jueves, 4 de diciembre de 2025

Protección por explotación

Por fuerza deben existir distintos conceptos de libertad, que al hablar de libertad cada uno se esté refiriendo a cosas diferentes. Cabe, incluso, la más enorme contradicción. Así, para esta sociedad, que tiene una alta valoración de la libertad individual, no existen mayores problemas para aceptar una vigilancia masiva de las personas en las calles -espacio público- o a través de internet -espacio privado-. Un nivel de control que no ha existido nunca antes, ni por el más duro sistema totalitario. El problema es que ahora se concibe la libertad como liberación de obligaciones, de cargas, de cuidados a otros. Es una libertad egoísta, la que entiende que gozar de libertad es poder hacer lo que te de la gana. Una expresión central de esta concepción de la libertad es el consumismo: libertad para comprar lo que quieras. Eso sí, la libertad la da sólo el poseer dinero. Ello nos lleva a tener un empleo, como sea. Y mantenerlo, sacrificando lo que sea menester para subsistir y plegándonos al control del mercado. Por eso, cada vez más, se apoyan gobiernos de la extrema derecha, a pesar de su proceder represivo. La derecha radical es una maestra del cinismo al hablar de libertad. Ha secuestrado el término, lo ha deformado, prostituido, lo usa como arma ofensiva. Pero a la hora de la verdad sólo aplica políticas represivas respecto a las libertades individuales y colectivas: No, al derecho a la eutanasia; no, al derecho al aborto; no, al derecho de cambio de sexo; no, a avanzar en las políticas de igualdad de género; no, a la aceptación del matrimonio homosexual; no a la llegada de inmigrantes; no, a la educación sexual en la escuela; no, no, no... Sólo dando todo esto por bueno se entienden frases como ¡qué vuelva Franco,  ¡viva Trump!, ¡Libertad para Bolsonaro!, ¡Milei, carajo!. Parece que volvemos al medievo, donde ante el debilitamiento del Estado, la desaparición de la seguridad, la incertidumbre, el miedo, la violencia, la anemia cultural y el avance del oscurantismo, los hombres libres renunciaron a sus propiedades, e incluso a la libertad individual, para conseguir la protección de los poderosos. Cambiaban protección por explotación. Se convertían en siervos y perdían sus libertades. Pues eso.

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