A veces pienso que el triunfo del mundo digital y el avance de la realidad virtual tiene que ver con el rechazo que nos produce este falso, cínico e irrespirable mundo real que nos aplasta. Un mundo donde el capitalismo salvaje y la ley del más fuerte, se están imponiendo, en nuestros "civilizados" países y allí donde la muerte pasa la guadaña a destajo, sin descanso, sin hartazgo, ante nuestra casi total indiferencia. La ley del más fuerte es la del hombre primitivo que para subsistir no sólo debía enfrentarse al enemigo natural, sino también al hambriento, al que no podía cazar o no sabía. Esa ley ya no se usa para sobrevivir sino para dominar, para ser el más poderoso, el más rico, el que hace la ley, el que imparte justicia a su imagen y semejanza, como su Dios, ese que da órdenes aniquiladoras de obligado cumplimiento. Estamos desarmados. Es lo que ocurre cuando dejas a un país que fotografíe todas tus calles, tus casas; que siga tus pasos allá donde estés; que controle hasta lo que hablas con tu smartphone; si consientes que unas pocas empresas digitales tengan más información sobre todos nosotros de la que en su tiempo tuvo la Gestapo; si el derecho a la intimidad ha quedado reducido a cenizas, si la libertad de expresión es algo parecido a la de difamación, si no sabemos distinguir realidad de mentira, si crees que el cambio climático que cada vez nos muestra más su fiereza es un invento de progres amargados; si Israel y EE.UU. tienen derecho a convertir Gaza en una urbanización para millonarios después de matar o expulsar a más de dos millones de personas. ¿Es que todos, absolutamente todos, hemos perdido la cabeza y el corazón, hemos dejado atrás la condición humana que tantos años de evolución costó construir para regresar al planeta de los salvajes y aniquilar cualquier rastro de civilización?
jueves, 7 de agosto de 2025
miércoles, 6 de agosto de 2025
Mirar a Gaza
Por primera vez en la historia estamos asistiendo a la trasmisión en directo de un genocidio. Y lo más terrible es que a mucha gente le da igual. O, peor, "entienden" o apoyan al genocida. En este caso hasta el silencio nos hace cómplices, por eso es necesario posicionarse. Debemos hablar, manifestarnos, gritar; sin apartar la mirada de Gaza, porque no les gusta que miremos. Mirar a Gaza implica mirar cara a cara a la maldad del ser humano, mirar a la historia y su fracaso, desde el terrible reparto de territorios que llevó a cabo la ONU en el plan de partición de 1947. No somos capaces de aprender nada. No pretendo señalar a Israel como un estado genocida pero sí a sus actuales dirigentes, a sus secuaces y a los colaboradores necesarios para sus crímenes. El signo de los terribles tiempos que vivimos lo pone el hecho de que ya no sirven las consignas como en otros tiempos que convocaban a la acción y eran efectivas. La cruda realidad es que no interesa salvar a Gaza, hay demasiados intereses bastardos en juego. Basta con que Israel desmienta y justifique su masacre meticulosa y sistemática en base a la retórica de una legítima defensa. Basta con el apoyo incondicional de los EE.UU. más cínicos, obscenos y moralmente despreciables de la historia. Basta con el amparo ideológico del fascismo internacional. Basta con la indecisión y cobarde tibieza de la U.E. Basta con la vergonzosa postura de una Alemania cada vez más tolerante con su vomitivo pasado nazi. Desde octubre de 2023 somos testigos, no sólo del desgarro que cada día vive el pueblo palestino, sino del tiempo brutal en el que se prolonga, por sus ejecutores, el sufrimiento masivo e inconmensurable cuando un exterminio está siendo perpetrado. Hoy es el genocidio gazatí, pero también es el genocidio de los derechos humanos, de la auténtica libertad, de la decencia y, mucho me temo, de la única naturaleza humana que merece la pena.
martes, 5 de agosto de 2025
Impresentables al poder
Es muy malo, casi trágico, que personajes sociópatas, ignorantes, irrespetuosos, desequilibrados y amorales, como Trump, Milei, Bolsonaro o Bukele se hagan con el poder, pero lo peor es que lo hacen aupados por el voto popular. El caso más sangrante es el Trump, elegido cuando ya dejó una profunda huella de infamia en su primer mandato, que -no lo olvidemos- terminó con el asalto al Congreso. Trump no engañó a nadie. Se mostró en campaña como el maleducado, ignorante, mentiroso y chulo que es, exhibiendo sus maneras de populista ultraconservador neurótico que es. Trump embauca a una ciudadanía cada vez más ignorante y proclive a la autolesión. Les dice que los nuevos aranceles les enriquecerán cuando ya los alumnos de primero de económicas saben que eso es falso. Este embaucamiento está en línea con el que fraguaron los promotores del Brexit en el Reino Unido, también recurriendo a ardides populistas, pero no aprendemos. La actual pasión de las clases populares por el ignorantismo, la recesión moral y el populismo predemocrático es uno de los misterios inexplicables de la humanidad. La negociación de la política comercial de la UE con Washington ha sido una humillación en toda regla. Von der Leyen ha ido a besarle el culo al "emperador" a su mansión en Escocia, donde estaba para atender sus negocios privados y jugar al golf. Se ha optado por no irritar al sátrapa. Grave error actuar así ante un imbécil sin escrúpulos. Pocos días después el déspota anuncia que quiere más, ningunea a Europa, la humilla públicamente y amenaza con subir los aranceles más aún de lo que había dicho antes del acuerdo. Y, lo peor, el sátrapa actúa como un despreciable dictador cuando lleva la arbitrariedad al conjunto de las relaciones internacionales. Ahora ha llevado sus "diferencias" con Putin al escenario del enfrentamiento nuclear. ¡Poca broma ante el choque de dos egos hiper narcisistas! Estamos, en fin, en manos de un indeseable que no cree en la democracia, ni en los derechos humanos, ni en las normas de derecho internacional, ni en la colaboración, ni en el diálogo. Lo acabaremos pagando todos. Y deberíamos pedirle cuentas a quienes apoyan a esta gentuza.
A vueltas con vuestro Dios
Es fácil encontrar a Dios en la paz, el amor o la armonía. Incluso cuando nuestra alma interior necesita alivio por la pérdida o el dolor. Pero, ¿dónde está Dios cuando hay guerra, violencia extrema crueldad, hambre, miseria, abusos...? Me temo que esos asuntos los lleva su socio, el diablo. Y a Él no parece que le afecten mucho. Hay algo infantil en la presunción de que alguien más tiene la responsabilidad de darle sentido a tu vida. Como si nosotros fuéramos incapaces de ello. La visión verdaderamente adulta, por contraste, es que nuestra vida estará tan llena de sentido, tan completa y rica como nosotros lo querramos. Además, creyendo en Dios, ¿queremos buscar sentido a nuestra vida o a nuestra muerte?. Me niego a conducir mi vida y mi muerte de manera mercantilista. Yo soy un humanista, lo que significa que trato de ser alguien decente sin pensar en la posibilidad de una recompensa o un castigo después de la muerte. Además, ¿qué tiene de malo sentir un profundo rechazo personal a la religión, si sus actividades o enseñanzas analizadas a través la historia son tan indignantes, irracionales y abusivas que merecen un profundo rechazo? Decía Saramago que "en ningún momento de la Historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar". Estoy tan de acuerdo como con Epicuro cuando se preguntaba: “¿Tiene Dios la voluntad de prevenir el mal, pero no puede hacerlo? Entonces no es omnipotente. ¿Puede hacerlo pero no lo desea? Entonces es malévolo. ¿Puede y quiere prevenirlo pero elal sigue ahí? ¿Entonces de dónde proviene el mal sino de él mismo? ¿No puede o no quiere prevenirlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?” Si acaso mi falta de creencias me lleva a la blasfemia, que el Dios que habéis inventado a vuestra imagen y semejanza me perdone.
sábado, 2 de agosto de 2025
Neofachas que cambian la voz por la coz
"Ahora lo chulo es ser facha" dice en un vídeo un menda con su pulserita de la bandera de España, mientras su colega, con aire de matón y brazo en alto, añade a gritos: “Sí, orgullosos de ser de VOX. Odiamos a los "imigrantes", queremos que se piren de nuestra patria, igual que los maricones y las feminazis". Han sustituido la voz por la coz. Les conozco, me dijo. Del instituto. Eran dos chavales que casi pasaban desapercibidos en clase, apáticos, de orgullosa ignorancia y de una rebosante mediocridad. Ahora se han convertido en hienas del rencor. Es su forma de evitar reconocerse como unos mierdas integrales. Necesitan víctimas a las que pisotear para sentirse superiores a alguien, para creer que escapan del último escalón de la escoria social. Su ideario es un batiburrillo de contradicciones, un ideario simple basado en el racismo, la homofobia, el clasismo, el rechazo al feminismo y al diferente, al cambio climático, y abrazando la exaltación al macho y a la patria, a la ley del más fuerte, el hipercapitalismo voraz, al individualismo, la competitividad feroz y la necesidad de mano dura. La que siempre han rechazado. ¡Pufffff! Un cóctel irracional asentado en su analfabetismo, en su desconocimiento total de la historia y los fundamentos ideológicos, que los lleva a hacer el saludo nazi, a alabar a Franco y al exterminador Netanyahu, a decir que aman a una patria de la que desconocen su historia, su geografía, su cultura... ¡Pero que mierda de amor es ese que se tiene a algo de lo que no se sabe nada! Hoy ser rebelde, es ser reaccionario. ¿Qué hemos hecho para crear semejantes monstruos? Quizás delegar responsabilidades, como esos colegas de profesión que se negaban a "educar". Como esos padres que ni educaban ni dejaban educar. Y así, a esos chavales no los ha educado nadie. Bueno sí, los educa la jauría de las redes. ¿Y quién domina, a base de mucha propaganda y dinero, ese inframundo que dirige a nuestros jóvenes? Pues sí, las organizaciones de extrema derecha. Por eso ganan elecciones y se han hecho con el poder del planeta esa cuadrilla de perturbados energúmenos. Y así, las próximas elecciones serán como la elección de delegados de clase cuando se presenta el alumno chungo, disruptivo, bocón, chulito, sacamantecas, ignorante y engreído. Su victoria está asegurada.
viernes, 1 de agosto de 2025
Machado
El 26 de julio se conmemoró el 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado. En Sevilla: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero". En la Sevilla de Cernuda y Vicente Aleixandre. Pero lo mismo podría haber nacido en la Córdoba de García Baena o Juan Bernier. O en la Granada de Lorca; o en el Cádiz de Alberti; o en la Huelva de Juan Ramón Jiménez; o en la Málaga de Manuel Altolaguirre y Emilio Prados; o en la Almería de María Enciso o María Lago; o en el Jaén de Rafael Porlán -aunque nacido en Córdoba- y Sabina, que de poeta también tiene lo suyo. Debería leerse más a Machado -y a todos los demás- en las escuelas y en las eras. Nunca como obligación, siempre como placer. Mejor nos iría. Evocar a Machado en estos tiempos resulta conmovedor en esta "España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía"; en esta "España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea". En esta España donde "de diez cabezas, nueve embisten y una piensa". Esta España donde "en los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva"; esta España que "en parte muere y en parte bosteza". Esta tierra donde "una de las dos Españas
ha de helarte el corazón". Los versos del poeta sevillano, jiennense, soriano, segoviano..., universal, es una llamada a la esencialidad olvidada en estos tiempos tan oscuros y desesperanzados, tan imbéciles y crispados. Machado fue un poeta profundamente humano, potente y veraz, contradictorio, sencillo e inmenso, alegre y pesaroso. Conocía como nadie a los españoles y las dobleces más oscuras de la naturaleza humana. Por eso tuvo que exiliarse, por eso murió triste, derrotado, despojado hasta de su dignidad en Colliure, junto a su anciana madre. Y en ese pueblo francés sigue enterrado, para mayor vergüenza de aquellos a los que se les llena la boca de patria pero olvidan a los que le dieron más gloria y apoyan a sus verdugos.
Pensiones y batalla intergeneracional
Desde hace algunos años los neoliberales han convertido el tema de las pensiones en otro de sus campos de batalla. Sus armas, las mismas de siempre: sembrar la incertidumbre, la preocupación y el miedo para conseguir sus objetivos. Con la ayuda de los de siempre han construido una narrativa que tiene como lema central "no hay futuro, al menos más allá del que yo te ofrezco". Y ese futuro es siempre peor que lo que ya existe. Lo único cierto es que las derechas, apoyadas por grandes bancos y fondos de inversión, promueven esta narrativa para justificar el desmantelamiento del sistema público de pensiones y abrir la puerta a su privatización. Ésta transferiría miles de millones de euros a manos de entidades financieras, que ven en las pensiones un negocio jugoso. A ellos los pensionistas les importan una mierda. Lo más terrible es que estos sacamantecas financieros y políticos impulsan una narrativa que presenta el sistema público de pensiones como un campo de batalla intergeneracional. Según ellos, los pensionistas actuales, al defender mejoras en sus prestaciones, actuarían como egoístas que perjudican a los jóvenes trabajadores en activo, condenados a trabajar más años para recibir pensiones más bajas. El mensaje ha calado rápido. "Nosotros ya no pillaremos pensiones; Me veo trabajando hasta los 70 años; Yo ya cobraré una pensión de mierda". Estas y otras frases están en boca de muchos. La idea de la insostenibilidad de las pensiones, repetida en medios y foros neoliberales, no solo es simplista, sino que oculta la verdadera naturaleza del problema: la lucha por las pensiones no es intergeneracional, sino de clases. Los trabajadores, jóvenes y mayores, deberían unirse para defender el sistema público de pensiones y desmontar el falso dilema promovido por quienes buscan su privatización. La realidad es que las pensiones públicas son sostenibles. El problema no es la demografía ni el envejecimiento poblacional, como suele argumentarse, sino la estructura fiscal y la distribución de la riqueza. Las grandes empresas eluden miles de millones mediante ingeniería fiscal, mientras que el tipo efectivo del impuesto de sociedades para las mayores empresas está muy por debajo del nominal. Es decir, proporcionalmente pagan menos impuestos que cualquier "currito" sin cualificación. Y, ya acojonados, nos ofrecen el modelo americano, donde más de la mitad de los mayores de 55 años no tiene ahorros para la jubilación; casi 5,3 millones de mayores de 65 años viven en la pobreza y casi la mitad de la población corre el riesgo de tener una jubilación empobrecida. No colabores con el sueño húmedo de los carroñeros de que la jubilación se produzca el día anterior a que te lleven al "jardín de los quietos".
Vacaciones sobrevaloradas
Feijóo, el líder del PP que tiene cara de comercial de Santa Lucía, desde que se quitó las gafas ve menos que un muerto bocabajo. En su despedida del curso político, donde le ha quedado pendiente hasta la religión, ha dicho que "las vacaciones están sobrevaloradas". Vamos, lo que viene siendo la frase típica de un cenutrio integral o la gracieta de un haragán que, trabajar, lo que se dice trabajar, no ha trabajado en su puta vida. Estos especímenes abundan mucho en la política española. ¿Verdad, Santi? El chistecito es propio de alguien que se ha acostumbrado a abrir la boca sólo para soltar paparruchas, mentiras, insultos y soplapolleces varias. Y claro, lo sacas del "buenos días" y ya se pierde. No hace falta ser experto en nada para saber que la frasecita ha caído como una patada en el hígado a los millones de españoles quemados hasta las cejas por su trabajo, a los que tienen que soportar a diario a superiores inútiles y maleducados, a los que se ven sometidos a empresarios explotadores, a los que trabajan en verano en condiciones penosas, a los que apenas tienen al año una semana de descanso, a los que trabajan a destajo cinco días a la semana por un sueldo indigno, a los jóvenes en prácticas o con contrato de formación que no tienen derecho a vacaciones, a los autónomos que no se las pueden tomar, a los millones de españoles que no tienen dinero para irse de vacaciones y, en general, a todos aquellos que piensan que sus vacaciones están más que merecidas. Pero lo de Feijoo no es tan raro. A él y sus fans también les parece que subir el salario o las pensiones está sobrevalorado, igual que sostener la educación o la sanidad públicas, autorizar la eutanasia, garantizar el derecho al aborto, reconocer los derechos del colectivo LGTBI, las leyes contra la violencia de género, la igualdad, la memoria histórica, subir impuestos a la banca y las eléctricas, las medidas contra el cambio climático.. Ya en su momento consideró innecesarios el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo y hasta la ley antitabaco. Feijoo es de la misma pandilla que nos dijo hasta la saciedad lo de que "vivimos por encima de nuestras posibilidades" mientras machacaba a las clases bajas y medias. Ojo, no vaya a ser que detrás de la frase, el que pasaba sus vacaciones en el yate de un narcotraficante, esté considerando recortar también las vacaciones. Total, están sobrevaloradas.