TEMA 15. LA INDUSTRIA EN ESPAÑA
1. El proceso de industrialización y
sus principales etapas.
1.1. Los antecedentes de la industrialización en la primera mitad
del XIX
La industrialización española fue lenta y tardía debido a
la suma de los siguientes factores negativos:
·La escasa producción energética (carbón) ·La carencia de tecnología
propia, que hubo de importarse.
·La falta de inversores nacionales ·La deficiente red de comunicaciones y ·Un
excesivo peso de lo rural: el 70% de la población activa era agraria, su nivel
económico era bajo y –por tanto- no existía un mercado interior que demandase
productos manufacturados para estimular el desarrollo de la industria.
Además, España vivió en este periodo hechos muy perjudiciales para su
economía como la Guerra de la
Independencia, la emancipación
de las colonias americanas o las guerras carlistas. Aún así aparecieron los primeros núcleos industriales: Los Altos Hornos en Marbella y
Vizcaya y las fábricas textiles Catalanas.
1.2 .Los inicios del despegue industrial en la
segunda mitad del siglo XIX.
En la segunda mitad del XIX la industrialización avanzó bajo un sistema proteccionista,
pero marcada por la ausencia de una burguesía emprendedora y
con una gran dependencia tecnológica y financiera de
otros países. Su avance era lento y con escasos focos, siendo los sectores más
importantes el siderometalúrgico y el textil, concentrados en torno a
Vizcaya, Barcelona y Madrid; mientras en puntos del interior sólo se
desarrollaba una industria de base agraria.
En este periodo se tendió una amplia red ferroviaria, en gran
parte construida y explotada por empresas extranjeras, e incluso con material
importado, pues nuestra industria producía poco acero. Esta red se subordinó a la explotación
minera del país por empresas británicas, francesas, belgas...,
aprovechando las facilidades dadas por Ley de Bases de la Minería (1868). Con ella España se convirtió
en un país exportador de minerales metálicos sin capacidad
para aprovecharlos en beneficio propio. Éramos el primer país productor
de hierro, que se exportaba en gran parte a Gran Bretaña desde Bilbao, y
los barcos pronto aprovecharon el retorno para importar carbón, favoreciendo a
la industria siderúrgica vasca en detrimento de la malagueña y
asturiana, que no pudieron hacer frente a su competencia.
1.3. El crecimiento industrial hasta la
Guerra Civil (1900-1939)
Durante el primer tercio del XX la industria española se afianzó gracias a
la protección arancelaria, y se consolidaron sectores como el
metalúrgico, textil o químico, gracias a hechos positivos como: la repatriación
de capitales tras la pérdida de las colonias y los beneficios comerciales
derivados de la Primera Guerra Mundial, que permitieron el
incremento de las exportaciones agrarias e industriales.
Durante la dictadura de Primo de Rivera se impulsó la
construcción de obras públicas, particularmente de carreteras, que
ayudaron a mejorar la conexión de los mercados interiores. Pero la industria
seguía acusando el retraso y la dependencia de Europa y el mapa industrial
mantenía los mismos focos iniciales, de modo que empezaron a manifestarse
claros desequilibrios territoriales.
La Guerra Civil truncó
la fase expansiva de nuestra industria. A su fin, y en el contexto de la II
Guerra Mundial, el aislacionismo y la autarquía, hubo
que poner en práctica de una nueva política industrial. Así, en 1941 se
creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que
con la participación de capital estatal impulsó sectores básicos como la
siderurgia, naval, petroquímica…
A partir de 1950 cambia la situación: Los acuerdos con EE.UU. (1953)
y el ingreso en la ONU (1955), pusieron fin al aislamiento y
España se integró en la economía internacional, al tiempo que
comenzaron a llegar capitales extranjeros. Con ello se logró una
cierta recuperación en los niveles de renta.
Ahora la nueva estructura industrial era marcadamente dual: Por
un lado las grandes empresas de capital público (HUNOSA,
ENSIDESA...) orientadas a producir bienes de equipo; por otro, pequeñas y medianas empresas de capital privado, dedicadas a la industria de
transformación y bienes de consumo.
La política industrial favoreció la consolidación industrial
de Cataluña, País Vasco y Madrid en detrimento de otras regiones
que permanecieron en el subdesarrollo industrial. Por eso, ante
las carencias de este modelo industrial, a partir de 1959 se
abordó el desarrollo industrial y económico siguiendo las directrices del
denominado Plan de Estabilización.
1.5. El impulso industrializador de los
años 60: Los Planes de Desarrollo
Entre 1959 y 1975 se produjo un enorme crecimiento económico (el PIB creció
anualmente en torno al 7%) debido a la llegada de capital extranjero y
la instalación de grandes empresas multinacionales, a la vez que
España se beneficiaba con las divisas que aportaban turistas
y emigrantes, empleadas en la compra de petróleo, la importación de bienes
industriales y en nivelar la balanza de pagos.
El estado puso en marcha los Planes de Desarrollo e
intentó difundir la industria mediante los Polos de Desarrollo y
Promoción, entre los que destacaron los de Huelva, Córdoba, Granada o
Burgos. Estos no dieron los resultados previstos y el desarrollo industrial
volvió a localizarse en las regiones con mayor tradición industrial y sus áreas
adyacentes, agravando así los desequilibrios regionales: Por un lado los
espacios más industrializados (Cataluña, País Vasco y Madrid) que concentraron las
inversiones multinacionales; por otro, la Meseta, Galicia, Extremadura y
Andalucía, que mostraban una gran debilidad industrial. De hecho, el modelo industrial
del franquismo acentuó el desequilibrio territorial, aumentando las diferencias
entre regiones ricas y pobres y favoreciendo con ello la emigración en éstas.
La industria española se diversificó, pero siguió acusando los efectos
negativos de la dependencia tecnológica, las importaciones y una inadecuada
estructura empresarial.
1.6. Crisis y reestructuración de la
industria española.
En 1974 España era la 10ª potencia industrial del mundo, pero la Crisis
del Petróleo de 1973 aumentó los costes de producción y
provocó una gran crisis industrial cuyas causas principales fueron:
Externas: El encarecimiento
del petróleo cuando crecía su consumo y nuestra dependencia
energética de él era total; el
incremento de la competencia por la aparición de nuevos países industriales o
el agotamiento del modelo industrial basado en las grandes
industrias de base.
Internas: La debilidad por la dependencia energética y
tecnológica, el minifundismo industrial, los desequilibrios
territoriales, y la complicada situación
política con el final del franquismo. Esto retrajo las inversiones, hizo
caer la productividad (huelgas) y explica la tardanza en adoptar soluciones.
La respuesta a la crisis fue la reestructuración industrial.
En 1984 se inició la RECONVERSIÓN de los
sectores en crisis y la reindustrialización. La primera se centró en el
sector siderúrgico, naval y textil, con el objetivo de reducir la producción
y el tamaño empresarial, modernizar la tecnología… y afectó a grandes empresas
del INI. A la vez se apostó por sectores más dinámicos como
la automoción.
La reconversión disparó el paro. Para paliar el problema se aplicaron
los planes de reindustrialización con la creación de
las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR), que
volvieron a concentrar la inversión en las zonas más ndustrializadas y
agravaron los desequilibrios.
1.7. La industria tras el ingreso en la
Comunidad Económica Europea.
A partir de 1991 asistimos
a una nueva reconversión industrial impuesta por Europa tras
nuestra entrada en la C.E.E., aunque los efectos económicos
positivos de esta entrada paliaron sus efectos. Desde entonces la política
industrial española sigue sus directrices. A cambio se eliminaron las ayudas
estatales, se produjo el desarme arancelario y se inició una política de
privatizaciones de empresas estatales. Las ayudas comunitarias ha potenciado la
investigación, promoviendo los programas de I+D o I+D+I, las
inversiones en formación de mano de obra, ayuda a pequeñas y medianas empresas,
etc.
2. Factores de la
actividad industrial.
Los factores que más condicionan la actividad industrial son las materias
primas y las fuentes de energía.
2.1 .Las
materias primas. Han sido factor clave de
localización industrial y se clasifican según su origen:
a) De
origen mineral. Se concentran en yacimientos y su extracción se realiza
en canteras o minas. Encontramos cuatro grandes grupos: Minerales
energéticos (usados como fuente
de energía: carbón, uranio...); minerales metálicos, ubicados en el
zócalo paleozoico y los rebordes alpinos y usados por las industrias metálicas,
químicas…; minerales no metálicos, muy extendidos por el territorio
y de los que España es exportadora; y rocas industriales (mármoles,
granitos, pizarras) que se localizan según el mapa litológico y se destinan
sobre todo a la construcción.
b) De
origen orgánico. Entre ellas encontramos: Materias primas de
origen animal o vegetal, que tienen mucha importancia en la agroindustria
española y cuya localización es un reflejo de los mapas de cultivos y
aprovechamiento y usos del suelo en España; y materias primas de origen
forestal, que abastecen parte de la demanda de celulosa y madera, de la que
España es deficitaria.
2.2. Las fuentes de energía.
Las fuentes de energía se clasifican en: renovables; que
se obtienen de fuentes naturales inagotables y cuyo uso no compromete su
existencia, y no renovables; aquellas que presentan reservas limitadas.
Entre las no renovables destacan: El carbón.
Abundó en las cuencas
sedimentarias del Carbonífero: Cordillera Cantábrica (Asturias, León,
Palencia); Sierra Morena (Peñarroya-Pueblonuevo) y Sistema Ibérico (Teruel). En
el XX se fue sustituyendo por el petróleo, pero en 1973 su uso se reactiva por
la crisis de éste. El 1 de enero de 2019 las apenas 12 explotaciones que
quedaban en España echaron el cierre, al agotarse la prórroga final dado por la
C.E. a una actividad económica deficitaria desde hace décadas.
El petróleo. Sigue
siendo la primera fuente de energía, al ser la base de la automoción, la
calefacción, producción de electricidad… Nuestra geología no favorece su
presencia pero se encontraron pequeños yacimientos en Burgos, Tarragona,
Valencia... y se hacen prospecciones, con poco éxito, en el Golfo de Cádiz y
Canarias. La producción propia apenas cubre el 0,2% de nuestras necesidades.
El uranio Se
encuentra en las penillanuras occidentales de la Meseta (Badajoz, Salamanca),
pero necesita ser enriquecido en EE.UU. o Francia, lo que nos hace dependientes
en energía nuclear. En 1984 se decidió suspender temporalmente la puesta en
marcha de nuevas centrales nucleares (motivos de seguridad y problema de residuos).
Es lo que se llamó moratoria nuclear.
Actualmente
existen cinco centrales nucleares en explotación: Cofrentes (Valencia); Trillo
(Guadalajara), Vandellós II (Tarragona),
Almaraz (Cáceres) y Ascó (Tarragona). Las dos últimas tienen dos unidades
gemelas, por lo que el número de reactores en funcionamiento es de siete.
El gas natural. Nuestro
país produce poco gas (Vizcaya, Marismas de Huelva...) por lo que tiene que
importarlo de Argelia, Nigeria, Libia… y el Este de Europa.
Respecto a las energías renovables cabe destacar: La
energía hidráulica, cuya aportación depende de las
precipitaciones anuales, por lo que el máximo potencial está en el Norte y el
mínimo en el Sur y Este.
La energía eólica. Somos un
país destacado en investigación, desarrollo y producción de esta energía (5º
país del mundo por potencia eólica instalada) que puede cubrir más de la 1/5
parte de nuestra demanda de energía eléctrica en los más de 1000 parques
eólicos, destacando ambas Castillas y Andalucía.
La solar España
es destaca en tecnología solar, aunque apenas cubre el 3% de la demanda
energética. La suspensión de subvenciones a esta energía en 2008 no ayudó a su
desarrollo.
Mucha menos importancia tiene la energía obtenida de las biomasas,
la energía geotérmica, o la maremotriz,
que tiene potencial en la Costa Cantábrica, Gallega y Canarias.
3. Principales
sectores industriales.
Los sectores industriales se agrupan según su antigüedad o grado de
actualización. Así distinguimos entre los sectores tradicionales, los sectores
dinámicos y los sectores de vanguardia.
3.1. Sectores industriales tradicionales.
La METALURGIA BÁSICA, por ser
base de otros sectores, por su dimensión económica y generación de empleo, es
uno de los principales sectores de la industria. En ella distinguimos:
· La siderurgia. Tiene dos modalidades:
la siderurgia integral, que obtiene acero en los altos
hornos a partir de mineral de hierro. Se consolidó en el País
Vasco, para luego extenderse, impulsada por la creación de acerías públicas
del INI, al Mediterráneo (Altos
Hornos del Mediterráneo) y Asturias (Ensidesa); pero su tamaño
en relación con la demanda interna española originó su crisis y posterior
reconversión.
La siderurgia no integral obtiene acero en hornos
eléctricos a partir de la refundición de la chatarra. Al contrario que la
integral posee una estructura empresarial de menor tamaño, por lo que resistió
mejor la crisis. Actualmente su implantación abarca a Navarra, Asturias y Cataluña.
· La industria de transformados metálicos está
asociada a la pequeña y mediana empresa y tiene mayor difusión
espacial, aunque se localiza preferentemente en País Vasco, Cataluña y Madrid.
·Mucho más
reciente en el tiempo es la rama de electrodomésticos,
ligada a las industrias metalúrgicas. Su expansión fue paralela a las
transformaciones de la sociedad en los años 60, a la adopción de nuevas fuentes
de energía para uso doméstico (gases butano, propano y natural) y a la
generalización de la industria del frío. En principio, fue una industria muy
atomizada en empresas de tamaño medio, aunque después sería reestructurada
mediante procesos de concentración industrial.
·La construcción naval. Durante el
franquismo, y por iniciativa del INI, se crearon grandes astilleros en
enclaves significativos del litoral (Ferrol, Cádiz). Fueron grandes empresas
públicas (Astano, Empresa Nacional Bazán) especializadas en la construcción de
petroleros y graneros, con las cuales España ocupó un lugar de privilegio en la
lista de países constructores. Sin embargo, la crisis del
petróleo les afectó muy negativamente: por un lado, la
crisis reveló sus deficiencias estructurales, por otro, el encarecimiento
del crudo obligó a transportarlo en barcos de tonelaje medio. Así, a partir
de 1990 descendió la construcción de barcos y se aplicó una dura reconversión
industrial que generó desempleo, cuyos efectos sociales trataron de paliarse
con la creación de zonas de urgente reindustrialización (caso de
la bahía de Cádiz).
Además, existen empresas de menor tamaño dedicadas a la construcción de
barcos de pesca o de recreo.
La INDUSTRIA TEXTIL, CUERO y CALZADO son muy importantes en el tejido industrial español. El textil
catalán fue uno de los pilares de la industrialización y supo después adaptarse
a los cambios en un proceso de concentración empresarial. La industria de
la confección está formada por multitud de pequeñas
industrias que, como las del calzado,
están muy dispersas, aunque dominan en la zona mediterránea.
3.2. Sectores industriales dinámicos.
Suelen ser actividades con un alto componente tecnológico, que requieren
grandes inversiones, capital multinacional y grandes instalaciones fabriles.
Entre ellos destacan:
·El sector del automóvil se desarrolló en España en la década de 1960, siendo entonces uno de
los impulsores del crecimiento económico. Prosperó bajo la protección estatal y
al amparo de las inversiones de grandes marcas multinacionales y del INI, que
valoró su gran influencia directa en la economía y su capacidad de
activar las numerosas empresas auxiliares de las que recibe componentes.
España cuenta con importantes plantas de fabricación de automóviles
distribuidas por toda la geografía nacional (Madrid, Martorell –Barcelona-,
Vigo, Valencia, Valladolid, Zaragoza…) y es uno de los sectores exportadores de
nuestra economía. También sufrió los efectos de la reconversión, centrada en el
saneamiento técnico y financiero, con el concurso de inversiones extranjeras y
estatales.
·El sector químico incluye la industria petroquímica y la
química de transformación. La primera tiene su base en grandes complejos
industriales asociados a las refinerías de petróleo (Tarragona, Huelva,
Algeciras...). La segunda tiene mayor dispersión espacial,
aunque su localización preferente coincide con las regiones más
industrializadas del país: País Vasco, litoral catalán y área metropolitana de
Madrid.
·El sector agroalimentario ha cobrado gran
importancia. Se caracteriza por la diversidad en cuanto a la naturaleza de los
productos y la amplia distribución geográfica. En general predominan las
pequeñas y medianas empresas, vinculadas a las áreas de regadío, aunque también
existen grandes empresas multinacionales en ramas como los derivados lácteos,
el aceite, etc.
3.3. Sectores de vanguardia.
A la vanguardia de la industria y con una clara proyección de futuro se
hallan los sectores de tecnología punta, cuyo desarrollo ha sido
impulsado por la Administración, al ser imprescindibles para los restantes
sectores industriales. Su importancia radica en la gran importancia que ha
alcanzado la tecnología, pues el valor de los bienes industriales no procede ya
tanto de sus componentes materiales como en el de los tecnológicos.
En energías renovables, España es -sin duda- líder mundial,
siendo importantes las empresas dedicadas a las infraestructuras de
transporte, extracción de crudo, tecnologías de la
información y las comunicaciones, telecomunicaciones por satélite,
sector aeronáutico o hemoderivados.
Las principales industrias se localizan en Madrid, Barcelona, zona de
Levante, Sevilla, Málaga, Zaragoza…
4. Distribución
geográfica de la industria en España.
Desde sus orígenes la industria española ha tenido a la
concentración en áreas determinadas.
Este fenómeno se debió, en principio, a la disponibilidad de materias
primas y fuentes de energía como factor de localización industrial. Más tarde
se fueron seleccionando las zonas según sus ventajas comparativas.
Se consolidó así un modelo de ocupación industrial
polarizado en el País Vasco, Cataluña y Madrid que, a medida que iban
creciendo, atraían nuevas empresas que se beneficiaban de la proximidad a otras
industrias, de la concentración de la demanda, de la dotación de servicios e
infraestructuras, etc.
Este modelo alcanzó su plenitud entre 1965-1975, cuando se concentró
el mayor crecimiento industrial en las áreas
metropolitanas más grandes. A ello se unieron los efectos de los Planes
de desarrollo, que favorecieron la implantación y desarrollo de las grandes
multinacionales del sector químico y automovilístico, y la reconversión
industrial, que volvieron a concentrar las inversiones en estos espacios.
El modelo comenzó a variar en los años 80 al aparecer
problemas como el encarecimiento del suelo industrial, déficit
de infraestructuras, etc., frente a los cuales se ofrecía como solución
la descongestión industrial y la búsqueda de nuevos
emplazamientos. A ello ayudaron la mejora generalizada de
los sistemas de transporte y comunicaciones y las medidas
de atracción industrial aplicadas por los gobiernos regionales. Todo
esto supuso la mayor difusión espacial de la industria.
En el nuevo mapa industrial de España se advierten las siguientes
características:
a) Consolidación de Madrid y Barcelona como centros neurálgicos de la industria
Española. Sus respectivas áreas metropolitanas han consolidado una potente
y diversificada industria que en los últimos años ha experimentado dos tendencias
opuestas: por una parte, la crisis y la reconversión de importantes
sectores industriales y, por otra, la revitalización de sus tejidos
industriales a partir de la instalación de establecimientos dinámicos
y de sectores de alta tecnología.
b) Declive de los espacios tradicionales de la industria española,
particularmente los situados en la cornisa cantábrica,
que se hallan en proceso de retroceso, a consecuencia de la crisis
que afectó a los sectores tradicionales de su industria
(metalurgia, petroquímica, naval) y cuya caída ha afectado muy negativamente a
las pequeñas y medianas empresas relacionadas con ellos. El declive
ha afectado a Asturias, a Cantabria y, con especial intensidad, al País
Vasco.
c) Espacios industriales en expansión, entre los que destacamos las áreas periurbanas y los ejes de desarrollo. En las
áreas periurbanas de numerosas ciudades se han consolidado áreas
industriales al amparo de la proximidad a los mercados y los
centros de distribución, las facilidades para adquirir suelo industrial, la
situación estratégica de las vías de comunicación, etc. Estas instalaciones
forman franjas o coronas que concentran industrias
diversas en un espacio intermedio entre ciudad y espacio rural.
Los ejes de desarrollo son el resultado de los procesos de difusión espacial de la industria
a lo largo de corredores que comunican áreas industrializadas; los más dinámicos
son el eje del Ebro y el eje del Mediterráneo. El primero
aprovecha los beneficios geográficos de su situación entre el País Vasco y
Cataluña, y su buena accesibilidad a la Meseta. El eje Mediterráneo,
desde Girona hasta Murcia, acoge una industria muy diversificada que se
beneficia del amplio mercado que le proporciona la altas densidades de
población en el litoral. Además de estos dos ejes, hay otros interiores,
igualmente dinámicos, como el del Henares, que se extiende desde
Madrid hacia el norte. En cuanto a los ejes regionales secundarios,
son buenos ejemplos los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, del
Guadalquivir, etc.
d) Los espacios de industrialización escasa se corresponden con las zonas
interiores del país y algunas periféricas. Por un lado, los espacios que fueron objeto de industrialización inducida como
Zaragoza, Valladolid, Burgos, Huelva-Cádiz-Sevilla; por otro grandes
espacios como Castilla-La Mancha o Extremadura de gran escasez industrial por
su baja densidad de población y la falta de tradición industrial.
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