domingo, 28 de diciembre de 2025

Problemas, digo paridas, mentales.

Ya sabíamos que los ricos también lloran. Ahora constatamos, con todo lujo de detalles, que los famosos también "sufren"... problemas de salud mental. Es lógico. En una sociedad que premia la confesión pública, el dolor ya no es algo que se lleva dentro, sino algo susceptible de convertir en marca y vender. La moda está ahora en estar todo el día “gestionando emociones” y no parar de hablar de tus problemas mentales como si estuvieras en la consulta del psicólogo. Y ya sabemos que los famosos son, como la familia real, gente normal, pero también muy dados a "facturar". Así se ha creado un espacio en el que el fervor confesional y la pseudociencia memificada son la base de una nueva fiebre social. El famoso vende sus problemillas mentales como vende colonia. Ha surgido una industria en torno a la idea de que todo es ansiedad, vista como algo que el individuo posee, airea, narra y cura como signo de triunfo personal. Vamos, lo que se llama mercantilización del dolor. Y como los famosos crean tendencia, sólo hay que darse una vuelta por las redes para ver cómo cualquier "creador de contenidos" de tres al cuarto pone cara tristona, hace pucheros, llora y reformula síntomas de agotamiento psíquico con gran recompensa algorítmica. Y, de ahí, a las estanterías de todo a cien de cualquier librería, abarrotadas desde libritos de autoayuda hasta manuales de sanación y análisis neurop. Y le dan a todos los palos, incluso a los que no sabías que existían: la menopausia como base de la inadaptación social, la ansiedad matemática, el liderazgo corporativo inauténtico, las trágicas formas en que un sistema nervioso destrozado dicta la elección de pareja... Menos mal que los más acomodados pueden elegir entre una oferta de seminarios VIP y talleres dedicados a "neutralizar los recuerdos traumáticos y conectar con el yo interior" o hacer un crucero de siete días por el Adriático, donde algún gurú de moda da una conferencia sobre cómo combatir el impacto del trauma en tu bienestar. Y todo por 7.000 miserables eurillos. El problema lo tienen aquellos cuyo cansancio psíquico no es la clase de agotamiento que se va con una buena semana de sueño, un paréntesis en tu carrera o un retiro en una isla del Índico. Su cansancio deriva de su agotamiento físico y de estar muerto de miedo todo el día porque no sabes cómo te irá mañana intentando sobrevivir. La pobreza es una mierda.

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