miércoles, 16 de abril de 2025

Mario Vargas, el Paladín

Parece que las personas con capacidades extraordinarias están condenadas al fracaso vital. No es casualidad, hay estudios científicos que lo demuestran. Einstein expresó como nadie esta idea trágica que comparten tantas personas excelentes, genios como él o repletas de talento cuando dijo: “Es triste ser conocido de forma tan universal, y a la vez estar tan solo”. ¿Qué será lo que empuja a estas vidas -tan diligentes, creativas, lúcidas e instruidas-, a la desgracia? Supongo que, en ocasiones, una personalidad fuerte está asociada a un cierto desorden en la esfera personal. Es la imagen del científico despistado. Otras veces supongo que debe ser muy castrador para un genio compartir su vida con mediocres o, peor, imbéciles. Quizá no soporten vivir en un mundo que se les queda demasiado pequeño. Existe un curioso sesgo cognitivo por el cual las personas con nula habilidad o escasos conocimientos en una materia sufren un sentimiento de superioridad ilusorio frente al resto, y viceversa. En el primer caso podemos hablar de zoquetes muy creídos. En el segundo de genios auto infravalorados. Esto lo tradujo impecablemente Bertrand Russell, padre de la filosofía analítica, en una frase: “El problema con el mundo es que los estúpidos son arrogantes y los inteligentes están llenos de dudas”. Lo que tengo claro es que un genio, un maestro en lo suyo, puede ser regulinchi como persona. Acaba de morir Vargas Llosa. Admiro su literatura tanto como reniego de su deriva política. En este caso hay unanimidad en el reconocimiento del genio y la pérdida que para la literatura supone su muerte. Y ello porque la derecha, siempre dispuesta a descalificar, ningunear, cancelar, silenciar o -directamente- atacar a los literatos de izquierdas, tiene a Vargas Llosa por uno de los suyos. Recuerdo a Ayuso y Almeida, su inquina hacia Almudena Grandes manifestada desde el mismo día de su muerte. Recuerdo a Almeida borrando los versos de Miguel Hernández de un memorial. Almeida y Ayuso no tienen pinta de haber leído a Almudena, ni a casi nadie en su vida, así que la juzgan solo por ser de izquierdas. Sólo por el placer de haber leído tantas de sus novelas muestro veneración y respeto por el Mario Vargas escritor. Pero me da la risa cuando leo en ABC que fue un "paladín de la libertad contra los tiranos". Los tiranos a los que se opuso el paladín Vargas últimamente fueron Lula, Boric o Sánchez; en cambio apoyó a Bolsonaro, Kast, Uribe, Fujimori y, faltaba más, Javier Milei. Así que mejor hablemos de libros.

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