Lo más gracioso del asunto de la estampita de la vaca del Gran Prix es, sin duda, ver la cantidad de gente que en ese momento no sabía que tenía que ofenderse. Hasta que los ultras de Abogados Cristianos les abrieron los ojos. Ya puestos a ofenderse por un quítame allá esas pajas, a mí me ofende gravemente la denuncia de estos fachas aburridos y con ganas de joder, a los demás. Me ofende en mis creencias más íntimas, que tienen que ver con la libertad de pensamiento, de expresión, de culto y no culto. Me ofende en mis sentimientos políticos, que rechazan convertir la cortesía y la amabilidad en algo prescindible. Y no creo ser el único que piensa y siente de esta manera. Lo de los "picapleitos" cristianos (dime de qué presumes...) es pura propaganda, un ataque gratuito (uno más) que sólo busca "ofender" a todos los que creemos firmemente en la defensa de un Estado laico donde ninguna creencia paranormal o sobrenatural cuente con privilegios que vinculen u obliguen a rendir pleitesía a los no creyentes. El derecho a denunciar
que cualquier persona que se sienta agraviada tiene, no debe confundirse con el intento de imponer a los demás tus creencias. Y menos cuando eso va de la mano de una ideología que pisotea los propios principios de lo que dices querer proteger. El fascismo pisotea los principios más básicos del mensaje cristiano. El genuino, el auténtico. Estos necios, con su cinismo y su mala baba, no pueden reclamar la impunidad para ofender y humillar a los que pretendemos que un Estado moderno no incluya doctrinas metafísicas incomprobables entre los bienes que también sean objeto de protección. Aquí o no se ofende nadie o nos ofendemos todos. Aquí o no se protege contra la burla ninguna creencia o se protegen contra la burla todas las religiones, todas las ideologías, las aficiones deportivas, los gustos gastronómicos, las pasiones cinematográficas, los trajes regionales, los cuerpos y hasta a la madre que parió a Panete. Y eso que burlarse de una creencia es una agresión mil veces menor que encerrar en la cárcel al que se ha burlado de una creencia. Si, me cago en Osiris, en Zeus, en Apolo, en Odín, en Visnú, en Chaac y en todos los que se consideran mitos inexistentes y falsos ídolos por las grandes religiones monoteístas. Pues sus dioses -cada uno el suyo-, esos sí, son los únicos verdaderos. En todo caso vaya concepto de mierda que ésta gente tiene de sus dioses, todopedorosos y misericordiosos, cuando creen que deben defenderlos de la grave ofensa que puede provocarles una estampita. Y con respecto a los obispos ofendiditos, sólo digo que un obispo, bien comido y bien bebido, hay que ver lo que dura tendido.
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