Hoy en día, pese a que domina la simpleza y la tontunez, nada es lo que parece. No pretendo filosofar. La filosofía es como buscar un gato negro en un cuarto oscuro. Si, además, el gato no está ahí, estás haciendo metafísica. Si, encima, gritas ¡lo encontré! para convencer a los demás, eso es Teología. Así que haz ciencia y enciende la luz para saber qué demonios hay en el cuarto. El lenguaje tampoco es lo que parece. Me he dado cuenta que todos los términos arquitectónicos suenan mal si les antepones "te comía": "Te comía el cimborrio"; "Te comía el arco ojival"; "Te comía el pináculo; el arbotante; el clerestorio; el triforio"... Además hay quien está por joder la marrana: el que puso juntas en el teclado la by la v, y la m y la n, ¿era invécil? ¿Y lo de la música? Unas veces nos venden ruido como si fuera música y cada vez hay más cantantes que sólo saben dar el cante y pasan de silabear con un ritmillo cansino a berrear. A veces llamamos oír música a lo que sólo es escuchar recuerdos. Pero no nos confundamos: "Si tu me dices ven, lo dejo todo...", pero antes me pregunto, ¿Qué coño querrá ahora".
Hasta la vida nos confunde: naces, creces, intentas aparearte, ¡Amosnomejodas! y mueres. El problema es de Dios que no se tomó la creación en serio. Nos puso en el paraíso y lo primero que comemos son manzanas. Y encima la cagamos. ¿Qué trabajo le hubiese costado ponerle ocho patas al cerdo en vez de a la araña? Y encima todo lo que nos da placer es ilegal, inmoral o engorda. Conozco gente que ha dejado de consumir tabaco, alcohol, carbohidratos, azúcares, grasas... y lo único que han logrado es perder el 48% de las ganas de vivir. Pero bueno, hay que ser optimistas: todos sabemos que después de cerrar la bolsa de basura, por el agujerillo aún cabe un vasito de yogurt, una caja de pizza bien doblada y, si hiciese falta, un Seat Panda. En fin, ser adulto es el deseo más estúpido que tuve de niño.
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