Todo lo que se diga sobre el peligro de las redes sociales es poco. Sólo los más cenutrios siguen dudando de que éstas están basadas en la manipulación y la modificación de las conductas sobre la base de las emociones, principalmente negativas, ya que movilizan el dolor y la rabia, que son más fáciles de extender. Cuantas más sean las interacciones que efectúes más es la información que acumulan sobre ti y más posibilidades tienen de ofrecerte productos adaptados a tus "necesidades" o las que ellos te crean. Eres manipulado en base a las emociones. Te conocen y te mangonean. Solo hay que comprobar la cantidad de veces que las agencias de protección de datos multan a las redes sociales por vender datos de sus usuarios. Bajo la milonga de mejorar los servicios las tecnológicas trafican con datos privados que hacen vulnerables a las personas. Cada "Me gusta" que se ha situado en la página de un conocido, en una receta, en un objeto mostrado en una tienda online; cada búsqueda de ropa en Zara digital; cada hotel reservado; cada diario digital, o noticia, o vídeo visitado; tus ubicaciones, por dónde te mueves, con quién te whatsappeas, a quién tienes en tus agendas, en tus contactos; tus fotos, que se apropian y se atreven a decirte que "afinan", o te elaboran recordatorios. Todo es almacenado. Todo es vendido. Crean perfiles y potencian los aspectos más emocionales. Te llenan tus muros digitales con los contenidos que a ti -¿o a ellos?- te interesan. Crean así mundos herméticos, artificiales, irreconciliables. Si algo te asusta, las redes sociales te ofrecen más miedo. Si algo te irrita te ayudarán a que estés cabreado todo el día. A los piromanos les reparten cerillas. Crean una increíble polarización social y con un peligro intrinseco evidente. Las mentiras acaban convirtiéndose en realidades. Las palabras en odio. La teoria en práctica inhumana. Y todo de forma artificial y sin tu permiso o conocimiento, por lo tanto sometiendo tu libertad. Las redes están favoreciendo el auge de la ultraderecha. Las redes amplifican los bulos y las mentiras y legitiman a los que las crean y retroalimentan las posturas extremas. Añádase una buena dosis de egoísmo enfermizo, creciente superficialidad, ignorancia y machaque neoliberal y ¡voilà!: Están consiguiendo que ser facha sea tendencia, que sea lo guay. Antes había pudor en presentar actitudes que iban en contra de los derechos humanos; ahora no, ahora hay orgullo de ser homófobo, xenófobo, antifeminista, racista. Ahora, ser rebelde es ser reaccionario. El tiempo lo cambia todo. Hoy eres objeto de negocio. Mañana serás carne de cañón.
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