Decía Homero: "Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra". Y Moliere afirmaba que "la hipocresía es el colmo de todas las maldades". En España las élites han sido siempre especialmente hipócritas, empezando por la monarquía y siguiendo por la iglesia y los que han detentado el poder. No han pensado más que en sí mismos. Siempre han ensalzado un falso e hipócrita patriotismo, pero, en realidad, lo único que les ha importado son sus propios intereses. Y seguimos igual. Ahí tenemos a Santiago Abascal, que ha construido su imagen a partir de fotos con caballos y un discurso basado en la defensa de la empresa privada, el esfuerzo individual y la crítica feroz al supuesto parasitismo del Estado. Sin embargo, un análisis de su trayectoria laboral revela su flagrante hipocresía: Abascal no tiene ni un solo mes cotizado en una empresa privada. Su vida entera ha transcurrido en el ámbito político, sostenido por el dinero público, a menudo practicando la mamandurria en chiringuitos montados para que cobrará sin trabajar, lo que lo convierte en un ejemplo paradójico de aquello que dice combatir. Su vida vida profesional está exclusivamente ligada a la política. Destaca su puesto de director de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social de la Comunidad de Madrid, un chiringuito que le montó Esperanza Aguirre cun un sueldo anual de 82.000 €. La fundación quedó disuelta en 2013, sin que Santi dejase un solo papel que certificase su trabajo. El mismo día de la disolución fundó Vox. A pesar de su retórica en favor del sacrificio y el trabajo duro, no hay registro alguno de que Abascal haya trabajado alargen de la política: Ni un empleo en una empresa, ni un negocio propio sostenido por su esfuerzo, ni un solo día enfrentándose a las vicisitudes del mercado que tanto dice defender. Sólo una tan breve como oscura incursión como "autónomo", con la empresa Hammer Hostelería SL. la compañía, que supuestamente gestionaba una franquicia de Heineken, terminó en quiebra, con deudas de más de 131.000 euros y condenas por no pagar a sus trabajadores. Abascal ha hecho de la crítica a los "chiringuitos" políticos y al despilfarro del dinero público un pilar de su discurso. Sus ingresos entre 1999 y 2013 -cuando funda Vox- se estiman en más de 730.000 euros solo en sueldos públicos. Este es el que despotrica contra "la casta" o los "parásitos" del sistema. En un país donde millones de personas madrugan cada día para ganarse la vida, enfrentándose a la incertidumbre y el esfuerzo real, la figura de Abascal resulta un insulto. Es sólo un beneficiario perpetuo del sistema que dice despreciar. Si hay un parásito en esta historia, búscalo con su semblante hipócrita envuelto en la patriótica bandera de sus intereses personales. Es un tipo de chiste sin gracia. Como la representación de Vox en Santa Cruz de Tenerife, que ha pedido que los chistes de gangosos sean declarados "patrimonio artístico". O las declaraciones del propio Santi, acusando al gobierno y el PP de los aranceles de Trump a España. ¡Patriotismo de mierda practicado por perritos falderos!
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