sábado, 13 de septiembre de 2025

EE.UU, pura contradicción

EE.UU. ha sido siempre un país de brutales contradicciones, un oxímoron viviente, una paradoja andante. Ese país de las "libertades" que mantuvo las leyes de segregación racial hasta 1964; ese país que "salvó al mundo" (Biden, dixit) en la segunda guerra mundial a la vez que "asesinaba" innecesariamente a más de 200.000 personas en Hiroshima y Nagasaki; ese país donde su presidente Harry S. Truman justificó en el hecho de que "cada pueblo debía forjar su destino sin presiones externas" la intervención y masacre de Vietnam; ese país que lleva décadas presentándose como garante de la democracia mientras ejecutaba o apoyaba golpes de estado para elevar dictadores al poder; ese país que sigue presentándose como la "Tierra de las Oportunidades" pero organiza redadas masivas y favorece las delaciones para deportar inmigrantes... Ahora, el asesinato de Charlie Kirk, prominente activista ultraderechista, vuelve a mostrar sus abismales contradicciones, a las que se añade una dimensión ideológica a la crisis de violencia en el país. Kirk, conocido por su defensa del derecho a portar armas y su violenta retórica polarizadora, habría sido víctima de un acto violento que, irónicamente, refleja las dinámicas que él mismo promovía. Su apoyo a una sociedad con acceso ilimitado a las armas, argumentando que esto garantizaba la seguridad personal, contrasta con la realidad de su asesinato, que subraya los peligros de una cultura armamentística desregulada. Y, para colmo, este paladín de la posesión de armas acababa de exigir que se prohibiese a las personas transgénero portar armas. Este "angelito", esta referencia de la ultraderecha americana, este "cristiano" provida, misógino, islamófobo y homófobo, decía cosas como que, según dios, hay que apedrear hasta matar a los homosexuales, que las personas trans son seres despreciables y tantas y tantas otras ideas miserables. Y sus seguidores, encabezados por Trump y Musk, lejos de buscar soluciones, exacerban las divisiones y llaman a la violencia. Su presunto asesino no era trans, no era latino, no estaba vinculado con ningún grupo de “ultraizquierda”. Es un muchacho blanco de Utah, sano hijo del patriarcado, criado por una pareja de amantes de los rifles de asalto, y metido hasta el tuétano en las subculturas de los foros de internet. El gobernador de Utah rezó "para que fuera alguien que hubiera venido de otro país". Musk llevó la acusación a la izquierda: "La izquierda es el partido del asesinato. Si no nos dejan en paz, entonces nuestra opción es luchar o morir”. Y pidió a Trump que "cierre, desfinancie y procese a todas las organizaciones de izquierda". Trump, sin pruebas, ya había acusado a la "izquierda radical" del asesinato y en los foros ultras del país ya se promueve una "guerra civil" contra la izquierda. Las "víctimas" son las que alientan la violencia política. El modelo americano es el escaparate para el aprendizaje de la extrema derecha en todo el mundo, esa que empieza a ver el momento propicio para prohibir y liquidar a la izquierda.

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