La luz viaja más rápido que el sonido. Es por ello que algunas personas parecen brillantes hasta que abren la boca. Eso es lo que le pasa a Don Alberto. A Feijoo me refiero. No se lo que le pasa a esta criatura pero creo que lo han tangado con la operación para quitarse las gafas y no ve un pijo. Así pasa que se mira al espejo y se ve tan inteligente que intenta comprobarlo y, a veces, no entiende ni una sola palabra de lo que dice. Se cree tan humilde que cree ser el mejor en ello. Este señor es el típico que si tuviese dos cerebros, seguro que diría el doble de tonterías. La última vez que ha quedado como Cagancho en Almagro ha sido cuando en el Congreso se trabó -leer tampoco es su fuerte- en una de sus réplicas a Sánchez durante la sesión de control al Gobierno. Así, cuando intentaba pronunciar una frase elocuente le salió un críptico: "Anotop at". Inmediatamente un comité de sabios compuesto por insignes lingüistas, reputados filólogos, eruditos bíblicos, brillantes neurocientíficos, prestigiosos científicos conductuales, expertos en poliglotía, estudiosos de la Torá, los evangelios apócrifos, los Vedas y el Bhagavad Gita y lumbreras varios con doble grado en esoterismo y máster en ciencias ocultas, se reunieron para descifrar la frase. Ahí siguen. Yo, en un primer momento pensé: Ozores y Chiquito de la Calzada viven. La lucha sigue. Después pensé que el muchacho está poseído por el algoritmo de Ikea y le hace anunciar su último modelo de taburete de cocina. Tampoco descarto que sea una frase satánica, pues si la lees al revés resulta "Tapotona", la abuela gorda del topo demoníaco. Aunque quizá sea todo más fácil y sólo ocurra que este tío es un zote. En fin, qué sería de la vida sin la oportunidad de escuchar estúpidas frases.
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