viernes, 2 de mayo de 2025

Apagón humor

Como de todo se aprende, a partir de ahora cada vez que desaparezca la morcilla de Burgos del frigorífico pienso echarle la culpa a un ciberataque. Y que no me pregunten más si no quieren que decrete un apagón informativo. A mí lo del apagón no me pareció tan grave. ¿Cómo que no había luz, si hacía un solazo que ni pintado para pasear? Reconozco lo ridículo de, cada cierto tiempo, encerrarme en el coche para escuchar la radio. Pero al menos no estaba parado en el atasco de una circunvalación, esos sumideros a donde van a morir los sueños. Yo esperaba que algún locutor contara que media Europa estaba encendiendo candelas frotando dos palos. Pero qué va. Las mismas chorradas de siempre: comentarios de barra de bar, especulaciones de peluquería, entrevistas a pie de calle donde tanto las preguntas como las respuestas tienen el nivel dialéctico de cuarto y mitad de jamón de York... Que en mitad de la jodienda a nivel nacional le pregunten a un viandante que cómo se siente..., no sé, pero creo que lo que opine un fulano indocumentado que deambula por la Gran Vía no debe ser algo de vital importancia para dar una información rigurosa. Pero era eso o Radio María, que lo más cerca que estaba de tratar el problema era la repetición de una oración de alabanza a la Virgen de la Candelaria. El mayor interés era saber qué había pasado, quién tenía la culpa y si se iba a alargar mucho, que el puente estaba a la vuelta de la esquina. Las aseguradoras exigían ya que se aclarase cuanto antes el origen del apagón para poder pensar como evitar pagar las indemnizaciones. Y mientras, se rumoreaba que miles de adolescentes, apenas transcurrida una hora del inicio del apagón, habían comenzado a echar espumarajos por la boca, privados como estaban del acceso a las redes. Algunos descubrieron las ventajas que la imaginación y la manipulación digital tienen aplicadas a la práctica del "amor propio". Millones de españoles declararían que este había sido el peor día de su vida por distintas razones: Haberse visto forzados a leer un libro, beber cerveza caliente, andar por la calle mirando alrededor, no haber podido ver El Hormiguero... Cuentan que Abascal gritaba como un poseso que él se negaba a usar luz procedente de Marruecos y se había duchado calentando un barreño con un camping gas. En fin, tú dirás lo que quieras, pero yo sé que pusiste la vitro, el horno, la plancha, la lavadora, el microondas, el calefactor y el secador de pelo a la vez. ¡Poco ha pasado!

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