Lo mismo que ha ocurrido con el concepto de libertad, una vez que el neofascismo se ha apoderado del término degradándolo y vaciándolo de contenido real, está ocurriendo con el de democracia. El neofascismo está ejecutando un plan. Una vez alcanzado el poder se pervierten los principios democráticos y se mantiene una falsa democracia a base de fulminar la pluralidad. Toda, la política, la informativa y hasta la social con la persecución a las minorías. Al poder llega el neofascismo controlando y manipulando la información y el relato mediante bulos y mentiras y actuando para evitar todo vestigio de pensamiento crítico, sustituyéndolo por el pensamiento único, el afín a sus intereses y criterio. Se está creando una red clientelar de falsas democracias, de carácter casi feudal, con los trumpistas EE.UU. a la cabeza y cada vez más vasallos a su servicio. Esto está llevando a la humanidad al borde del precipicio. El desprecio por el Derecho Internacional y los Derechos Humanos es prueba de ello, un proyecto implementado por algunos países y organizaciones económicas poderosas. Cualquier oposición a los intereses geoestratégicos y/o económicos del bufón americano o a aquellos que le obedecen y son herramienta para su dominio pueden ser objeto de guerra sucia, amenazas, derrocamiento de gobiernos, sanciones coercitivas, guerra abierta o incluso de exterminio genocida. Si la ciudadanía no rescata la confianza en su capacidad para obligar a reconducir la situación, la desigualdad y la pobreza irán en aumento, los conceptos de bienestar social, salud, educación y los Derechos Humanos irán dando pasos hacia la miseria y la esclavitud al servicio del neo-capitalismos salvaje, del armamentismo y las guerras necesarias para mantener esa industria, trayendo cada vez más sufrimiento, muerte y genocidios.
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