraconservadores que vivieron su apogeo durante el pontificado de Wojtyla. Éste, en 2004 pronunció un encendido discurso laudatorio dirigido a los Legionarios con motivo del 60⁰ aniversario de la ordenación sacerdotal de su fundador, al que se dirigía como "querido padre Maciel", y al que agradecía su "misión al servicio del Evangelio". Pero, ¡ay!, detrás de esa fachada misionera funcionaba un infierno en el que su fundador y muchos de sus seguidores abusaron de cientos de menores. Sin embargo su poder financiero logró que el propio Vaticano encubriese los abusos de Maciel durante 50 años. En 2019 una investigación interna de los "Legionarios" reconoció que 175 menores fueron víctimas de 33 sacerdotes de la congregación y asumía 60 abusos a menores del propio Maciel. Pero se sospecha que puede haber miles de casos de abusos, violaciones y maltrato. Hace unos días sabíamos que un sacerdote del elitista colegio Highlands School El Encinar, situado en La Moraleja y dependiente de los Legionarios de Cristo, ha sido detenido como presunto autor de agresiones sexuales a varias niñas. El cura ultracatólico ejercía como capellán en Primaria y Secundaria y también daba clases. El arresto de este cerdo se produjo tras una denuncia de abusos sobre una niña de seis años. Hoy sabemos que el pederasta ejerció en el pasado de secretario de, nada más y nada menos que Marcial Maciel, el fundador de la orden. El director del colegio aseguraba que no constaba "ningún antecedente de conductas inapropiadas contra menores" por parte del cura, pero lo cierto es que fue expulsado de la iglesia por el papa Benedicto XVI por su implicación en abusos sexuales a decenas de menores. Nada cambia, ni la presencia de sacerdotes pederastas en la orden ni su labor sistemática de encubrimiento. Quizá la única novedad es que se demuestra que estos pederastas también son heterosexuales.
OTAN NO, BASES FUERA
Se nos antojan tiempos de melenudos, porretas, gafapastas, libertarios con sandalias, pacifistas con felpa, estudiantes de filosofía y letras y "progres" de diverso pelaje, aquellos años donde, por primavera, se convocaban marchas bajo el lema "OTAN no, bases fuera". Pero los ultras se han empeñado en apoderarse, incluso, de los lemas izquierdistas del pasado. Así, hace unos días, Musk, ese enfermo mental con mala baba aupado a perro guardián de Trump (auguro que se acabarán mordiendo mutuamente las pelotas) vociferaba (estos fachas no saben hablar "como las personas") que quiere que EE.UU. salga de la OTAN y así poder ahorrarse el "pagar por la defensa de Europa". Esta gente ya sólo está dispuesta a pagar a sus putas, pero no a sus queridas a las que maltratan. Hubo una época donde creímos que el tío Sam defendía las libertades y la democracia porque años antes sus chicos se habían dejado la vida en las playas de Europa en una guerra donde, no lo olvidemos, le obligó a entrar el bombardeo de Pearl Harbor. Fue así como les regalamos 275 bases militares en Europa. Pero, tras votar a un degenerado como Trump, lo que hay que hacer es echarlos, aunque sólo sea porque nos van a arruinar con el dineral que exigen y porque los americanos de hoy respaldan a un tipo partidario de la razón de la fuerza y de repartirse el mundo con otros fascistas. A Vance, el vicepresidente americano más joven -y quizá más necio- de la historia, lo ha enviado Trump a asustar a Europa. Esta gente se cree el nuevo «sheriff» dispuesto a imponer su alternativa ultra mientras los demás les besamos el culo. Vance es como su jefe: eurófobo, populista, negacionista, defensor de Putin y adalid del nuevo fascismo. Persigue a los abortistas y ateos como un macartista, y da la vara a los europeos con la "libertad de pensamiento". No sé si estos tipos son más cínicos o más imbéciles. Lo que les molesta de Europa es que es el único bastión en el que se mantienen algo del Estado de Bienestar, los derechos humanos y esa "porquería" woke que tanto odian. Por eso cargan contra el feminismo, el ecologismo o cualquier forma de diversidad. Son mentirosos redomados. Son la trinidad imperial, de la mano de los oligarcas digitales, que quiere pulverizar las democracias y convertirlas en ceniza. Tal vez para aparecer en la tele, como su secretario de estado, con una cruz de ceniza sobre la frente.
Shopping militar
"Naturalmente, la gente común no quiere la guerra. Es comprensible. Pero, después de todo, son los líderes del país quienes deciden. Y siempre es sencillo arrastrar al pueblo. Siempre se puede doblegar al pueblo. Es fácil. Lo único que hay que hacer es decirle que lo están atacando y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y por poner en peligro al país. Funciona de la misma manera en todas partes”. Para los despistados, estas palabras son del nazi Hermann Göring. Fue un sujeto despreciable, un monstruo, un genocida, pero era un tío listo. Y lo peor, en este tema llevaba razón. Solo tenemos que estar atentos a las noticias para saber que, empujados por otro sujeto despreciable como Trump y temerosos de lo que pueda hacer un tercer monstruo, como Putin, los europeos han decidido irse de shopping para comprar bombas y con qué tirarlas. Me gustaría tener esa mansedumbre aldeana, ese freno mental que te impide degradar con furia incluso las más burdas opiniones de los más crueles e imbéciles seres humanos. Benditos sean los que así obran. Pero yo me cago en esa patulea de degenerados que resultan tan seductores que logran difundir con gran éxito sus poco respetables sinrazones en noticiarios y redes. Total, que Europa se va de shopping al Corte Inglés de las bombas como una Pretty Woman a la que ha seducido el putero tocinero que reside en el Capitolio. Que Europa anuncie su rearme -como si hasta ahora sólo hubiéramos podido defendernos con un palo- a mí, en lo más íntimo, me inquieta, porque no soy de los que aprecian el olor a napalm por las mañanas. Y además me duele como europeísta, algo que comenzó como una forma de no ser tan español, tan vasallo de aquella España de miedos, cuarteles, odios, misas y vergüenzas. Entiendo el miedo de la gente. Lo que no entiendo es su falta de pensamiento crítico, que aplauda el rearme sin caer en la cuenta que los tropecientos mil millones que nos va a costar la broma tiene que salir de algún sitio; que este "noble" rearme de la vieja Europa le va a costar al año a España lo mismo que dedica a sanidad, educación y dependencia juntas; que no repare en que las bombas se echan a perder si no las usas enseguida, como la vitamina de los zumos de las madres, y habrá que reponerlas con frecuencia tirando de los catálogos que nos ofrece el tío Sam, que ahora ya no nos protegerá sino que, por el contrario, nos chulea con quedarse con la mitad de los recursos de Ucrania o de okupar Groenlandia. Pero si hasta Reino Unido ofrece jovencitos británicos para mandar a Ucrania para animar el cotarro y favorecer a su amo americano. Aunque ya veréis como casi todos los británicos que vayan voluntarios al frente serán de piel morena. Tan difícil es adivinar que con esto vamos a sacrificar médicos, maestros, barrenderos, bomberos, biólogos, ingenieros, veterinarios, cuidadores y lo que haga falta para pagar el shopping que nos han programado este finde contra Rusia. Y cuando todo empeore la gente se cabreará más todavía y correrá a buscar la papeleta de Vox, que lo mismo seguirá estando financiado por Putin. Mientras, poneos guapos que nos vamos de compras.
Feminismo y Feijoismo
Las declaraciones de Feijoo a propósito del 8M han acabado siendo un reflejo del propio personaje: un esperpento. En pocos minutos ha elaborado un catálogo sublime de estupideces a base de ideas de una condescendencia insultante para las mujeres, paternalismo patriarcal a tiempo completo y cuñadismo de reunión de "machos de bien" frente a una barra de tasca de barrio. Dice que el feminismo “de verdad” es “por el que lucharon nuestras abuelas y madres". Por supuesto obvia decir que nuestras madres y abuelas tuvieron que soportar el machismo patriarcal intrínseco de la sociedad de la época y la discriminación sistémica aplicada por el franquismo contra las mujeres. Este tipo con cara de comercial de Santa Lucía obvia referirse a las medidas draconianas que en la dictadura incapacitaban legalmente a las mujeres, convirtiéndolas en dependientes de sus maridos, padres o del Estado. No recuerda que la libertad de asociación fue un derecho negado por el director a las mujeres. Olvida que necesitaban el permiso de sus tutores varones para trabajar y había muchos trabajos de los que estaban legalmente excluidas. El franquismo prohibió a las mujeres practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo sino era solo para mujeres; abrir una cuenta bancaria, comprar una vivienda, viajar sola sin permiso del marido... Pero si hasta una delirante ley dictaminaba que los hijos eran del padre, y punto. El señor Feijoo, incapaz de condenar el franquismo, acepta un régimen cuyo objetivo era adoctrinar mujeres conformes y dóciles al sistema político y al hombre. Y tiene la jeta de expedir certificados de autenticidad para ser feminista. También dice este doctor de la hermeneútica feminista que la izquierda manipula a las mujeres, cosa que sólo es posible si tienes la idea de que éstas son seres cortos de entendederas, sin criterios propios, mentalmente dependientes y, por todo ello, manipulables. ¡Demencial! Y no tiene precio su idea de que "hay que celebrar el Día de la Mujer, pero no puede haber un día de la mujer, son todos los días". ¡Frase de cuñado con el palillo de la tapa de bravas entre los dientes! Podría haberse adornado con otras como: "¿Para cuándo un día del hombre?"; "Ahora todo es machismo"; "el feminismo de odiar al hombre no me representa"; "cómo voy a ser machista si tengo madre y hermanas"; "A mi alrededor no veo brecha salarial ni techos de cristal"; "Ni machismo, ni feminismo, igualdad". Pero si dijo eso de "feministas eran las de antes" y, de paso, aprovechó para sacudir al gobierno aprovechando el día de la mujer. Vox, en esta lucha, ni está ni se le espera. En todo caso sigue estando enfrente. Pero si hasta cuando se alcanzan las 1.300 mujeres asesinadas por violencia machista -desde 2003- sigue negando la violencia de género. Pero ellos quieren mujeres como Dios manda, sumisas, calladitas y tontas. De lo contrario son "marimachos", envidiosas, locas o feminazis.
Todo se compra, todo se vende
La gran desgracia de este mundo en este momento es que todo lo que vemos, todo lo que sucede, todo lo que tenemos, ansiamos y esperamos está hilvanado por el hilo del mercado. Todo se vende, todo tiene un precio, todo se compra. Todo. Aunque no sea intercambiado por dinero. Hablo de la idea de que todo es consumible y que ese consumo radica en el poder, y que ese poder nace de la voluntad y del ego. Apenas hay rastro de ética ni noción de comunidad en este razonamiento tan descarnado. El problema es que lo que nos hizo y nos hace humanos tiene que ver con la creatividad, con la solidaridad, con la colaboración, con la protección de los más débiles, con el desarrollo espiritual... Ni rastro del materialismo, ni rastro del consumismo. Mucha gente ya no es siquiera capaz de vivir plenamente una experiencia cualquiera, tan sólo la consume. Hasta la más inocente de las vivencias se convierte para muchos en una cáscara hueca porque no tiene un sentido que la integre en la sabiduría humana. Y no hablo de conocimiento, tan consumible también, sino de sabiduría, que comporta profundidad, criterio, entrañamiento, reflexión y discernimiento; experiencia compartida y dialogada, pues somos seres sociales. Pero no hay sabiduría en convertir todo en un objeto que sirve a nuestras necesidades y caprichos. Pero si hasta hay gente capaz de votar a un partido de ultraderecha o explícitamente fascista para consumir su autoritarismo como herramienta para satisfacer privilegios o para castigar -que es otra forma de intercambio utilitarista sin aprendizaje- a lo que le es ajeno. Podemos consumir una ideología para convertirla en el eslogan de una camiseta. Podemos consumir palabras para desfigurarlas: libertad, patria..., o para vaciarlas de contenido: fraternidad, respeto, amor al prójimo... Podemos consumir un planeta, el único planeta; podemos consumir nuestras relaciones personales, familiares o de amistad en redes sociales. Podemos consumirlo todo. Hasta podemos consumir la vida en fuegos fatuos, inalcanzables, porque no tenemos el suficiente dinero para comprar todo aquello que los hace brillar. Pero también podemos elegir no hacerlo. Dejar de acumular trofeos en forma de logros personales, títulos enmarcados, hijos sobreexpuestos, amigos y conocidos en una agenda, selfis en museos, pisos para especular; dejar de alimentar la narración capitalista del estatus para enfocarnos en lo que nos hace humanos. La mejor metáfora de nuestro tiempo es la de gente que invierte dinero en comprar dinero que le hará ganar más dinero. Pero el dinero no puede comprar el tiempo, ni la inteligencia, ni la bondad. Ni la vida.
Desigualdad
Que la desigualdad crece día a día es un hecho innegable: ricos, cada vez más ricos, y pobres, en mayor número y cada vez más pobres. Hay una total falta de voluntad para acabar con el problema y, para justificarlo, se buscan excusas como la meritocracia y el "acomodo" de los no emprendedores o se asusta a quienes poco tienen diciéndoles que las políticas redistributivas les perjudican o les van a impedir disfrutar las pequeñas herencias que les puedan legar. Lo cierto es que quieren que las desigualdades crezcan y actúan con este objetivo, en algunos casos de forma tan descarada como las becas para ricos. Por supuesto la desinformación, la ausencia de formación de calidad o de pensamiento crítico son armas fundamentales para alcanzar sus objetivos, pero también necesitan descontento y crispación, por eso promueven el odio, el malestar, el miedo, el individualismo, la necesidad imperiosa de lo inmediato o incluso la falta de sueño y descanso, así se enturbian conciencias. Y como hay que culpar a alguien del sufrimiento, fomentan el odio hacia quienes son más pobres, hacia los inmigrantes (da igual que sean niños), los homosexuales, las mujeres que luchan por la igualdad, y por supuesto hacia las opciones políticas que propongan acabar con las desigualdades con planteamientos de redistribución de renta y riqueza o con más gasto en servicios públicos. Hacen creer a los trabajadores que su vida es mejor con menos impuestos y que éstos son los culpables de sus dificultades para llegar a fin de mes. Pero los relatos importan y si cuesta entender la realidad y se carece de conciencia crítica, quienes son víctimas de la desigualdad, viven en el engaño del mundo feliz que les proponen quienes sólo los necesitan para llegar al poder, como un simple elemento del proceso productivo que les exprime y como arma contra quienes quieren acabar con la desigualdad. Y así, lejos de avanzar, seguiremos retrocediendo.
Neoliberalismo y educación
La brutal crisis económica de 2008 enseñó a los ricos una gran lección: Las crisis son una gran oportunidad para que los ricos se hagan más ricos. Ahora las grandes fortunas engordan exponencialmente, al mismo ritmo que aumenta la desigualdad y la pobreza. Los déficits del Estado y las deudas públicas acaban incrementando las cuentas de resultados de las grandes empresas. Los ricos, no contentos, claman por las bajadas de impuestos y como eso supone menos "ayudas" del Estado para sus negocios (porque lo suyo son ayudas, pero lo que reciben los más desfavorecidos son subvenciones o paguitas) reclaman como posesos más y más recortes. Ahora han decidido trasladar también esta idea de la "crisis benéfica" a la educación. Basta echar un vistazo a nuestro alrededor: aumenta el dinero público a la enseñanza privada mientras se recorta en la pública; se dispara el número de universidades privadas; se crean becas para ricos... Estas medidas acompañan a la crisis de la educación que "certifican" los datos sobre la caída de los resultados educativos. En EE.UU. la pandemia fue una excelente oportunidad para "recortar" gastos en educación por la vía de prolongar el cierre de centros educativos más allá del verano de 2020. Los resultados han sido demoledores sobre un sistema experto, desde hace décadas, en la producción de ignorantes. La debacle se ha cebado sobre todo en la población negra y latina. Quizás eso explique muchas cosas sobre el resultado de las últimas elecciones en EE.UU. Trazado el camino, ahora Trump se dispone a transitarlo con rapidez. Obsesionado en la carrera contra lo que el llama la "hinchazón burocrática", ahora Trump ultima una orden ejecutiva para el cierre, nada más y nada menos, que del Departamento de Educación. Así va cumpliendo paso a paso con el "Project 2025", redactado por la ultraderecha, que ha visto la oportunidad de negocio en el aumento de la ignorancia. Para justificarse Trump ha calificado al Departamento de "gran estafa" y su idea es que la competencia sea de los estados. Los mismos que en 2020 decidieron prolongar por razones económicas la enseñanza no presencial. Con el cinismo habitual de la ultraderecha, Trump ha manifestado que "el experimento de controlar la educación a través de programas y dólares federales, y los burócratas irresponsables que esos programas y dólares apoyan, ha fallado a nuestros niños, nuestros maestros y nuestras familias", así que ha decidido que ahora la controlen unos estados mayoritariamente en manos de sus correligionarios. Es el sueño húmedo de los estados que, por ejemplo, ya habían aprobado leyes que permitían impartir el creacionismo. El Proyecto 2025 pretende desmantelar la financiación de la educación, autorizar la discriminación contra los estudiantes LGBTI, desviaría los fondos de los contribuyentes a las escuelas privadas y potenciaría las prohibiciones de libros y la censura en las aulas. Los quieren ignorantes. Los quieren sumisos.
Reírse en los tiempos del cólera
Según uno de esos estudios hechos por científicos ociosos para gentes aburridas, la capacidad para reírnos de cualquier cosa alcanza su pico en la adolescencia y de ahí todo cuesta abajo, de culo y sin frenos. Quizás porque de jóvenes somos más vivalavírgenes y con los años nos hacemos más realistas y determinadas cosas ya no nos hacen ni meretriz gracia. Siempre he creído que hay una linea muy fina entre poner al mal tiempo buena cara e ir por ahí luciendo una estúpida sonrisa sin fundamento; entre reírte de ti mismo y hacer el payaso. Ahora que están cayendo esvásticas de punta no parece buen momento para reírse. Más bien convendría asir una mano amiga y entonar el canto de los partisanos, el himno de la Resistencia Francesa. Pero bueno, cada uno reacciona como puede. La Unión Europea, tras la patada que le ha dado Trump en el culo de Zelensky, ha decidido ayudar a Ucrania enviándole tres millones de cargadores universales. España, por su parte, contribuirá con un batallón de voluntarios de Protección Civil y la tuna de derecho de Valladolid. Mientras, Trump ya piensa en presentar su candidatura a los próximos Óscar por su genial interpretación de Hannibal Lecter en "El Zelensky de los corderos". A ver si se lo dan y supera su trauma de cuando tardó dos semanas en insertar una imagen en un documento de Word. Otro que bien baila es Feijoo, que ante el deterioro de la imagen del PP en Valencia por la gestión de la Dana y la presión popular ha decidido pedir públicamente la dimisión de Pablo Casado. Mientras, Mazón, que quiere cambiarse el apellido para que no rime con dimisión -yo le propongo que se apellide cinco- se queja de que nadie le da las gracias por su trabajo. Eso comienza a ser normal: leo que una oveja rescatada de un acantilado huye a la carrera sin pararse a dar las gracias. Cría ovejas y... En fin, parece que 100 carcajadas equivalen a hacer 15 minutos de bicicleta. Que digo yo que reírse mientras paseas en bicicleta te debe dejar hecho un figurín. El problema es quea gacharse para hacerle fotos al perro con el móvil es el único ejercicio que ya hacen muchos españoles. Ya en serio: hay que reírse en medio del vendaval, pero tal vez la sonrisa convexa del pueblo tarde tanto en repercutir en carcajada porque las costuras del sufrimiento claman al cielo mientras los malvados ríen.
El lenguaje ultra
La corriente ultra cuida mucho el lenguaje, en dos frentes: el de la mentira y el de la guerra cultural. Respecto a la mentira porque los ultras tienen por objetivo engañar, para que los apoye, a la mayoría social a la que quieren perjudicar. Esto es, tienen que conseguir que una mayoría vote contra sus intereses. Esto se consigue en parte mintiendo (los impuestos se los queda el Gobierno, los okupas te quitarán la casa, los inmigrantes nos invaden), pero también logrando que la gente considere secundarios sus intereses ante una urgencia mayor (España se rompe, el terrorismo sigue vivo, las calles son un caos) o que los sacrifique para priorizar los que a ellos más interesan (algunos verán más urgente enchironar a Sánchez que tener médico y a otros les irritará más que un "podemita" esté en el Gobierno que quedarse sin jubilación). Los bulos y disparates de los fachas no son locuras, tienen método. La infantería ultra, su carne de cañón, es la que dispara a discreción en ForoCoches, pero los estrategas son expertos con despacho. Lo grave es que muchos bulos y mentiras, tan grotescas que apenas se tragan ni los más necios, son eficaces como propaganda y tienen gran utilidad. Son útiles porque confirman emociones negativas intensas entre los "cabreados" con el sistema. Si algo coincide con tu estado emocional se acepta mejor que su coincide con los hechos. Son útiles porque cuando conectas con el estado emocional, eso sirve para fortalecer el vínculo grupal y el simbolismo del líder. Además, las mentiras que se sostienen en la furia y el odio llegan más que cualquier idea abstracta por poco compleja que sea. Gritar, por ejemplo, que se rompe España, es incitativo y desgarrado, es un grito de combate que invita a la acción ciega a la gente embrutecida. Aunque los disparates ultras no engañen (¿en serio cree alguien que los inmigrantes se comen las mascotas?), aturden, desquician el ambiente con ruido, "encabronan" y consiguen que la gente no crea nada y que, a la vez, se crea cualquier estupidez. Ese descreimiento sin principios es la base de la barbarie de las distopías fascistas. El otro frente lingüístico que cuidan los ultras es el de la guerra cultural que mantienen con las mujeres que no se les someten, homosexuales, inmigrantes, discapacitados, pobres, ancianos... O feminazis, maricones, moros o sudacas -mejor, "de mierda"-, tarados, fracasados, "cobra paguitas", como a ellos más les gusta desde su óptica de gañán con palillo en la boca en la barra del puticlub. La tracción de los ultras es el odio hacia sus adversarios, hacia los "progres" de toda condición, ideológica, sexual, de género, religiosa... Su matonismo se basa en la violencia verbal y la falta de modales. Por eso con el lenguaje son directamente groseros y provocadores. Pero su sueño es que nadie les impida empuñar sus motosierras para podar el Estado con sus derechos y libertades y, si es necesario, cortar la cabeza de los más díscolos.
Performance en el despacho oval
La vergonzosa "performance" -al tener las cámaras como testigos- protagonizada por Trump y Vance en el despacho oval fue una oda a la violencia gratuita, tanto verbal como gestual. Fue un canto a la falta de educación, a la ausencia de cortesía y de modales. Trump, desde la que llamaré desde ahora el "ala zafia" de la Casa Blanca, nos mostró su habitual imagen de cínico y arrogante, y su total desprecio hacia los demás, pues en su miserable megalomanía se siente con el derecho a pisotear a quien le plazca. Vimos como los mandatarios del Capítulo asesinaban la diplomacia y la hospitalidad. Desde el primer momento estuvo claro que su objetivo era humillar a Zelensky, al que se quería con una actitud sumisa propia del vasallaje. Todo estaba diseñado para ridiculizarlo. Para ello, estos neonazis montaron un espectáculo de humillación pública, mostrando su desprecio por Ucrania y el conjunto de Europa y su absoluta falta de escrúpulos a la hora de imponer su dominio. No faltaron ni los periodistas colaboracionistas. Fue su manera de enseñarnos que sólo pretender imponer su imperialismo brutal. El botarate disfruta interpretando su papel de salvador del mundo, de juez que dicta quién tiene razón -que siempre es él-, con poder para cambiar denominaciones geográficas y fronteras. Para mí, la frase de la reunión que mejor define al personaje, sus razones y sus intenciones, es aquella donde Trump dice: "Va a ser muy difícil hacer negocios así". No me sorprende, pues la oferta de Trump no era ayuda, sino saqueo. A cambio de su apoyo sin garantías, pretende quedarse con la mitad de los recursos minerales de Ucrania; un negocio de medio billón de dólares. A este sociópata le importan una mierda las víctimas, los que sufren, la justicia, la verdad..., sólo le interesan los negocios que aumentarán su fortuna y la de sus facinerosos amigos. Urge que Europa grite "No" como un desafío a la lógica imperialista que pretende someterlo. Y, por favor, que ningún presidente español lo visite. Lo trataría como a cualquier inmigrante hispano; se pondría chulo y le reclamaría multiplicar su gasto militar. No descarto que dijese que España se creó para joder a su país y que si no pacta con Abascal provocaría otra guerra civil y nos reclamaría las ayudas que el Plan Marshall nunca dió a Franco.
La patanería de Trump
¿Y si la grotesca patanería de Trump se debiese a que sufre un "trastorno explosivo intermitente"?, que supone brotes repentinos y reiterados de conductas impulsivas, agresivas y violentas o arrebatos de agresividad verbal. Supongo que no, que simplemente es un imbécil con mala leche. Pero también sabemos que las alimañas, cuando se sienten incómodas, enseñan los dientes, gruñen y te lanzan dentelladas. ¿Puede el nuevo bufón del averno sentirse contrariado por algo que no sepamos que le hace comportarse como un patán en grado superior a lo normal? Algo hay. Por un lado, pese a que acaba de aterrizar y a que no para de firmar órdenes ejecutivas con su rotulador gordo, repartiendo aranceles a tutiplén, lo cierto es que su política arancelaria genera una incertidumbre que ha hecho caer las previsiones de crecimiento de su propia economía hasta cuatro puntos. Ni los más agoreros podían esperar el terrible impacto que la política económica de este esperpento con dinero está teniendo en los indicadores del gigante norteamericano. Y esto no ha hecho más que empezar, pues aún no se ha desatado la guerra económica. La Reserva Federal de EE.UU. ha hecho saltar todas las alarmas, dejando claro que las primeras consecuencias del enfriamiento del consumo y la incertidumbre que generan los abusivos aranceles de su presidente ya son visibles. El consumo se ha desplomado. El miedo y la incertidumbre que generan las políticas del necio están causando que las compras hayan pasado de crecer en un 3% a caer un 0,5% en apenas dos semanas. Los comercios están sufriendo una bajada notable en sus ventas. Por otro lado, las importaciones de bienes desde el extranjero se han disparado en las últimas semanas: casi seis veces más. Este aumento se debe al miedo por las amenazas de Trump de imponer aranceles abusivos, de forma que las empresas están apresurándose a importar ahora, haciendo acopio de bienes. A esto se le suma el dato contrario: las exportaciones de bienes se han reducido por los contraaranceles de China a los productos de EE.UU o por el boicot a los productos del país impulsado ya en otras naciones. Si a todo esto le unimos la incertidumbre, la némesis de los datos económicos o la parálisis económica que afecta a miles de inmigrantes o a cientos de miles de los americanos afectados por los despidos masivos de funcionarios, el futuro económico pinta negro. Y, por si fuera poco, el bitcóin -una de las grandes apuestas del magnate y sus adláteres para multiplicar sus propias fortunad- se desinfla y pierde un 28% desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Según los analistas de Bank of America, la situación de bitcoin y el resto de las criptomonedas puede estar mostrando la primera señal del "estallido de la burbuja". Y para colmo, al amiguete libertario, que ya piensa en un negocio de exportación de motosierras, la mierda comienza a llegarle al cuello con el tema de la criptoestafa que él mismo promocionó. A lo mejor al necio las cosas no le van tan bien como quiere hacer creer. Pero eso lo convierte en una fiera herida.
Gastronomía ridícula
Si ésto no es la reducción al absurdo del proyecto humano, yo soy neptuniano. Estoy hasta la epiglotis de oír la pollada de "la nueva normalidad". No hay nada nuevo. Es lo mismo de antes, pero más polarizado. El personal se ha escindido entre los tradicionalistas, los posmodernistas y los que van dando bandazos según el día. Todos ellos han entrado de lleno en el reino de lo ridículo. El máximo exponente lo vemos en la gastronomía. Los amantes de las tradiciones me dan risa en un mundo donde, cada vez más, toda costumbre inmemorial es de antes de ayer. Aún así hay quien entrega su vida a la sacrosanta cruzada de la pureza gastronómica: censores de los ingredientes no puros de la verdadera paella, custodios del plato regional, gente que sólo encuentra el sentido de su existencia en la mazamorra, hooligans de la cuchara sopera... No te emperres, la paella es un plato de arroz, no una sinfonía, por mucho que le arrimes el humo del sarmiento. Sofríes, echas el arroz, agua y esperas. ¿Y los zelotes de la pasta con su quirúrgica preparación de macarrones adornados? "Es que el ritual del cocido madrileño, el auténtico..." Pero José Luis, hijo, que estás hirviendo carnes y garbanzos en una olla, no te postules para ser canonizado. En el otro bando pasa lo mismo. "Souflé de Laccata caramelizada con motas de uva tornasolada en revoltiño con torradas de pan de centeno, revestido de ácido Revellón sobre un lecho de hidrógeno potásico" -Pero, qué cojones... - Es que el chef le reza a los cuchillos. - No, si ahora filetear una caballa va a ser un ejercicio de gran hondura espiritual sólo al alcance de un neurocirujano. Y, en medio, el que se suscribe a la revista Club del gourmet, se pide unos calamares gomosos e intenta buscar el retrogusto a un cartón de Don Simón. Así nos va.
Perder el tiempo en Internet
Hoy en día hay un denominador común entre el hombre de provecho y lo que, técnicamente, viene siendo un haragán: los dos pierden miserablemente el tiempo en internet. Viendo chorradas. El vídeo no musical más visto de la historia de Youtube es un "drama" doméstico en el que un bebé muerde el dedo de su hermano mayor. Imprescindible. La cosa va por edades. Si usted hizo la EGB, creció con La bola de cristal o bailó con la música de Mecano, ¡Felicidades!, pertenece a un selecto grupo de unos 30 millones de españoles que se regodean a menudo con imágenes y comentarios de esa época. Los jóvenes son más prácticos, y cuando no están visualizando videos estúpidos, cultivando su narcisismo enviando selfies o ejerciendo de mirones con los selfies de otros narcisistas, se dedican a visitar páginas web con contenidos de riesgo que muestran cómo autolesionarse, hacer daño a otras personas, cómo estar extremadamente delgado y gilipolleces por el estilo. También son mucho de embobarse con las simplezas y pelotudeces que emanan de los personajes del star system de las redes. Hay gente que no para de unirse a grupos que celebran hechos trascendentes como respirar, ser rubio o haber nacido en Torrelodones. Otros frecuentan con asiduidad los canales sobre reptilianos, marcianos cabezones, la tierra hueca y el control mental a través del consumo de zumo de naranja transgénica. Mi algoritmo, que he conseguido que esté más perdido que el barco del arroz, me ofrece cosas como noticias sobre espiritualidad jasídica, la rama más pintoresca del judaísmo ultraortodoxo; canales de gente que vive en una furgoneta, las opiniones de un crítico de guías telefónicas o tutoriales sobre como pelar correctamente un plátano en sólo diez pasos. Creo que mi algoritmo tiene un grave problema de déficit de atención.
sábado, 1 de marzo de 2025
Talent, ¿qué?
Pocos antes de escribir su novela "1984", G. Orwell analizó cómo la decadencia, la degradación del lenguaje, la cultura y la política estaban interrelacionadas, y contribuían a una cultura superficial y deshonesta, de un lenguaje vacío y sin sustancia, lo que hace que se pierda la capacidad de provocar reflexión crítica y dinamita la autenticidad. Se crean así sociedades pasivas y conformistas que aceptan, sin cuestionar, la narrativa dominante. Pues si esto lo aplicamos a la tele y, concretamente, a los "talent shows", ni te cuento. La mecánica es sencilla: un jurado especializado valora y elige a los mejores concursantes con talentos supuestamente extraordinarios. Pero ahí llega el tío Paco con las rebajas. Uno espera descubrir "talentos" y acaba viendo a Celia Villalobos echándole hueso de canilla al puchero y a otros famosetes jugando a las cocinitas en Máster Chef, o a un chiquillo zumbando inmisericordemente un tambor en Got Talent. Los talent shows son otro producto de entretenimiento para ingenuos aburridos, un artificio neoliberal para volver a colarnos la milonga del "si trabajas y crees en tí puedes alcanzar tus sueños". Al final todos funcionan, esencialmente, de la misma manera, ya se trate de hacer un suflé de lentejas con cebollino, cantar rancheras, aguantar la respiración en una bañera o coser el dobladillo de un pantalón. Una peña de concursantes variopintos, mejor famosillos, o con las historias personales más abracadabrantes que los del casting hayan podido encontrar, se convierten en "aspirantes" enfrentados a un jurado que ha visto más de lo debido "La chaqueta metálica". Todo el santo día teniendo que demostrar el esfuerzo, la pasión y que eso que están haciendo es su principal reto vital. Y si no lo consigue se desata la tragedia. Imáginate a un fulano que quería hacerse famoso haciendo escabeches en prime time y "tiene que abandonar el concurso", ríete tú de Edipo Rey. En estos shows los concursantes son lo último que importa, salvo que sean famosos o te llames Victoria Federica y metas en la saca 20.000 € por programa. Entonces el baboso y el servilismo rompen moldes, porque el trato de favor a algunos -por encima de las ilusiones de los demás-, son una constante en estos programas. Pero lo mejor son los jurados de famosetes jugando a tribunal de oposición de la señorita Pepis. Suelen ser profesionales con más nombres que calidad, artistillas amortizados, graciosetes, profesionales de la farándula, tertulianos reciclados o amiguetes del productor. Ahí están, con sus comentarios vacíos que se limitan a tonterías y obviedades, trufados de chistes de 1⁰ de monologuista, sentimentalismo barato, lagrimillas de a peseta el cuarto y mitad o declaraciones de adoración eterna. Emiten sentencias que cualquier aficionado podría haber desarrollado con bastante más criterio. Lo doloroso es que, para mucha gente, todo esto es precioso y cree estar viendo un enfrentamiento entre héroes y titanes, pero lo cierto es que el club de los mediocres está plagado de gente que cocinó en Masterchef, berreó en La Voz o superó las pruebas de El Desafío, aunque nunca se hayan presentado a una oposición.