sábado, 15 de diciembre de 2018

TEMA 7: Evolución y distribución de la población española

TEMA 8. EVOLUCIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA
1. LOS EFECTIVOS DEMOGRÁFICOS Y SU EVOLUCIÓN.
1.1. La población española antes del siglo XX
España entra en el siglo XIX con un régimen demográfico antiguo: Altas y sostenidas tasas de natalidad, cercanas al 40‰; una elevada e irregular mortalidad, superior al 30‰, un crecimiento vegetativo muy débil y una pobre esperanza de vida entre los 33 y los 35 años. Otros hechos característicos eran la elevada mortalidad infantil (en torno al 50‰) y la mortalidad catastrófica, relacionada con las hambrunas provocadas por la pérdida de cosechas, las epidemias y las guerras (independencia, carlistas, coloniales…) En estas condiciones, a momentos de crecimiento le seguían otros de retroceso, sobre todo cuando se dispara la mortalidad catastrófica.
 Las causas que explican las altas tasas de natalidad son el predominio de una economía y sociedad tradicional, en la que los hijos eran mano de obra que ayudaban a sostener la economía familiar y debían sostener a los padres en su vejez, además de la inexistencia de sistemas eficaces de control de la natalidad.
 Por su parte, las causas que explican las altas y oscilantes tasas de mortalidad son las miserables condiciones generales de vida, responsables de una alimentación inadecuada que debilita el organismo y lo sobreexpone a la enfermedad y a la muerte; las malas condiciones médico-sanitarias y las pésimas condiciones higiénicas (carencia de los servicios de agua potable, alcantarillado, recogida de basuras…)
Aunque tarde, España experimentará a principios del siglo XX el fenómeno de la transición demográfica, pasando del régimen demográfico antiguo al moderno: En 1900 las tasas de natalidad y mortalidad se mantenían muy altas, mientras la esperanza de vida era muy baja, elementos propios de una demografía tradicional. En 1980 se había más que duplicado la esperanza de vida y España llegó a tener tasas de natalidad y mortalidad de las más bajas del mundo, entrando en una situación de crecimiento cero.
En líneas generales España mantuvo un alto ritmo de crecimiento durante todo el siglo XX, duplicando su población entre 1900 y 1980, pero en la evolución de la población española desde 1900 podemos distinguir dos periodos: la primera mitad del siglo XX y desde 1950 hasta la actualidad. (Ver gráfico 1)

1.2. Evolución en la primera mitad del siglo XX (1900-1950)
Hasta finales del XIX el crecimiento de la población española fue lento debido al moderado descenso de la mortalidad y a que existieron fuertes corrientes migratorias a América. Sin embargo, la primera mitad del XX se caracteriza por un alto ritmo de crecimiento. Esto se explica por situarnos entonces en la primea fase de la transición demográfica, donde la mortalidad cae significativamente y la natalidad sigue alta.
(Gráfico 2)
La caída de la mortalidad se debió a la mayor disponibilidad de alimentos (gracias a la revolución agraria y de los transportes) y la mejora de las condiciones higiénicas y sanitarias, que permiten una reducción drástica de la mortalidad infantil, pese a que se dieron episodios de mortalidad catastrófica: gripe de 1918, Guerra de Marruecos, Guerra Civil…
La neutralidad española durante la primera Guerra Mundial favoreció el despegue económico: desarrollo de la industria estimula el éxodo rural, lo que significa un descenso de la población rural y el crecimiento urbano. Es a partir de entonces cuando se rompe el equilibrio tradicional entre el campo y la ciudad. En 1910, la población rural española era casi del 50% y en 1970 eran ya de sólo el 22'%. Esto influirá en la dinámica natural de la población, porque la población urbana presenta menores tasas de natalidad, pero sobre todo, de mortalidad.
1.3.- Evolución desde la segunda mitad del siglo XX
En la segunda mitad del XX alcanzamos el actual régimen demográfico, caracterizado por bajas tasas de natalidad y mortalidad y un bajo crecimiento vegetativo. En esta fase distinguiremos a su vez tres etapas:
1.3.1.- Desde los cincuenta a los setenta. La mortalidad sigue bajando mientras la natalidad sigue alta, (sociedad todavía muy tradicional). A principios de los 60 se produce el Baby boom español, relacionado con la mejora económica tras el fin de la autarquía y el desarrollo industrial del país. Sin embargo, el incremento de la natalidad no se tradujo en un crecimiento real de la población debido a la fuerte corriente migratoria de españoles a países europeos que resto efectivo poblacionales.
1.3.2.- Desde 1970 a 2007 Entramos en el Nuevo Régimen demográfico debido al estallido de la Crisis del Petróleo(1973) y el inicio de la transición democrática. Amos hechos provocan una fortísima bajada en la tasa de natalidad, que llega a ser, en los años 90, de las menores de Europa y hace que la tasa de hijos por mujer quede lejos del nivel de reemplazo generacional (2,1).
Las causas que explican esta drástica reducción de la natalidad son diversas: Crisis del Petróleo, progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral, despenalización de los anticonceptivos, disminución de la influencia religiosa, aumento del nivel de vida y cultural, cambio de mentalidad de la sociedad española y el diferente significado económico de los hijos.
Por su parte, la mortalidad se mantiene en tasas bajas durante este período, si bien desde 1.981 ha aumentado ligeramente debido al envejecimiento de la población, pasando de cifras inferiores al 8‰ a 9,8‰ en 2007. Las causas de la mortalidad general han cambiado: disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y aumentan las llamadas “tres c”: enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes de carretera.  (ver gráfico 3)
La baja mortalidad no impide que durante las décadas de los 80 y 90 el crecimiento vegetativo o natural en algunos años sea negativo. Este llegó a ser de sólo el 0,9‰, pero se recuperó por el efecto que la inmigración de extranjeros, que contribuyó a aumentar la tasa natalidad y disminuir la de mortalidad.
Fenómenos migratorios como el retorno de nuestros emigrantes desde finales de los 70 y el comienzo de la inmigración en la década de los 90, explican que en esta fase haya un crecimiento global de la población: En 1970 había en España 34 millones de personas y en 2011 se sobrepasaban los 47 millones.
Los años entre 2001-2007 son los de más importante crecimiento de toda nuestra historia gracias a la inmigración, ya que el crecimiento vegetativo siguió bajo, pese a que se frena la tendencia a la caída de la tasa de natalidad, especialmente por el diferente comportamiento natalicio de las mujeres inmigrantes.
1.3.3.- Desde 2007 hasta la actualidad
Desde 2008, debido a la crisis, los comportamientos demográficos vuelven a variar y el crecimiento se desacelera. La inmigración se reduce, mientras que rebrota la emigración (tanto por el retorno de inmigrantes, como por los jóvenes españoles). Por otra parte la tasa de natalidad de las inmigrantes comienza a acercarse a la de las españolas. Además, la crisis hace que se desplome la natalidad, e incluso ha provocado un pequeño repunte de la mortalidad. Todo ello hace que volvamos al crecimiento cero, de hecho, la población de España comenzó a disminuir en 2012, manteniendo esa tendencia hasta 2016, año en la que la población española experimentó un modesto crecimiento (algo menos de 90.000 personas) hasta situarse en los 46.529.000 habitantes.
Pese a ello, el primer semestre de 2017 continuó con la tendencia negativa registrada en los dos últimos años, donde la mortalidad supera a la natalidad: entre enero y junio de 2017 nacieron 187.703 personas (un 6,3% menos que en el mismo período del año anterior) y murieron 219.835 (4,5% más).
1.4. Perspectivas de futuro.
 El crecimiento vegetativo se mantendrá a niveles bajos. Sólo una profunda debacle económica-social o podría propiciar una elevación sustancial de la mortalidad, por lo que está tasa se mantendrá baja o aumentará levemente debido al envejecimiento de la población. La de natalidad también es previsible que se mantenga en niveles bajos o muy bajos mientras se prolongue la crisis económica.
Los movimientos migratorios son una incertidumbre. Las altísimas tasas de paro provocadas por la crisis económica hace que se haya frenado la recepción de inmigrantes, mientras que se multiplican los retornos y aparece una modesta salida de españoles, en muchos casos con alto nivel académico.
2. LA DENSIDAD Y LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL.
    2.1. Evolución de la distribución.
Hasta el siglo XVIII la tendencia de la distribución espacial de la población en España estuvo marcada por dos hechos: Las regiones más pobladas eran las del norte y levante y se mantenía el predominio de la población rural frente a la urbana. Pero desde el siglo XIX se inicia un proceso de progresiva pérdida de población en el interior –a excepción de Madrid- y el mundo rural y de aumento poblacional de la periferia y el mundo urbano, fenómeno que continua en la actualidad. Entre las causas del fenómeno podemos señalar la industrialización en Cataluña, País Vasco y Asturias o las altas tasas de natalidad de Andalucía y Galicia.
Entre 1900-1970 se acentúa el desequilibrio demográfico entre el interior y el exterior. En ello tuvieron mucho que ver los movimientos migratorios internos, que se produjeron en dos fases:
*Entre 1900-1950 la población tiende a abandonar las zonas rurales para desplazarse hacia las capitales de sus provincias que, de esta manera, comienzan a crecer de manera notable.
*A partir de los años 50 la migración interna sale tanto de zonas rurales como de capitales, y se dirige hacia las provincias más desarrolladas del país: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao... Así, entre 1950-1970 casi todas las provincias españolas acabaron teniendo saldos migratorios negativos.
El resultado de este fenómeno creará en España dos zonas totalmente diferenciadas:
·       Las provincias costeras, con economías más diversificadas y ricas (industria, turismo, servicios…) que presentan un mayor crecimiento demográfico, sobre todo desde los años 50.
·       El interior peninsular, que se convierte en un espacio poco habitado y con grandes vacíos demográficos, sobre todo en la zonas rurales. Sólo se salvan las capitales regionales.
Desde 1970 no cambia sustancialmente la tendencia. Así, el interior sigue perdiendo peso demográfico, pero este fenómeno también comienza a afectar al norte peninsular (País Vasco, Asturias, Cantabria y Galicia), que al envejecimiento demográfico une los efectos de la severa crisis industrial, iniciada en 1973.
Por contra, Madrid, Levante, Andalucía, Murcia y Canarias siguen creciendo gracias a una población joven con altas tasas de natalidad y al retorno de los emigrantes españoles desde Europa.
2.2. Características generales en la distribución de la población.
En la actualidad podemos adjudicar a la distribución de la población española las siguientes características generales:
·       Aumento generalizado de la densidad de población. La densidad media para España es de 93 hab/Km2 (inferior a la media de la UE), pero con grandes diferencias entre comunidades y provincias.
·       Fuerte contraste entre un litoral fuertemente poblado y un interior semivacío. Prueba de ello es que casi la mitad de la población española se concentra en sólo 4 CC.AA: Andalucía, Cataluña, Madrid y Valencia. En la España interior hay grandes zonas con densidades por debajo de los 20 hab/Km2, mientras en las zonas costeras suelen superarse los 100 hab/km2. Finalmente, las densidades son muy elevadas en las áreas metropolitanas.
·       Concentración en áreas urbanas frente al despoblamiento de las zonas rurales.  Fue consecuencia del éxodo rural, aunque el fenómeno más reciente es el fuerte crecimiento de las zonas aledañas a las mayores metrópolis (Madrid, Barcelona…), por el “desbordamiento” de las mismas.
·       Fuertes densidades en la periferia, sobre todo en la costa mediterránea y las principales islas que desde los años 80 tienen un nivel de crecimiento mayor que la costa cantábrico-atlántica.
·       Progresivo vacío del interior, donde hay numerosos municipios por debajo de los 10 habitantes /km2. No obstante aparecen algunas áreas con municipios de elevadas densidades como Madrid y  su entorno y los ejes del Ebro y del Guadalquivir (Bailén-Andújar-Córdoba-Sevilla). 
3LOS FACTORES EXPLICATIVOS DE LA DENSIDAD Y LA DISTRIBUCIÓN.
Factores como el clima (más duro en el interior) y el relieve (sobre todo las zonas montañosas) influyen en la distribución de la población, pero son los factores socioeconómicos los que más pesan a la hora de explicar las diferencias en la distribución.
Hasta el siglo XVIII, debido al dominio de la actividad agraria, el interior estaba más poblado, pero a partir de ahí cambia la tendencia: la industria y los servicios ganan importancia y la población se desplaza a la costa. A partir de los 60 se consolidó esta tendencia a la concentración en la periferia, con las excepciones de Madrid y los valles del Ebro y del Guadalquivir. También los factores demográficos influyen en la distribución. El interior, con una población envejecida y víctima de la emigración, tiene menor crecimiento natural, frente a un litoral de población más joven y receptor de emigrantes, que crece más.
El desigual reparto espacial de la población española tiene que ver con los notables contrastes que pueden observarse entre diferentes espacios geográficos. Veamos las causas que lo explican en cada caso.
a)      Oposición costa – interior. Varios factores explican esta oposición:
o   La revolución agraria e industrial, con la mecanización, genera paro en el medio agrario –sobre todo en zonas de cultivo herbáceo del interior- e impulsa el éxodo rural.
o   La industria, factor decisivo en la revolución demográfica, se asentará desde el principio preferentemente en la costa(Cataluña, País Vasco, Asturias, Málaga…).
o   Determinadas decisiones políticas del franquismo, privilegiando industrialmente unas zonas de España sobre otras, también han contribuido al actual diseño de la distribución de la población.
o   Al vacío del interior contribuyó también la consolidación del transporte marítimo como el gran medio para el intercambio de mercancías, lo que favorece la actividad comercial en zonas costeras.
o    El desarrollo del turismo, motor d la economía española que, desde los años 60, se asienta sobre todo en el litoral mediterráneo y los dos archipiélagos, atrayendo ay dando empleo a gran cantidad de población.
o   En algunas zonas costeras mediterráneas las buenas condiciones climáticas han impulsado una agricultura intensiva de alto valor (huertas de Valencia y Murcia, cultivos bajo plástico en el levante almeriense, sector de la fresa onubense…) que ha atraído importantes flujos de inmigrantes.
o   La excepción de Madrid se explica por su capitalidad y centralidad.
b)      Oposición población rural y población urbana.
Las ciudades españolas de más de 100.000 habitantes no ocupan ni el 3% del territorio, pero concentran al 40% de los habitantes del país. El poder de atracción de la ciudad se basa en que ofrece mayores posibilidades de empleo, mejores servicios y comunicaciones, mayores posibilidades culturales y de ocio…. Por eso, a medida que nos alejamos de las ciudades grandes y medias, se observa un decrecimiento progresivo de las densidades de población y, por el contrario, las grandes ciudades han ido creando importantes áreas metropolitanas y conurbaciones. Ello evidencia que las áreas urbanas crecen más rápidamente que las rurales.
Paralelamente, la pérdida de importancia de la actividad agraria ha impulsado el éxodo rural, por el que la población se ha desplazado y concentrado en torno a los focos de la industria y los servicios.
Junto a la actividad económica, un factor muy importante en la distribución de la población en cada provincia ha sido la capitalidad administrativa, establecida en 1833 con la división provincial.
c)       Oposición Llanuras y montañas.
 Las áreas llanas presentan mayores densidades que las montañosas. Ello se debe a que las áreas de montaña han estado tradicionalmente menos pobladas y a que fueron más afectadas por el éxodo rural.
d)      Oposición Norte y Sur en el interior.
Dentro del interior peninsular, las densidades de población son más bajas en la mitad norte que en la mitad sur. En el norte existen un gran número de pueblos y municipios de pequeño tamaño. Sin embargo en el sur, el tamaño de los municipios es mayor, lo que ayuda a explicar una gran resistencia al despoblamiento, ya que ofrecen más cantidad de servicios y mayor calidad de vida. Hay pues, un fuerte contraste entre los municipios rurales de Castilla La Mancha y Andalucía, grandes y dinámicos, y los de Castilla y León, el interior de Galicia o Aragón. Estos contrastes también tienden a reproducirse en la costa: La franja litoral cantábrica es mucho menos dinámica que la mediterránea.

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