lunes, 26 de mayo de 2025

Jóvenes y fascismo

Es muy amargo saber que el nuevo fascismo se ceba con gente pobre. Pero es más amargo verificar que también se nutre de jóvenes y adolescentes. Atrapados por el consumismo rápido las nuevas generaciones han comprado su mensaje igual que adquieren unos auriculares inalámbricos en Amazon. Las redes digitales han sido decisivas para influir en los jóvenes desde la ultraderecha. Son un espacio idóneo para la formación de grupos de odio, violentos, que niegan el cambio climático y promueven el racismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el anticomunismo más rabioso, el rechazo visceral al "otro", al que es diferente, al que es, entre comillas, "inferior". Compran, y ya está. Ahora, a otra cosa. Y lo compran sin ticket de devolución. A "ellos" les molesta el feminismo, les da urticaria lo que llaman “feminazismo” y prefieren vivir creyendo que ¡ya está bien de igualdad!. Sólo les queda repetir sin sonrojo el argumentario de la ultraderecha, como si hubieran nacido sabios. Bravo, chavales. Entre ellas cunde la puta moda de "hoy a Pablo le apetece"y asumen roles del pasado sin darse cuenta que lo que se impone no es la razón ni el derecho, sino el catecismo en hora punta. Unos y otros desprecian la ciencia y la filosofía como si fueran asignaturas optativas de la vida. Porque cuando se acaba la esperanza, llega el miedo. Y cuando gobierna el miedo, vuelve la magia, la superstición, el dogma y el fascismo. Entonces, pensar por uno mismo se convierte en un peligro. Creer es más fácil que entender. Y obedecer siempre requiere menos esfuerzo que dudar.

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