En abril de 2004 Pat Tillman, un exitoso jugador de fútbol americano en la NFL, murió en Afganistán. La primera versión oficial decía "muerto en una emboscada talibán tras salvar a varios compañeros". Se le convirtió en un héroe y lo cargaron de medallas póstumas. Pero su familia promovió una investigación que determinó que en realidad su muerte se produjo por disparos de sus compañeros -todos en la cabeza- "tras confundirle con un talibán". Pero había cosas muy extrañas como que esos "compañeros" quemaron su chaleco antibalas y su casco. Y alguien quemó también su diario. Sus amigos sabían que le había escrito a Noam Chomsky para "contarle la verdad" en su deseo de convertirse en un defensor de la paz. Alguno de ellos, que había leído su diario, confesó que llevaba tiempo cuestionando las razones de la presencia de EE.UU. en Afganistán, escribiendo cosas como: "Espero que esta guerra sea más que petróleo, dinero y poder. Pero dudo que sea así". Dos días antes de su muerte había escrito: "Solo estamos aquí para proteger las drogas de la CIA y los banqueros". Trump ha emprendido -dice él- una cruzada contra el tráfico de drogas en el Caribe. Inmediatamente focalizó esa lucha contra Venezuela. Hace unos días declaró formalmente a Maduro como miembro de una organización terrorista extranjera. Venezuela tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, superando las de Arabia Saudita. Que cada cual ate cabos, no sin recordar antes la explosión del Maine, que sirvió a EE.UU. como excusa para declarar la guerra a España y arrebatarle Cuba, Puerto Rico y Filipinas; el incidente de Tonkin, la excusa para intervenir en Vietnam; las armas de destrucción masiva de Irak o "la confusión" que mató a Tillman.
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