martes, 13 de mayo de 2025

¡Pobres famosos!

Es urgente. De extrema necesidad. ¿A qué estamos esperando para crear una Asociación internacional de ayuda a las personas famosas y allegados? Llevamos un tiempo atrapados por la moda de los famosos de abrazar la "cultura del victimismo". Qué tiempos aquellos en los que los famosos eran gente despreocupada, rica y feliz. La cosa comenzó a torcerse cuando una telenovela nos enseñó que los ricos también lloran. Están ahí, a todas horas: famosos inmolando su imagen de felicidad en cualquier entrevista, afirmando cuánto sufren, desvelando su pasado de acoso escolar, abusos carnales o el sufrimiento que les causó ese profesor que les tenía manía; selfies de influencers llorando, "trigger warnings" cada dos pasos; documentales de famosos en los que se muestran abiertamente vulnerables –tal vez, demasiado–; o el empleo de un lenguaje cada vez más terapéutico en el espacio público son algunas de las manifestaciones de esta tendencia que parece ir en aumento: el victimismo chic. Un victimismo -me da- estéticamente placentero y, sobre todo, que permite "facturar". Supongo que compartir públicamente agravios y preocupaciones atrae mucha más atención y efusión emocional que la mayoría de otros eventos en los medios y redes sociales, recompensando a las personas que se victimizan con dosis cada vez mayores de atención y simpatía. A lo mejor de eso iba la resiliencia. Y, sin embargo, está moda tiene consecuencias negativas: invisibiliza todavía más a los no famosos que han sido acosados, abusados, vejados en redes, sufren problemas mentales o se deben enfrentar a serios problemas sin el airbag de la fama; y produce en ellos un autolesivo complejo de complacencia, porque, total, "quién soy yo para quejarme si hasta los famosos sufren" Y ahí estamos, vemos las noticias (o lo que coño sea eso que inunda la prensa) y nos encontramos que, ayer mismo, Sebastián Yatra -en El Hormiguero- contaba angustiado el trauma que le produjo su paso por la cárcel: "Lo pasé mal, me hizo valorar la libertad", dijo. El pobre pasó casi 24 horas en un calabozo por gamberro. En otra noticia nos cuentan que Chanel aseguró en La Revuelta que después de Eurovisión pasó por una fase crítica en su vida cuando le obligaron "a hacer cosas que no quería": "Le cogí miedo a componer", dijo, antes de subrayar la importancia de ir a terapia. Y claro, yo me acordé de mi vecina Luisa, que no tenía fuerza para arrastrar los pies pero no iba a terapia porque, entre estrecheces, apenas llegaba a fin de mes y se le iba la vida entre fregar escaleras para sacar adelante a sus cuatro hijos sin ayuda alguna y cuidar a una madre anciana postrada en cama. En fin, para muchos, el mundo entero es el escenario para representar su gran drama, ese que se premia con likes.

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