Antes era muy común escuchar aquello de "es verdad, que lo han dicho en la tele". Eso era antes de que muchos medios se hayan convertido en una charca pútrida y pestilente. En este sentido la peor política y los peores medios se retroalimentan. Lo hemos visto esta semana. La exdiputada Noelia Núñez ha sido fichada por el programa "En boca de todos", del telecarroñero Nacho Abad, tan rápido como ha dimitido por descubrirse que falseó su currículum. Sus mentiras han sido premiadas con un micrófono en un programa propagandístico. El tipo de programas que ejercen el dicho de “cuanto peor, mejor para mis intereses económicos y políticos”. Es toda una declaración de intenciones: hasta cuando la mentira es delatada, sentenciada e incluso termina con tu carrera política te ofrecerán un chiringuito al que amorrarte. Ya estamos acostumbrados. Recordemos a Cristina Cifuentes, otra falseadora de títulos y ladrona de cremas. Los medios afines sí pagan a traidores a la decencia y la verdad. Núñez y un determinado tipo de tele demuestran como el pseudo periodismo prevalece y el ruido arrasa con la preparación. Mientras magníficos periodistas jóvenes viven sirviendo copas la morralla periodística y política copa las tertulias televisivas, evidenciando que la meritocracia del estudio no existe. Muchos medios eligen a sus colaboradores meramente por su capacidad de calentar cabezas. Da igual el conocimiento o la profesionalidad, lo importante es el odio o fervor que despierten en los ciudadanos. El show y el rédito político está por encima de la verdad. La mentira ni siquiera está mal vista, ahora se premia. Muchos medios de comunicación ya no se diferencian de las cloacas de las redes sociales, donde la opinión indocumentada e interesada, sin filtros, sin contextos, sin tregua, sin verdad, pero con mucho odio, sectarismo y crispación, triunfan sin paliativos.
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