El pensamiento único está cosechando su última victoria: que mucha gente renuncié a pensar. Y el ser humano, sin pensamiento, sólo es el más bruto de los animales. Seguramente no es el fin de la Historia, pero se le parece. Eso sí, es el fin de una Historia, porque la situación es tan grave, más allá del decorado de la acumulación material, el consumo inmoderado y la felicidad postiza, que se necesitaría de una corrección radical -que casi nadie quiere asumir- para revertirla. Así que la enfrentamos con el precipitado de una acumulación de postureos y de aberraciones que, en todo caso, alargarán la agonía del moribundo. Y para colmo llega Trump y arrastra a su país a una delirante situación de aislacionismo económico e intervencionismo "golpista" a todos los niveles. Trump, su política, su gobierno tecnofascista y gran parte de sus seguidores, son la muestra de una debilidad congénita, de un infantilismo retrógrado propio de quien se cree superior y quiere apropiarse de todos los juguetes, de quien quiere marcar reglas propias y absolutas para que todos se sometan a sus irracionales propuestas. Trump no es la solución a nada, es el problema, es el efecto más patente de la descomposición de un régimen que ha llegado a su fase "brutalista", una fase de sumisión forzada y extracción, de explotación intensiva y depredación de recursos y personas. Trump, es una especie de dino-empresaurio nato. Una máquina de calcular beneficios donde quiera que aposente su gordo culo, un provocador, un moroso empedernido, la última expresión de cómo la política obedece casi siempre a cálculos económicos. Pero, lo más preocupante -al menos para mí- es que masas enteras de baja extracción social están comprando sus discursos a toda esta gente sin escrúpulos morales y desprovista del menor atisbo de ética y que está ascendiendo a la cúspide de numerosos gobiernos del mundo. Trump es solo el referente principal, otros como Bukele, Miley, Bolsonaro, Orban, Meloni… son aprendices de él. Y llegarán muchos más, todos ávidos de poder y dinero. Las masas, cuando son ignorantes, son siempre así. "Make America great again" -como cualquier otra apelación a la patria- no deja de ser una patochada, un recurso infantil para el consumo destinado a distraer a individuos con deficiencias cognitivas, un engaño masivo a la clase media empobrecida de los EEUU que le ha votado en masa o a cualquier cobarde acomplejado que vea un enemigo en los emigrantes, las mujeres, todo lo que huela a transgénero, o que no sea supremacista blanco o detractor del cambio climático… Todos esos zombis (tomen o no fentanilo) que quieren mantener el "sueño americano" consumiendo recursos sin límite y, a ser posible, de otros países. Algunos, en su estupidez infantiloide, sueñan con viajar como turistas a Marte en la nave Starship con el comandante Elon Musk al mando.
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