Creo que el negacionismo ha dejado de ser sólo una cuestión de alucinados y patanes intelectuales para convertirse también en una bandera ideológica, un posicionamiento activo contra evidencias, realidades y hechos históricos o naturales relevantes, con la intención de favorecer posiciones políticas e influir en los procesos sociales y políticos que favorecen determinados intereses. "Para mí no hay un genocidio en Gaza”, dice Martínez Almeida. Como todos los miserables que hacen lo mismo no aportan pruebas o argumentos. Sólo niegan, repiten las mentiras de los sionistas y sus aliados de extrema derecha y, como ellos, acusan a los que denuncian el genocidio de antisemitas por, supuestamente, querer con la acusación de genocidio la desaparición del Estado de Israel. Israel y sus propagandistas ya ni se afanan en contraargumentar los numerosos asesinatos cotidianos, sino que tachan de “falso” cualquier cosa que no sea de su agrado y, aunque parezca mentira, en estos tiempos de posverdad y conspiranoia, se está demostrando como una poderosa arma comunicativa que alimenta el monstruo del negacionismo y el fascismo.
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