Es fácil encontrar a Dios en la paz, el amor o la armonía. Incluso cuando nuestra alma interior necesita alivio por la pérdida o el dolor. Pero, ¿dónde está Dios cuando hay guerra, violencia extrema crueldad, hambre, miseria, abusos...? Me temo que esos asuntos los lleva su socio, el diablo. Y a Él no parece que le afecten mucho. Hay algo infantil en la presunción de que alguien más tiene la responsabilidad de darle sentido a tu vida. Como si nosotros fuéramos incapaces de ello. La visión verdaderamente adulta, por contraste, es que nuestra vida estará tan llena de sentido, tan completa y rica como nosotros lo querramos. Además, creyendo en Dios, ¿queremos buscar sentido a nuestra vida o a nuestra muerte?. Me niego a conducir mi vida y mi muerte de manera mercantilista. Yo soy un humanista, lo que significa que trato de ser alguien decente sin pensar en la posibilidad de una recompensa o un castigo después de la muerte. Además, ¿qué tiene de malo sentir un profundo rechazo personal a la religión, si sus actividades o enseñanzas analizadas a través la historia son tan indignantes, irracionales y abusivas que merecen un profundo rechazo? Decía Saramago que "en ningún momento de la Historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen los unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar". Estoy tan de acuerdo como con Epicuro cuando se preguntaba: “¿Tiene Dios la voluntad de prevenir el mal, pero no puede hacerlo? Entonces no es omnipotente. ¿Puede hacerlo pero no lo desea? Entonces es malévolo. ¿Puede y quiere prevenirlo pero elal sigue ahí? ¿Entonces de dónde proviene el mal sino de él mismo? ¿No puede o no quiere prevenirlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?” Si acaso mi falta de creencias me lleva a la blasfemia, que el Dios que habéis inventado a vuestra imagen y semejanza me perdone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.