jueves, 15 de mayo de 2025

Sionismo eurovisivo

En 2022, tras la invasión de Ucrania, los organizadores del festival prohibieron que Rusia tuviera representación en el evento. Fue una decisión acertada. Con buen criterio, la UER alegó que el veto a la participación de la televisión rusa se debía a la “violación de los valores que todo servicio público debe salvaguardar”. Cinismo en estado puro. ¿Por qué no se ha aplicado ese mismo principio a la televisión estatal israelí, que cuenta el genocidio de su ejército sobre la población de Gaza como si fuera un heroico acto de defensa? Eurovisión 2024, en plena ofensiva salvaje contra Gaza, ofreció un espectáculo bochornoso. La organización cerró los ojos a las actitudes provocadoras, despectivas y, en ocasiones, xenófobas de la delegación de Israel. Es más, aplicó la censura extrema e injustificada para atajar cualquier muestra de apoyo a la causa palestina. Expulsó al representante de Países Bajos, por una acusación finalmente archivada por la justicia sueca y en la final, los abucheos a Israel fueron disfrazados con sonido grabado de aplausos. Este año, cuando el genocidio progresa adecuadamente y los asesinados ya superan los 50.000; cuando a Israel ya no le quedan derechos humanos que pisotear; cuando la franja de Gaza ya sólo es un montón de ruinas; cuando los niños palestinos ya han comenzado a morir de hambre; cuando un estado colonial y racista ubicado en Oriente Medio tiene el cinismo de presentarse como europeo y democrático..., Suiza eleva aún más el listón del cinismo del establishment europeo. Desoyendo el clamor internacional, la organización del festival ha permitido de nuevo la participación de Israel. Ha tragado con que la canción, interpretada por una "superviviente" del salvaje ataque de Hamás, sea un canto justificativo a su criminal respuesta y se permite el lujo de prohibir banderas palestinas y censurar y expulsar a los asistentes que abuchean la actuación del estado sionista. Las atrocidades cometidas por los sionistas son lo de menos. Manda la geopolítica, y no hay más que hablar. Por eso a Rusia se la deja fuera y a Israel se le pone alfombra roja. Pase lo que pase, la de 2025 será la edición de la vergüenza para Eurovisión. Si Israel ganara un manto de espesa vergüenza cubriría Europa. Y no descartemos que la edición de 2026 se celebrase en un moderno palacio de conciertos levantado en el lujoso Resort que Trump propone construir en Gaza sobre las decenas de miles de cadáveres de un pueblo aniquilado.

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