jueves, 7 de agosto de 2025

Volviendo a lo salvaje

A veces pienso que el triunfo del mundo digital y el avance de la realidad virtual tiene que ver con el rechazo que nos produce este falso, cínico e irrespirable mundo real que nos aplasta. Un mundo donde el capitalismo salvaje y la ley del más fuerte, se están imponiendo, en nuestros "civilizados" países y allí donde la muerte pasa la guadaña a destajo, sin descanso, sin hartazgo, ante nuestra casi total indiferencia. La ley del más fuerte es la del hombre primitivo que para subsistir no sólo debía enfrentarse al enemigo natural, sino también al hambriento, al que no podía cazar o no sabía. Esa ley ya no se usa para sobrevivir sino para dominar, para ser el más poderoso, el más rico, el que hace la ley, el que imparte justicia a su imagen y semejanza, como su Dios, ese que da órdenes aniquiladoras de obligado cumplimiento. Estamos desarmados. Es lo que ocurre cuando dejas a un país que fotografíe todas tus calles, tus casas; que siga tus pasos allá donde estés; que controle hasta lo que hablas con tu smartphone; si consientes que unas pocas empresas digitales tengan más información sobre todos nosotros de la que en su tiempo tuvo la Gestapo; si el derecho a la intimidad ha quedado reducido a cenizas, si la libertad de expresión es algo parecido a la de difamación, si no sabemos distinguir realidad de mentira, si crees que el cambio climático que cada vez nos muestra más su fiereza es un invento de progres amargados; si Israel y EE.UU. tienen derecho a convertir Gaza en una urbanización para millonarios después de matar o expulsar a más de dos millones de personas. ¿Es que todos, absolutamente todos, hemos perdido la cabeza y el corazón, hemos dejado atrás la condición humana que tantos años de evolución costó construir para regresar al planeta de los salvajes y aniquilar cualquier rastro de civilización?

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