domingo, 15 de junio de 2025

Harto de la crispación

Lo confieso: estoy harto. Harto de crispación, de confusión, de manipulación, de mentiras. Harto de que la gente diga, crispada, que hay demasiada crispación. Harto de los que creen y profesan que para ganar las elecciones lo que hay que hacer es someter a los ciudadanos a una continua tempestad de mentiras, gritos, amenazas, manipulaciones y, en definitiva, a esa tensión de la que los españoles dicen estar hartos. Harto de aquellos que se autotitulan demócratas pero justifican o defienden el franquismo. Harto de los que se autotitulan constitucionalistas y pisotean a diario el espíritu de la Constitución. Harto de defensores del pacto y el consenso que nunca llegan a pactos ni a consensos. Harto de defensores de la división de poderes que deslegitiman al Ejecutivo porque no están en él, al legislativo porque son minoría y al judicial si no pueden obtener beneficios de su podredumbre. Harto de conspiraciones en boca de quienes conspiran a la vista de todos. Harto de un Estado que tiene más cloacas que la antigua Roma. Harto de jueces que hacen política en sus juzgados y después se rasgan las vestiduras cuando se les acusa de tomar partido. Harto de los que se encogen ante la crispación y dejan vía libre al fascismo rampante. Harto de los que se sienten perjudicados por el sistema y votan opciones que, si llegan al poder, sólo someterían a la ciudadanía a una larga pesadilla de desmantelamiento social, censura y abandono de los servicios públicos. Harto de los que piensan que todo va mal, que todo está peor que antes, que vamos a la catástrofe y que -por supuesto- todo es culpa de "los otros". Harto de que, sin venir a cuento y sin tener el más mínimo interés, la gente me refriegue sus ideas políticas sectarias para que yo las confirme. Harto de la gente que repite frases mitineras o eslóganes partidarios sin aportar argumentos alguno. Harto de la crispación interesada, de la mala educación, de la zafiedad, de la hipocresía, del cinismo, del miedo injustificado y de quienes lo propagan. Sin distinciones, sin banderas y sin ideología estoy harto de los políticos que lejos de resolver problemas los generan a diario con el único objetivo de alcanzar o permanecer en el poder. Así que, a todos los que crispan o participan de la crispación, les digo: ¡Váyanse ustedes a la mierda y déjennos respirar!

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