martes, 15 de abril de 2025

Guerra cultural 3-4

En estos tiempos agonizantes que vivimos, algún estratega de la ultraderecha descubrió que la guerra ideológica que libraban se ganaría mejor camuflada, y lo bautizó como guerra cultural. Esa guerra pasaba por apropiarse de las palabras del "adversario" y cambiar su sentido. Y empezaron a hablar de libertad para referirse a la ausencia de reglas civilizadas. Y de liberalismo para dar nuevo nombre a la explotación salvaje. Ahora Trump llama el día de la liberación a la agresión económica de su gobierno contra el resto del mundo. Así, de paso, oculta que en su país están empezando a detener a la gente por las calles o que hay turistas que son retenidos durante semanas en centros de detención migratoria antes de ser deportados. Conviene, por tanto, no dejarse engañar y llamar a las cosas por su nombre. Decirle a esta gente que justicia es promover que todos los seres humanos sean iguales, de manera efectiva, sin distinción de género, de raza, de color, y que cuando ellos hablan de justicia e igualdad, se equivocan o mienten. Es el momento de gritar que es injusto que los jóvenes no tengan acceso a la vivienda en nombre de una libertad de mercado que no es más que el privilegio de algunos acomodados. Gritar que mienten los que dicen que el mercado dará satisfacción a todos. Gritar que es injusto que se deterioren la sanidad y la educación, y a aquellos que dicen que dejarlas en manos del que pueda pagárselas es un ejercicio de la libertad, gritarles ¡Y una mierda! Hay que decirle a esta gente que el estado del bienestar es el gran logro de las sociedades democráticas, avanzadas y humanistas, y que su guerra contra ella sólo persigue su beneficio económico. Hay que decirles que sí, que el diálogo, la cooperación, la diplomacia y las reglas de convivencia internacional son mejores que la ley del más fuerte. Y que no, que el más fuerte no tiene derecho a pisotear a nadie. Hay que decirles que no nos engañan cuando llaman "invertir en seguridad" a lo que son vulgares compras de armamento. Hay que gritar que lo que hace Putin en Ucrania es una agresión sin paliativos. Y que lo de Israel en Gaza no es una guerra, es una acción salvaje, inhumana y criminal; un genocidio a la vista de todos. Ahora que tanto nos hablan de "seguridad", de rearme, de guerra..., hay que saber que la primera guerra que hay que ganar es esta triste guerra ideológica y comenzar por no dejarse engañar. El problema es que, como decía Jorge Bucay, "nadie tiene más posibilidades de caer en el engaño que aquel para quien la mentira se ajusta a sus deseos".

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