miércoles, 10 de septiembre de 2025

Ensayemos el llanto

Nunca he visto a tantos hombres llorar como veo en Gaza. Lo hacen mientras abrazan los cadáveres de sus hijos e hijas recién extraídos entre los escombros. Y en sus rictus doloridos y en sus lágrimas derramadas se refleja todo lo que el mundo está perdiendo: la vergüenza, la compasión, la justicia, la humanidad. No lloran desconsoladamente por una derrota, ni por una herida propia. Lloran por otros. Por niños y niñas que ya no están. Por madres y esposas que ya no pueden abrazar, por hermanos, por amigos con los que ya nunca podrán conversar. Por ciudades que ya no existen. Por hogares en ruinas. Lloran de pena, de dolor y de rabia, porque ya no pueden sostener el peso de tanto horror. Ya solo tengo preguntas, porque el temblor ya ha llegado. Lo siento en el pecho, en la garganta, en la rabia que no se disuelve. Si esto no nos conmueve, si esto no nos quiebra, entonces ya no somos parte de la especie que presume de tener conciencia. Puede que podamos seguir llamándonos personas, pero muchas carentes de humanidad. Quizá, como en la novela de H. G. Wells "La máquina del tiempo", la humanidad se esté dividiendo entre los "monstruos" Morlocks y los frágiles Eloi. Los nuevos Morlocks sustentan su naturaleza en la falta de empatía, el egoísmo, el narcisismo, la falta de respeto, el desprecio hacia los que no piensan como ellos, la insensibilidad frente al dolor de otros, la ausencia de remordimientos, la aceptación de la mentira como herramienta y sus deseos de venganza. La pregunta es, ¿aceptarán los nuevos Eloi la dominación e inhumana explotación de los Morlocks?

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