Cónclave

Quedan horas para que se inicie el cónclave, es decir, la junta de todos los cardenales de la Iglesia católica, reunida para elegir nuevo papa. Bueno, todos no. Los más viejunos, los que tienen más de 80 años, no tienen derecho a voto. Además algunos están "apartados" por golfos. Es el caso de Juan Luis Cripiani -el primer cardenal del Opus- separado del cardenalato por el Papa Francisco tras la denuncia de una supuesta víctima de pederastia. O de Angelo Becciu, condenado por llevarse dinero de forma ilícita. Los cardenales se reunirán en la capilla Sixtina, presidida por el censurado Juicio Final, símbolo de cómo ha actuado tradicionalmente la Iglesia cuando algo no le gusta. La misma Iglesia que sostiene que Dios, a través del Espíritu Santo, juega un papel fundamental en el Cónclave. Pues no sé yo si la paloma podrá vencer la polarización de los purpurados. Ignoro qué bando va a gozar del acompañamiento divino, si el Papa ornamental y trentino que se dirige Urbi et Orbe desde los balcones del Vaticano, o el papa enrollado que invita a pobres, yonkis y putas a tomar unos piscolabis servidos por dóciles monjitas que, casadas con dios, hacen sus prácticas en la casa del papa? De momento en el Vaticano coexisten dos líneas: la de quienes apuestan por otro Papa cercano que abrace a los débiles y comparta los sinsabores de la vida estigmatizada por la pobreza, y la de quienes creen que hay que buscar un pastor diferente de aquel que se ha contagiado de la debilidad de los apestados y no puede influir entre los poderosos. Los "papaflautas" por un lado y los "carcardenales" por otro. Éstos creen que el "aperturismo" ha llegado muy lejos, se conforman con la clientela de prácticas domingueras y religiosidad popular de tintes festivos y abrazan el rosario del Ibex. Los otros se conforman con que uno de los suyos no tenga un reinado tan corto como el de Juan Pablo I. Yo estoy entre los que preferiría un mundo donde la verdad, la mentira, la honestidad, la pasión, la ética y la moral no estén asociadas a ningún dogma. Que tengamos que estar pendientes del color del humo de una chimenea sólo me sugiere arcaísmo y circo.