martes, 12 de marzo de 2019

TEMA 14: La industria en España.

TEMA 15. LA INDUSTRIA EN ESPAÑA
1.      El proceso de industrialización y sus principales etapas.
1.1. Los antecedentes de la industrialización en la primera mitad del XIX
La industrialización española fue lenta y tardía debido a la suma de los siguientes factores negativos
·La escasa producción energética (carbón) ·La carencia de tecnología propia, que hubo de importarse. 
·La falta de inversores nacionales ·La deficiente red de comunicaciones y ·Un excesivo peso de lo rural: el 70% de la población activa era agraria, su nivel económico era bajo y –por tanto- no existía un mercado interior que demandase productos manufacturados para estimular el desarrollo de la industria.
Además, España vivió en este periodo hechos muy perjudiciales para su economía como la Guerra de la Independencia, la emancipación de las colonias americanas o las guerras carlistas. Aún así aparecieron los primeros núcleos industriales: Los Altos Hornos en Marbella  y Vizcaya y las fábricas textiles Catalanas.
1.2 .Los inicios del despegue industrial en la segunda mitad del siglo XIX.
En la segunda mitad del XIX la industrialización avanzó bajo un sistema proteccionista, pero marcada por la  ausencia de una burguesía emprendedora  y con una gran dependencia tecnológica y financiera de otros países. Su avance era lento y con escasos focos, siendo los sectores más importantes el siderometalúrgico y el textil, concentrados en torno a Vizcaya, Barcelona y Madrid; mientras en puntos del interior sólo se desarrollaba una industria de base agraria.
En este periodo se tendió una amplia red ferroviaria, en gran parte construida y explotada por empresas extranjeras, e incluso con material importado, pues nuestra industria producía poco acero. Esta red se subordinó a la explotación minera del país por empresas británicas, francesas, belgas..., aprovechando las facilidades dadas por Ley de Bases de la Minería (1868). Con ella España se convirtió en un país exportador de minerales metálicos sin capacidad para aprovecharlos en beneficio propio. Éramos el primer país productor de hierro, que se exportaba en gran parte a Gran Bretaña desde Bilbao, y los barcos pronto aprovecharon el retorno para importar carbón, favoreciendo a la industria siderúrgica vasca en detrimento de la malagueña y asturiana, que no pudieron hacer frente a su competencia.
1.3. El crecimiento industrial hasta la Guerra Civil (1900-1939)
Durante el primer tercio del XX la industria española se afianzó gracias a la protección arancelaria, y se consolidaron sectores como el metalúrgico, textil o químico, gracias a hechos positivos como: la repatriación de capitales tras la pérdida de las colonias y los beneficios comerciales derivados de la Primera Guerra Mundial, que permitieron el incremento de las exportaciones agrarias e industriales.
Durante la dictadura de Primo de Rivera se impulsó la construcción de obras públicas, particularmente de carreteras, que ayudaron a mejorar la conexión de los mercados interiores. Pero la industria seguía acusando el retraso y la dependencia de Europa y el mapa industrial mantenía los mismos focos iniciales, de modo que empezaron a manifestarse claros desequilibrios territoriales.
1.4. La reconstrucción industrial de la posguerra (1940-1959)
La Guerra Civil truncó la fase expansiva de nuestra industria. A su fin, y en el contexto de la II Guerra Mundial, el aislacionismo y la autarquía, hubo que poner en práctica de una nueva política industrial. Así, en 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que con la participación de capital estatal impulsó sectores básicos como la siderurgia, naval, petroquímica…
A partir de 1950 cambia la situación: Los acuerdos con EE.UU. (1953) y el ingreso en la ONU (1955), pusieron fin al aislamiento y España se integró en la economía internacional, al tiempo que comenzaron a llegar capitales extranjeros. Con ello se logró una cierta recuperación en los niveles de renta.
Ahora la nueva estructura industrial era marcadamente dual: Por un lado las grandes empresas de capital público (HUNOSA, ENSIDESA...) orientadas a producir bienes de equipo; por otro, pequeñas y medianas empresas de capital privado, dedicadas a la industria de transformación y bienes de consumo.
La política industrial favoreció la consolidación industrial de Cataluña, País Vasco y Madrid en detrimento de otras regiones que permanecieron en el subdesarrollo industrial. Por eso, ante las carencias de este modelo industrial, a partir de 1959 se abordó el desarrollo industrial y económico siguiendo las directrices del denominado Plan de Estabilización.
1.5. El impulso industrializador de los años 60: Los Planes de Desarrollo
Entre 1959 y 1975 se produjo un enorme crecimiento económico (el PIB creció anualmente en torno al 7%) debido a la llegada de capital extranjero y la instalación de grandes empresas multinacionales, a la vez que España se beneficiaba con las divisas que aportaban turistas y emigrantes, empleadas en la compra de petróleo, la importación de bienes industriales y en nivelar la balanza de pagos.
El estado puso en marcha los Planes de Desarrollo e intentó difundir la industria mediante los Polos de Desarrollo y Promoción, entre los que destacaron los de Huelva, Córdoba, Granada o Burgos. Estos no dieron los resultados previstos y el desarrollo industrial volvió a localizarse en las regiones con mayor tradición industrial y sus áreas adyacentes, agravando así los desequilibrios regionales: Por un lado los espacios más industrializados (Cataluña, País Vasco y Madrid) que concentraron las inversiones multinacionales; por otro, la Meseta, Galicia, Extremadura y Andalucía, que mostraban una gran debilidad industrial. De hecho, el modelo industrial del franquismo acentuó el desequilibrio territorial, aumentando las diferencias entre regiones ricas y pobres y favoreciendo con ello la emigración en éstas.
La industria española se diversificó, pero siguió acusando los efectos negativos de la dependencia tecnológica, las importaciones y una inadecuada estructura empresarial.
1.6. Crisis y reestructuración de la industria española.
En 1974 España era la 10ª potencia industrial del mundo, pero la Crisis del Petróleo de 1973 aumentó los costes de producción y provocó una gran crisis industrial cuyas causas principales fueron:
Externas: El encarecimiento del petróleo cuando crecía su consumo y nuestra  dependencia energética de él era total; el incremento de la competencia por la aparición de nuevos países industriales o el agotamiento del modelo industrial basado en las grandes industrias de base.
InternasLa debilidad por la dependencia energética y tecnológica, el minifundismo industrial, los desequilibrios territoriales, y la complicada situación política con el final del franquismo. Esto retrajo las inversiones, hizo caer la productividad (huelgas) y explica la tardanza en adoptar soluciones.
La respuesta a la crisis fue la reestructuración industrial. En 1984 se inició la RECONVERSIÓN de los sectores en crisis y la reindustrialización. La primera se centró en el sector siderúrgico, naval y textil, con el objetivo de reducir la producción y el tamaño empresarial, modernizar la tecnología… y afectó a grandes empresas del INI. A la vez se apostó por sectores más dinámicos como la automoción.
La reconversión disparó el paro. Para paliar el problema se aplicaron los planes de reindustrialización con la creación de las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR), que volvieron a concentrar la inversión en las zonas más ndustrializadas y agravaron los desequilibrios.
1.7. La industria tras el ingreso en la Comunidad Económica Europea.
A partir de 1991 asistimos a una nueva reconversión industrial impuesta por Europa tras nuestra entrada en la C.E.E., aunque los efectos económicos positivos de esta entrada paliaron sus efectos. Desde entonces la política industrial española sigue sus directrices. A cambio se eliminaron las ayudas estatales, se produjo el desarme arancelario y se inició una política de privatizaciones de empresas estatales. Las ayudas comunitarias ha potenciado la investigación, promoviendo los programas de I+D o I+D+I, las inversiones en formación de mano de obra, ayuda a pequeñas y medianas empresas, etc.
2.     Factores de la actividad industrial.
Los factores que más condicionan la actividad industrial son las materias primas y las fuentes de energía.
2.1 .Las materias primas. Han sido factor clave de localización industrial y se clasifican según su origen:
a) De origen mineral. Se concentran en yacimientos y su extracción se realiza en canteras o minas. Encontramos cuatro grandes grupos: Minerales energéticos (usados como fuente de energía: carbón, uranio...); minerales metálicos, ubicados en el zócalo paleozoico y los rebordes alpinos y usados por las industrias metálicas, químicas…; minerales no metálicos, muy extendidos por el territorio y de los que España es exportadora; y rocas industriales (mármoles, granitos, pizarras) que se localizan según el mapa litológico y se destinan sobre todo a la construcción.
b) De origen orgánico. Entre ellas encontramos: Materias primas de origen animal o vegetal, que tienen mucha importancia en la agroindustria española y cuya localización es un reflejo de los mapas de cultivos y aprovechamiento y usos del suelo en España; y materias primas de origen forestal, que abastecen parte de la demanda de celulosa y madera, de la que España es deficitaria.
2.2. Las fuentes de energía.
Las fuentes de energía se clasifican en: renovables; que se obtienen de fuentes naturales inagotables y cuyo uso no compromete su existencia, y no renovables; aquellas  que presentan reservas limitadas.
Entre las no renovables destacan: El carbón. Abundó en las cuencas sedimentarias del Carbonífero: Cordillera Cantábrica (Asturias, León, Palencia); Sierra Morena (Peñarroya-Pueblonuevo) y Sistema Ibérico (Teruel). En el XX se fue sustituyendo por el petróleo, pero en 1973 su uso se reactiva por la crisis de éste. El 1 de enero de 2019 las apenas 12 explotaciones que quedaban en España echaron el cierre, al agotarse la prórroga final dado por la C.E. a una actividad económica deficitaria desde hace décadas.
El petróleo. Sigue siendo la primera fuente de energía, al ser la base de la automoción, la calefacción, producción de electricidad… Nuestra geología no favorece su presencia pero se encontraron pequeños yacimientos en Burgos, Tarragona, Valencia... y se hacen prospecciones, con poco éxito, en el Golfo de Cádiz y Canarias. La producción propia apenas cubre el 0,2% de nuestras necesidades.
El uranio Se encuentra en las penillanuras occidentales de la Meseta (Badajoz, Salamanca), pero necesita ser enriquecido en EE.UU. o Francia, lo que nos hace dependientes en energía nuclear. En 1984 se decidió suspender temporalmente la puesta en marcha de nuevas centrales nucleares (motivos de seguridad y problema de residuos). Es lo que se llamó moratoria nuclear.
Actualmente existen cinco centrales nucleares en explotación: Cofrentes (Valencia); Trillo (Guadalajara),  Vandellós II (Tarragona), Almaraz (Cáceres) y Ascó (Tarragona). Las dos últimas tienen dos unidades gemelas, por lo que el número de reactores en funcionamiento es de siete.
El gas natural. Nuestro país produce poco gas (Vizcaya, Marismas de Huelva...) por lo que tiene que importarlo de Argelia, Nigeria, Libia… y el Este de Europa.
Respecto a las energías renovables cabe destacar: La energía hidráulica, cuya aportación depende de las precipitaciones anuales, por lo que el máximo potencial está en el Norte y el mínimo en el Sur y Este.
La energía eólica. Somos un país destacado en investigación, desarrollo y producción de esta energía (5º país del mundo por potencia eólica instalada) que puede cubrir más de la 1/5 parte de nuestra demanda de energía eléctrica en los más de 1000 parques eólicos, destacando ambas Castillas y Andalucía.
La solar España es destaca en tecnología solar, aunque apenas cubre el 3% de la demanda energética. La suspensión de subvenciones a esta energía en 2008 no ayudó a su desarrollo.
Mucha menos importancia tiene la energía obtenida de las biomasas, la energía  geotérmica, o la maremotriz, que tiene potencial en la Costa Cantábrica, Gallega y Canarias.
3.     Principales sectores industriales.
Los sectores industriales se agrupan según su antigüedad o grado de actualización. Así distinguimos entre los sectores tradicionales, los sectores dinámicos y los sectores de vanguardia.
3.1. Sectores industriales tradicionales.
La METALURGIA BÁSICA, por ser base de otros sectores, por su dimensión económica y generación de empleo, es uno de los principales sectores de la industria. En ella distinguimos:
· La siderurgia. Tiene dos modalidades: la siderurgia integral, que obtiene acero en los altos hornos a partir de mineral de hierro. Se consolidó en el País Vasco, para luego extenderse, impulsada por la creación de acerías públicas del INI, al Mediterráneo (Altos Hornos del Mediterráneo) y Asturias (Ensidesa); pero su tamaño en relación con la demanda interna española originó su crisis y posterior reconversión.
La siderurgia no integral obtiene acero en hornos eléctricos a partir de la refundición de la chatarra. Al contrario que la integral posee una estructura empresarial de menor tamaño, por lo que resistió mejor la crisis. Actualmente su implantación abarca a Navarra, Asturias y Cataluña.
· La industria de transformados metálicos está asociada a la pequeña y mediana empresa  y tiene mayor difusión espacial, aunque se localiza preferentemente en País Vasco, Cataluña y Madrid.
·Mucho más reciente en el tiempo es la rama de electrodomésticos, ligada a las industrias metalúrgicas. Su expansión fue paralela a las transformaciones de la sociedad en los años 60, a la adopción de nuevas fuentes de energía para uso doméstico (gases butano, propano y natural) y a la generalización de la industria del frío. En principio, fue una industria muy atomizada en empresas de tamaño medio, aunque después sería reestructurada mediante procesos de concentración industrial.
·La construcción naval.  Durante el franquismo, y por iniciativa del INI, se crearon grandes astilleros en enclaves significativos del litoral (Ferrol, Cádiz). Fueron grandes empresas públicas (Astano, Empresa Nacional Bazán) especializadas en la construcción de petroleros y graneros, con las cuales España ocupó un lugar de privilegio en la lista de países constructores. Sin embargo, la crisis del petróleo les afectó muy negativamente: por un lado, la crisis reveló sus deficiencias estructurales, por otro, el encarecimiento del crudo obligó a transportarlo en barcos de tonelaje medio. Así, a partir de 1990 descendió la construcción de barcos y se aplicó una dura reconversión industrial que generó desempleo, cuyos efectos sociales trataron de paliarse con la creación de zonas de urgente reindustrialización (caso de la bahía de Cádiz).
Además, existen empresas de menor tamaño dedicadas a la construcción de barcos de pesca o de recreo.
 La  INDUSTRIA TEXTIL, CUERO y CALZADO son muy importantes en el tejido industrial español. El textil catalán fue uno de los pilares de la industrialización y supo después adaptarse a los cambios en un proceso de concentración empresarial. La industria de la confección está formada por multitud de pequeñas industrias que, como las del calzado, están muy dispersas, aunque dominan en la zona mediterránea.
3.2. Sectores industriales dinámicos.
Suelen ser actividades con un alto componente tecnológico, que requieren grandes inversiones, capital multinacional y grandes instalaciones fabriles. Entre ellos destacan:
·El sector del automóvil se desarrolló en España en la década de 1960, siendo entonces uno de los impulsores del crecimiento económico. Prosperó bajo la protección estatal y al amparo de las inversiones de grandes marcas multinacionales y del INI, que valoró su gran influencia directa en la economía  y su capacidad de activar las numerosas empresas auxiliares de las que recibe componentes.
España cuenta con importantes plantas de fabricación de automóviles distribuidas por toda la geografía nacional (Madrid, Martorell –Barcelona-, Vigo, Valencia, Valladolid, Zaragoza…) y es uno de los sectores exportadores de nuestra economía. También sufrió los efectos de la reconversión, centrada en el saneamiento técnico y financiero, con el concurso de inversiones extranjeras y estatales.
·El sector químico incluye la industria petroquímica la química de transformación. La primera tiene su base en grandes complejos industriales asociados a las refinerías de petróleo (Tarragona, Huelva, Algeciras...). La segunda tiene mayor dispersión espacial, aunque su localización preferente coincide con las regiones más industrializadas del país: País Vasco, litoral catalán y área metropolitana de Madrid.
·El sector agroalimentario ha cobrado gran importancia. Se caracteriza por la diversidad en cuanto a la naturaleza de los productos y la amplia distribución geográfica. En general predominan las pequeñas y medianas empresas, vinculadas a las áreas de regadío, aunque también existen grandes empresas multinacionales en ramas como los derivados lácteos, el aceite, etc.
3.3. Sectores de vanguardia.
A la vanguardia de la industria y con una clara proyección de futuro se hallan los sectores de tecnología punta, cuyo desarrollo ha sido impulsado por la Administración, al ser imprescindibles para los restantes sectores industriales. Su importancia radica en la gran importancia que ha alcanzado la tecnología, pues el valor de los bienes industriales no procede ya tanto de sus componentes materiales como en el de los tecnológicos.
En energías renovables, España es -sin duda- líder mundial, siendo importantes las empresas dedicadas a las infraestructuras de transporteextracción de crudo, tecnologías de la información y las comunicaciones, telecomunicaciones por satélite, sector aeronáutico o hemoderivados.
Las principales industrias se localizan en Madrid, Barcelona, zona de Levante, Sevilla, Málaga, Zaragoza…
4.     Distribución geográfica de la industria en España.
Desde sus orígenes la industria española ha tenido a la concentración en áreas determinadas.
Este fenómeno se debió, en principio, a la disponibilidad de materias primas y fuentes de energía como factor de localización industrial. Más tarde se fueron seleccionando las zonas según sus ventajas comparativas. Se consolidó así un modelo de ocupación industrial polarizado en el País Vasco, Cataluña y Madrid que, a medida que iban creciendo, atraían nuevas empresas que se beneficiaban de la proximidad a otras industrias, de la concentración de la demanda, de la dotación de servicios e infraestructuras, etc.
Este modelo alcanzó su plenitud entre 1965-1975, cuando se concentró el mayor crecimiento industrial en las áreas metropolitanas más grandes. A ello se unieron los efectos de los Planes de desarrollo, que favorecieron la implantación y desarrollo de las grandes multinacionales del sector químico y automovilístico, y la reconversión industrial, que volvieron a concentrar las inversiones en estos espacios.
El modelo comenzó a variar en los años 80 al aparecer problemas como el encarecimiento del suelo industrial, déficit de infraestructuras, etc., frente a los cuales se ofrecía como solución la descongestión industrial y la búsqueda de nuevos emplazamientos. A ello ayudaron la mejora generalizada de los sistemas de transporte y comunicaciones y las medidas de atracción industrial aplicadas por los gobiernos regionales. Todo esto supuso la mayor difusión espacial de la industria.
En el nuevo mapa industrial de España se advierten las siguientes características:
a) Consolidación de Madrid y Barcelona como centros neurálgicos de la industria Española. Sus respectivas áreas metropolitanas han consolidado una potente y diversificada industria que en los últimos años ha experimentado dos tendencias opuestas: por una parte, la crisis y la reconversión de importantes sectores industriales y, por otra, la revitalización de sus tejidos industriales a partir de la instalación de establecimientos dinámicos y de sectores de alta tecnología.
b) Declive de los espacios tradicionales de la industria española, particularmente los situados en la cornisa cantábrica, que se hallan en proceso de retroceso, a consecuencia de la crisis que afectó a los sectores tradicionales de su industria (metalurgia, petroquímica, naval) y cuya caída ha afectado muy negativamente a las pequeñas y medianas empresas relacionadas con ellos. El declive ha afectado a Asturias, a Cantabria y, con especial intensidad, al País Vasco.
c) Espacios industriales en expansión, entre los que destacamos las áreas periurbanas y los ejes de desarrollo. En las áreas periurbanas de numerosas ciudades se han consolidado áreas industriales al amparo de la proximidad a los mercados y los centros de distribución, las facilidades para adquirir suelo industrial, la situación estratégica de las vías de comunicación, etc. Estas instalaciones forman franjas o coronas que concentran industrias diversas en un espacio intermedio entre ciudad y espacio rural.
Los ejes de desarrollo son el resultado de los procesos de difusión espacial de la industria a lo largo de corredores que comunican áreas industrializadas; los más dinámicos son el eje del Ebro y el eje del Mediterráneo. El primero aprovecha los beneficios geográficos de su situación entre el País Vasco y Cataluña, y su buena accesibilidad a la Meseta. El eje Mediterráneo, desde Girona hasta Murcia, acoge una industria muy diversificada que se beneficia del amplio mercado que le proporciona la altas densidades de población en el litoral. Además de estos dos ejes, hay otros interiores, igualmente dinámicos, como el del Henares, que se extiende desde Madrid hacia el norte. En cuanto a los ejes regionales secundarios, son buenos ejemplos los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, del Guadalquivir, etc.
d) Los espacios de industrialización escasa se corresponden con las zonas interiores del país y algunas periféricas. Por un lado, los espacios que fueron objeto de industrialización inducida como Zaragoza, Valladolid, Burgos, Huelva-Cádiz-Sevilla; por otro grandes espacios como Castilla-La Mancha o Extremadura de gran escasez industrial por su baja densidad de población y la falta de tradición industrial.

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