viernes, 26 de diciembre de 2025

Parimos consumidores

Más de siete minutos dedica el informativo a la noticia del día: La alegría de los niños ante los regalos de Papá Noel. Es la misma noticia que la del día de Reyes pero aplicada a "Santa". Las mismas palabras, los mismos tópicos, el mismo mensaje sentimentaloide, la misma tontería con la coartada de los niños. Que si la magia de esa noche, que si la inocencia infantil, que si las "caritas" de ilusión, que si la alegría desbordante... Al final todo se resume en otro acto de aculturación, en la adopción de una nueva semi divinidad que, tras recorrer el mundo, se ha instalado entre nosotros como una figura de la globalización y de la hegemonía consumista. Pero todo esto no funcionaría sin un engranaje clave: la "culpa" de los progenitores. Esa culpa de querer que a tus criaturas no les falte de "ná". La comparación constante -con otras familias, con lo que vemos en redes- activa una sensación de carencia permanente. No queremos que nuestras criaturitas “tengan menos”. No queremos que se comparen, no queremos fallar. Aceptamos que la alegría, la felicidad, el cariño, también se compran. Y el mercado lo sabe. Desde antes de nacer, las criaturas ya están inscritas en un circuito de consumo: habitación, cuna, carro, portabebés, ropita, juguetes, materiales “educativos". Y la Navidad es su máxima expresión. Ahora las madres, sobre todo las de las clases bajas, no solo paren futura fuerza de trabajo; paren también consumidores inmediatos, incluso desde el embarazo. La infancia se ha convertido en uno de los mercados más rentables del capitalismo. Criar ya no es solo cuidar: es consumir "correctamente". Esto afecta, sobre todo, a las madres. La socióloga Sharon Hays llamó a esto de la culpa "intensive mothering: una ideología que exige a las madres una inversión ilimitada de tiempo, energía y dinero, independientemente de sus condiciones materiales reales. No importa si puedes o no; importa que parezca que lo estás haciendo todo bien. No sea que vayas a ser una mala madre. Y, en medio, "la ilusión" infantil como coartada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.