miércoles, 23 de abril de 2025

El poder de la escritura

El cuerpo es un territorio que hereda los traumas. Pero es la mente la que soporta una lucha constante con el "yo" en una dialéctica de perpetuo enfrentamiento para construir la propia identidad. Esto me genera no pocas contradicciones, entre otras la que tiene que ver con preguntarme si es necesario contraer una responsabilidad tan importante con esa búsqueda agotadora del yo. Por eso defiendo un sujeto paciente, amigo del diálogo firme y exigente consigo mismo pero que, al tiempo, comprenda su deseo y sea empático con lo que busca: uno no puede ser del todo sin el otro. Debemos ser conscientes y tolerantes con nuestras contradicciones, procurando no ser su esclavo. Podemos estar marcados, intervenidos, ser frágiles, pero debemos ser resistentes. No importa sostener brasas en las manos si logramos dominar su temblor. La escritura es una buena forma de documentar heridas, pero también de resistirlas: Lo que nos contamos no solo puede materializarse a través del asombro que acumulan los ojos, los oídos, las manos o los cuerpos en los que vivimos o compartimos, sino también a través del derrame que queda fuera de la cartografía humana, logrando remover todo lo que se acomoda en los quicios, en los flancos, en los huecos de nuestra existencia. El lenguaje nos pertenece. Sólo hay que dominarlo para que nos ayude a conquistar las zonas no visibles, a expandirnos hacia lo que no encuentra aún su forma. No pretendo hacer de la escritura una práctica para clausurar la brecha con mis contradicciones, sino para sostenerla sin estetizarla. ¿Acaso el dolor no incorpora siempre un plus de resistencia y nos empuja con fuerza a buscar salidas?. La escritura o el arte pueden reconfigurar las heridas, pero han de hacerlo sin caer en la tentación de lamérselas sin descanso, sin la prisa a la que nos induce la vida. Porque hemos de entender a ésta como una fuerza de exploración en movimiento, no como una carrera contra nosotros mismos. Tenemos que construir una estética, sencilla y precisa, de la lentitud y de la atención. Hemos de tener presente que es inevitable que en el camino perdamos cosas, pero nadie pierde todo de una vez. Luchemos por hacer que esa pérdida se extienda en el tiempo para compensar lo extraviado con las cosas hermosas que iremos hallando.

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