martes, 2 de diciembre de 2025

Añadido Vicente

Mi querido Vicente, este instante quizá sólo sea una isla combatida por un tiempo que fomenta la prisa y el olvido. Sólo un breve tiempo en una tierra, a la vez áspera y amable, que una vez compartimos juntos. Un territorio ignoto para nosotros, donde ambos vinimos a explorar el futuro, a sembrar vocaciones y servir de apoyo. Un territorio donde dejamos jirones de nuestra piel, pero donde también encontramos motivación, ilusiones, alegría y amistad. Quizá estaba escrito y nosotros sólo teníamos que interpretar. Así que este momento será de los que nunca olvidaremos.

Hermano, hay veces que el alma se pierde en terrenos de triste aridez. Pero incluso ahí es posible ver romper los veneros que nos ayudarán a saciar la sed. Es allí donde conviene sembrar las flores del recuerdo, pues por cada bien que pierdas nacerá una flor perfumada de nostalgia, que guarda en cada uno de sus pétalos el aroma de los que sientas ausentes.

Y si crees que tarda en amanecer, haz como el sol que nace cada día: levantarse, caldear, avanzar inexorable hacia el oeste y no pensar en la noche que pasó.

Sabes que, a menudo, me atrapan los silencios sin que pueda ello anular el pensamiento. Y no es que a veces me olvide, es que hoy te recuerdo más, aún más si cabe, y no resisto a la vieja costumbre de liberar el alma de ataduras.

Con amigos como tú el mundo brilla más, el peso es menos, el cariño más tierno, un tesoro que nunca deja de crecer,

un lazo eterno que protege del olvido. Contigo, la amistad es mano extendida, un faro erguido, un rescoldo siempre encendido, una llama transparente que alumbra la vida.