miércoles, 27 de agosto de 2025

La nueva lucha de clases

La lucha de clases no ha desaparecido. Solo ha cambiado de escenario. Antes era la lucha entre los explotadores y los explotados, entre los dueños de los medios de producción y los obreros que venden su trabajo a cambio de un salario. Ahora, los "de arriba" han conseguido reclutar a muchos de los "de abajo" para que luchen contra los de más abajo. Hoy la lucha de clases se libra entre quienes venden gafas en la playa o recogen verduras en un invernadero y los que tienen trabajo inseguro, hijos titulados sin vivienda, pensiones mediocres o son egoístas sociales. Pero todos éstos luchan, sin saberlo, para quienes venden el país desde un despacho. Al final, los que arriesgan su libertad por cinco euros son víctimas de las grandes empresas del IBEX, de la banca, de los que se llevan sus capitales a paraísos fiscales, de los vecinos de los barrios de Salamanca de cualquier pueblo o ciudad, de quienes se enriquecen con contratos públicos amañados. Pero la tropa descamisada y la que defiende su título de clase media como un certificado de limpieza de sangre, también son víctimas de la clase dominante. Se persigue al pobre (el que no es rico), se protege al poderoso. Se criminaliza la necesidad, se blanquea el privilegio. Y mientras tanto miles de migrantes, el nuevo lumpen proletariado, formado por manteros, repartidores en bicicleta, camareros con contratos de mierda, cuidadoras que sostienen vidas ajenas, recolectores que llenan nuestras mesas, obreros que levantan edificios que nunca habitarán... son combatidos por trabajadores que ahora no quieren llamarse obreros. Los he visto este verano. Son los invisibles que hacen posible la fiesta. Los que no salen en las fotos, pero sin los cuales no habría celebración.

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