Pocos antes de escribir su novela "1984", G. Orwell analizó cómo la decadencia, la degradación del lenguaje, la cultura y la política estaban interrelacionadas, y contribuían a una cultura superficial y deshonesta, de un lenguaje vacío y sin sustancia, lo que hace que se pierda la capacidad de provocar reflexión crítica y dinamita la autenticidad. Se crean así sociedades pasivas y conformistas que aceptan, sin cuestionar, la narrativa dominante. Pues si esto lo aplicamos a la tele y, concretamente, a los "talent shows", ni te cuento. La mecánica es sencilla: un jurado especializado valora y elige a los mejores concursantes con talentos supuestamente extraordinarios. Pero ahí llega el tío Paco con las rebajas. Uno espera descubrir "talentos" y acaba viendo a Celia Villalobos echándole hueso de canilla al puchero y a otros famosetes jugando a las cocinitas en Máster Chef, o a un chiquillo zumbando inmisericordemente un tambor en Got Talent. Los talent shows son otro producto de entretenimiento para ingenuos aburridos, un artificio neoliberal para volver a colarnos la milonga del "si trabajas y crees en tí puedes alcanzar tus sueños". Al final todos funcionan, esencialmente, de la misma manera, ya se trate de hacer un suflé de lentejas con cebollino, cantar rancheras, aguantar la respiración en una bañera o coser el dobladillo de un pantalón. Una peña de concursantes variopintos, mejor famosillos, o con las historias personales más abracadabrantes que los del casting hayan podido encontrar, se convierten en "aspirantes" enfrentados a un jurado que ha visto más de lo debido "La chaqueta metálica". Todo el santo día teniendo que demostrar el esfuerzo, la pasión y que eso que están haciendo es su principal reto vital. Y si no lo consigue se desata la tragedia. Imáginate a un fulano que quería hacerse famoso haciendo escabeches en prime time y "tiene que abandonar el concurso", ríete tú de Edipo Rey. En estos shows los concursantes son lo último que importa, salvo que sean famosos o te llames Victoria Federica y metas en la saca 20.000 € por programa. Entonces el baboso y el servilismo rompen moldes, porque el trato de favor a algunos -por encima de las ilusiones de los demás-, son una constante en estos programas. Pero lo mejor son los jurados de famosetes jugando a tribunal de oposición de la señorita Pepis. Suelen ser profesionales con más nombres que calidad, artistillas amortizados, graciosetes, profesionales de la farándula, tertulianos reciclados o amiguetes del productor. Ahí están, con sus comentarios vacíos que se limitan a tonterías y obviedades, trufados de chistes de 1⁰ de monologuista, sentimentalismo barato, lagrimillas de a peseta el cuarto y mitad o declaraciones de adoración eterna. Emiten sentencias que cualquier aficionado podría haber desarrollado con bastante más criterio. Lo doloroso es que, para mucha gente, todo esto es precioso y cree estar viendo un enfrentamiento entre héroes y titanes, pero lo cierto es que el club de los mediocres está plagado de gente que cocinó en Masterchef, berreó en La Voz o superó las pruebas de El Desafío, aunque nunca se hayan presentado a una oposición.
sábado, 1 de marzo de 2025
viernes, 28 de febrero de 2025
Dignidad en extinción
Va a haber que inventar nuevos adjetivos para definir a Trump, pues este esperpento tóxico se supera día a día con su comportamiento ignominioso. Este tipo sería sólo un multimillonario grotesco y fanático si no fuese porque le aplauden millones de otros fanáticos y, sobre todo, porque tiene poder para joder al mundo. Un tipejo que se ha encumbrado gracias a la enfermiza fascinación que la riqueza y el éxito personal a ella ligada ejerce sobre gente muy pobre en valores, en la que ha calado su discurso de odio disfrazado de "políticamente incorrecto". Este malnacido es un multimillonario megalómano y narcisista, que posee la peor de las ignorancias, que no es otra que la del que cree saberlo todo. Es un meganarcicista que se cree con el derecho de abrir su bocaza y decir lo que quiera por muy descaradamente asqueroso y odioso que sea. Cáustico, engreído, indecente y mentalmente incoherente. Un peligroso demagogo, que se toma a sí mismo por alguien superior, gracioso e imprescindible. Un mentiroso compulsivo, un difamador profesional que encuentra placer en insultar y maltratar a los demás. Habrá quien siga pensando que es un idiota, pero es mucho más que eso. Trump es un depravado con numerosos vicios. Es un idiota, sí, pero un idiota peligroso por su malévolo espíritu de saqueo y codicia, por su inclinación a la violencia ciega y bruta, por su irreflexiva y absoluta falta de respeto hacia toda persona y cultura ajena, por su continua burla a la verdad, porque todo en él es pura indecencia. No es el momento para muchas cosas: no es el momento para el optimismo, ni para felicitaciones, pero tampoco es tiempo de dar la espalda ni de limitarse a discursos eruditos. No son tiempos para pusilánimes, ni para equidistantes, ni para conformistas. Nos va el futuro en ello. Y no hablo de un futuro mejor, hablo de la simple existencia de futuro. No es momento de tragarse la rabia, ni de ignorar el odio, ni actuar de forma frívola o esconder la cabeza. No son tiempos de tener miedo porque el miedo que nos inoculan es el que nos ha traído hasta aquí. Tampoco son tiempos de ignorar las advertencias, porque se hace tarde, porque nos lamentaremos a posteriori o dejaremos que el pasado se convierta en nuestro destino. Son tiempos para recoger la bandera de todos los hombres y mujeres que, antes de nosotros y por nosotros, han luchado para defender la democracia, la auténtica libertad y, sobre todo, la dignidad. Eso es lo que nos jugamos, poder seguir viviendo con dignidad o someternos al modelo que quieren imponernos temibles, monstruosos y malvados personajes.
Sorpresas te da la vida
Empiezo a no saber distinguir entre neoliberalismo salvaje, libertarismo y simple fascismo. Los votantes de estas opciones políticas, salvo que tengan el riñón forrado y las espaldas bien cubiertas, harían bien en conocer las políticas que aplican o favorecen. Más que nada para saber lo que se les viene encima. Que se lo pregunten, por ejemplo, a los algo más de dos millones de empleados públicos que han comenzado a recibir presiones y ofertas de ridículas indemnizaciones -ocho meses de sueldo- si renuncian a su trabajo. Aunque Musk ha mostrado su preferencia por hacer con ellos lo que ya hizo con los empleados de Twitter cuando adquirió la compañía: enviarles un e-mail para anunciarles su despido. Que se lo pregunten a los votantes de Milei, sobre todo a los pensionistas, principales afectados de su política de motosierra. En un país donde siete millones de jubilados cobran la pensión mínima (unos 221 euros), su presidente, primero, las recortó un 22%; después las congeló y ahora tiene un plan para
eliminar casi el 70% de las pensiones de invalidez. Y para facilitarlo ha publicado un documento oficial donde, con toda la crueldad del mundo, califica a las personas con discapacidad intelectual en varias categorías, tales como “idiotas”, “débiles mentales”, “imbéciles” y “retardados". Eso le ha servido para justificar la baja, por lo menos 200 mil pensiones, sólo en lo que va de año. O que se lo pregunten a los currantes que votan a Ayuso, que en su incansable esfuerzo por abrir oportunidades de negocio para sus favoritos y sus familiares, defiende a ultranza e inyecta cientos de millones de Euros a la empresa Quirón. Que curioso que Quirón Prevención, que batió su récord de beneficios en 2024, sea el principal cliente de la pareja de Ayuso. Deberían preguntarle a la "parejita" que opinan de la sentencia del Tribunal Supremo que condena a Quirón por el despido ilegal de una trabajadora, alegando "notable disminución del rendimiento" cuando estaba de baja médica por un cáncer de endometrio y una depresión. Sí, estos ilusos deberían preguntar, no sea que esperando una agradable sorpresa sólo acaben recibiendo golpes.
jueves, 27 de febrero de 2025
29/02/2025
Hace unos días se cumplió el cuadragésimo cuarto aniversario (qué ganitas tenía de escribir un ordinal en un mundo de incompetentes matemáticos) del golpe de estado del 23F. Los ultras, cada vez más numerosos y descarados, han aprovechado para glorificar a Tejero que, a su vez, acaba de firmar un manifiesto que reivindica la dictadura. Y al otro lado de la calle estaban los lameculos palaciegos y los que no se quieren enterar de la verdad, alabando la intervención "salvadora" del Emérito en favor de su pueblo. A mí este "campechano" me da lastimilla, por anciano decrépito: Un pobre señor paseando las ortopedias por el extranjero, qué crueldad, aunque haya sido y siga siendo un golfo. Don Juan Carlos me inspira compasión cuando mezclo el relato que nos han vendido, con la realidad. Un pobre hombre, "como uno más" que no tenía nada y fundó la monarquía en el garaje de la casa de sus padres. Qué empezó doblando mantos reales en un sótano de El Pardo. ¡La clásica historia de superación! Luego, y tras llorar a moco tendido la muerte de Franco, su valedor y padre político, en vez de ejercer de emperador absoluto… ¡nos trajo la democracia! ¡Él solito, sin ayuda de nadie! Y cuando Tejero asaltaba el Congreso, la sede de la voluntad popular, y Milans del Bosh llenaba Valencia de tanques, este demócrata desnaturalizado de toda la vida esperaba a que el fracaso del golpe -que el mismo había muñido- estuviese maduro para salir a dar un discurso y salvarnos a todos. ¡Qué risa! Y ahora, este país de desagradecidos, en vez de lamerle el cetro y sacarle brillo a su corona, lo vituperar y exilia. ¡Maldita panda de egoístas, recua de malagradecidos! Seguro que ahora, el abuelete, el gran timonel de la transición estará apenado, sentado en la casa opulenta de algún amigacho, pensando en que solo lo recordarán como el de las querindongas que todos pagamos, el del elefante y el de la fortuna a golpe de maletín. Está demostrado que los reyes son la primera preocupación de ellos mismos, pero me cuesta mucho comprender la pena de sus vasallos. ¿Es que quieren un marquesado, o simplemente son serviles enfermizos? Y no paran: Que si han sido errores de un anciano enamorado, que si todo lo bueno que ha hecho tapa lo malo, que si en el mundo árabe aceptar "donaciones" es ser agradecido, que si esto en realidad es una maniobra para derrocar el Estado de derecho e imponer una tiranía soviética, que si la abuela fuma. Yo creo que deberíamos pagarle una indemnización por este ultraje y montarle una recepción de desagravio: con elefantes, saudíes, banqueros suizos, confeti de la Constitución, pesetas de las de "caudillo de España por la gracia de Dios" y una buena ristra de muchachas a las que les pueda ingresar millonadas para que vivan dignamente.
28/02/2025
Como establecen las leyes de Murphy, todo lo que puede empeorar, empeorará sin remedio. Es lo que está pasando con Trump. Que era un bufón malencarado y con mala leche lo sabíamos todos. Pero ahora se desvela que es también un caprichoso matón de un infantilismo extremo, unas ansias de poder insaciables y una falta total de principios morales. Un espeso manto de estupor recorre el mundo pensante, opuesto al formado por la gente que le apoya y le ríe sus malditas gracias. Una sensación de impotencia ante lo inevitable de un desastre de proporciones bíblicas se apodera de aquellos que saben distinguir entre la patanería de un imbécil y la esquizofrenia. Trump es de esos especímenes poco evolucionados que admiran la fuerza bruta, la ley del más fuerte, del grosero, del maleducado, del cruel, del matón. La diplomacia, el diálogo, el respeto, la comprensión, la cesión, la empatía, el reconocimiento del error son para esa gente muestras de debilidad, cosa de "mariquitas", blandengues, "rojos" y fracasados. Ésta gente pretende construir un mundo regido por leyes inmutables, inhumanas e injustas que premien al fuerte y castiguen a los débiles y a los que ellos-en su insuficiencia mental-consideran "desviados". Quieren que, en beneficio de sus intereses, volvamos a ser las bestias que hace mucho tiempo dejamos de ser, pese a que todavía, conforme el nivel de ignorancia aumenta, seamos capaces de cometer las mayores brutalidades que se puedan imaginar. Y eso nos lleva directamente a lo peor del fascismo. A poco que se tenga una mirada limpia y transparente y se domine el egoísmo, se entenderá que eso que estos bárbaros llaman con desprecio y odio cultura "woke" es lo mejor que ha creado nuestra civilización, porque supone la preocupación por los más desfavorecidos, la búsqueda de la justicia, la lucha por la libertad colectiva, la capacidad para ser fraternales, para ponerse en el lugar de los otros y hacer lo posible por mejorar sus condiciones de vida. Ya es hora de tomar partido. La equidistancia o el silencio temeroso favorecen a estos fascistas que no hacen otra cosa que dividir, que afilar cuchillos, sin oír a nadie, sin empatizar con nadie, sin querer saber nada de nadie que no sean ellos mismos, acumulando odio hacia un enemigo que siempre es el más débil. Es ésto o ponerse del lado de los oprimidos, de los derechos civiles, de los derechos humanos, de la justicia social. Es procurar un mundo mejor o volver a la barbarie, al gobierno de tiranos sin alma, dejarnos avasallar por el imperio de la sumisión, es decir, a diluirnos en un mundo de alimañas a disposición de los más ricos, ser víctimas o sólo marionetas de su parque temático, eso sí nos portamos bien.