La corriente ultra cuida mucho el lenguaje, en dos frentes: el de la mentira y el de la guerra cultural. Respecto a la mentira porque los ultras tienen por objetivo engañar, para que los apoye, a la mayoría social a la que quieren perjudicar. Esto es, tienen que conseguir que una mayoría vote contra sus intereses. Esto se consigue en parte mintiendo (los impuestos se los queda el Gobierno, los okupas te quitarán la casa, los inmigrantes nos invaden), pero también logrando que la gente considere secundarios sus intereses ante una urgencia mayor (España se rompe, el terrorismo sigue vivo, las calles son un caos) o que los sacrifique para priorizar los que a ellos más interesan (algunos verán más urgente enchironar a Sánchez que tener médico y a otros les irritará más que un "podemita" esté en el Gobierno que quedarse sin jubilación). Los bulos y disparates de los fachas no son locuras, tienen método. La infantería ultra, su carne de cañón, es la que dispara a discreción en ForoCoches, pero los estrategas son expertos con despacho. Lo grave es que muchos bulos y mentiras, tan grotescas que apenas se tragan ni los más necios, son eficaces como propaganda y tienen gran utilidad. Son útiles porque confirman emociones negativas intensas entre los "cabreados" con el sistema. Si algo coincide con tu estado emocional se acepta mejor que su coincide con los hechos. Son útiles porque cuando conectas con el estado emocional, eso sirve para fortalecer el vínculo grupal y el simbolismo del líder. Además, las mentiras que se sostienen en la furia y el odio llegan más que cualquier idea abstracta por poco compleja que sea. Gritar, por ejemplo, que se rompe España, es incitativo y desgarrado, es un grito de combate que invita a la acción ciega a la gente embrutecida. Aunque los disparates ultras no engañen (¿en serio cree alguien que los inmigrantes se comen las mascotas?), aturden, desquician el ambiente con ruido, "encabronan" y consiguen que la gente no crea nada y que, a la vez, se crea cualquier estupidez. Ese descreimiento sin principios es la base de la barbarie de las distopías fascistas. El otro frente lingüístico que cuidan los ultras es el de la guerra cultural que mantienen con las mujeres que no se les someten, homosexuales, inmigrantes, discapacitados, pobres, ancianos... O feminazis, maricones, moros o sudacas -mejor, "de mierda"-, tarados, fracasados, "cobra paguitas", como a ellos más les gusta desde su óptica de gañán con palillo en la boca en la barra del puticlub. La tracción de los ultras es el odio hacia sus adversarios, hacia los "progres" de toda condición, ideológica, sexual, de género, religiosa... Su matonismo se basa en la violencia verbal y la falta de modales. Por eso con el lenguaje son directamente groseros y provocadores. Pero su sueño es que nadie les impida empuñar sus motosierras para podar el Estado con sus derechos y libertades y, si es necesario, cortar la cabeza de los más díscolos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.