Israel se ensaña con los restos de la Ciudad de Gaza. Su objetivo es la destrucción total, la deshumanización total, el terror total. Mientras, presiona para la anexión de Cisjordania y también allí aumenta su violencia. O alguien creía que estos malnacidos se iban a conformar con apropiarse por la fuerza de Gaza. ¿Qué será lo próximo, Transjordania? ¿Cuándo veremos a los sionistas reclamar territorios de Egipto, Siria, Irak y Líbano para conformar "su" Gran Israel? Si eso ocurre lo hará como acostumbra, "abriendo las puertas del infierno". Que esto ocurra ahora no es casualidad. El mundo se retuerce, convulsiona y el fascismo reacciona en su propio beneficio. Trump, Vox, Bolsonaro, Milei y, por supuesto, Israel como vanguardia y laboratorio de hasta dónde puede llegar esta reacción y esta forma de construir su futuro, su nuevo mundo. ¿Y nuestra apuesta por construir un mundo distinto? La hay, siempre la ha habido, pero ahora es tímida, encogida, impregnada de cierta derrota y fatalismo sobre lo que vendrá. Toleramos que un tipejo como Trump nos aseste, con su fascista mano, bofetada tras bofetada. En nuestra cara, en nuestra casa, en nuestros principios y valores. Toleramos que en Europa se detenga a gente por llevar una camiseta palestina y se les acuse de terrorismo. Pero sigue habiendo rayos de esperanza, por ejemplo en la Vuelta a España. Y todavía hay cínicos que son capaces de vincular a los que cortaron la carrera en Bilbao con ETA; de opinar que exhibir banderas palestinas es apoyar a Hamás y de mantener que pedir la retirada del equipo de Israel es violencia. Ahora La Vuelta, dicen algunos inmorales, ya no es lo mismo, no es deporte. Pues claro que no, nunca fue solo deporte. Como tampoco lo es nada de lo que vosotros tocáis con vuestras sucias manos.
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