lunes, 23 de junio de 2025

Me imagino lo peor

Me niego a pensar que el esfuerzo que hizo la generación de mis padres y aquella a la que pertenezco para que sus hijos vivieran en un mundo mejor que en el que ellos crecieron no ha servido de nada, y que existe además un alto riesgo de involución, ahora con el apoyo suicida de los que vivirán peor. La ofensiva ultra parece imparable y triunfa con la promesa de volver a una época gris, casposa, de subdesarrollo económico, político, social y moral camuflado en una falsa grandeza. El jefe de los obispos españoles lleva semanas metiéndose en política y demostrando que es un fascista redomado. Se frota las manos porque su negocio reflota con el ascenso de las derechas. Aunque nunca lo vieron peligrar, adoctrinados como tienen a la mitad de los jóvenes del país en colegios concertados, pero quieren más. Lo quieren todo: Aborto fuera, matrimonio igualitario fuera, hijos con padres o madres del mismo sexo fuera, igualdad de la mujer fuera, derechos LGTB fuera, ¡que ya está bien, hombre!. También los bancos y los empresarios se frotan las manos, hartos ya de ganar menos de lo que les gustaría, cabreados con "sus" impuestos, con las subidas de salarios y pensiones, cuestionando las becas a quienes no tienen recursos, pugnando por acabar con las subvenciones a oenegés, con las ayudas a los desfavorecidos… Me imagino a los ultras soñando con machacar a catalanes y vascos, a las autonomías en general, deportando inmigrantes, imponiendo el machismo más casposo. Me imagino centros de atención a la mujer maltratada clausurados, teatros cerrados, libros y conciertos prohibidos, películas censuradas ¡Muera la inteligencia, carajo! Me imagino a las derechas ocupando el poder con prisa por "deshacer entuertos", lo que para ellas significa machacar la educación y sanidad públicas, anular y retrotraer los avances laborales y sociales, las políticas de igualdad, las de ayuda a los desfavorecidos... Me imagino a esta gente anulando y desmantelando la Ley de Memoria, volviendo a ponerle a las calles nombres como General Yagüe, General Mola, Queipo de Llano o Avenida Francisco Franco. Sin otro proyecto político que machacar a las clases bajas, privilegiar aún más a los ricos, desmantelar lo poco que queda del estado del bienestar y liquidar los avances sociales o dejarlos vacíos de contenido. Como tantas veces ocurre, la importancia de lo que se tiene no se ve hasta que se pierde. La imagen de Ayuso desarrollando un acto institucional en un Burger King para celebrar el 50 aniversario de su inauguración es toda una metáfora. Señores y señoras patriotas de banderita hasta en el elástico de la ropa interior: más defender lo nuestro y menos promocionar el consumismo extranjero. Hagan ustedes suya la frase de ¡Más flamenquines y menos burgerkines!

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