Los malvados siempre se apoyan unos a otros; esa es su principal fuerza. Nada se puede esperar de ellos, salvo que se envilezcan aún más, sobre todo porque sólo saben buscar su propio beneficio, porque están enfermos de poder y de ambición, porque no tienen moral ni principios, porque incluso en su pasmosa mediocridad se creen superiores a los demás, porque su dios es el dinero y la mentira su único argumento. Ahí tenemos a Mazón, un inepto, un vividor, un impresentable, un mentiroso compulsivo que hace mucho que debería haber asumido que todo ésto ayudó bastante a que más de 200 personas perdiesen la vida y debía haberse ido con algo de dignidad. Pero no, esta gente se aferra al poder, se abraza a sus privilegios, se amorra a despachos y coches oficiales y se sacude responsabilidades a la vez que pisotea con cada una de sus palabras, con cada gesto, la memoria de las víctimas. Pero va en la genética política de algunos. PP lo ha vuelto a hacer. Gestionar una gran tragedia, como la de Valencia, escurriendo el bulto, sin asumir responsabilidades directas, recurriendo a la manipulación y la mentira, faltando el respeto a las víctimas y ninguneando a sus familiares. Lo vimos con la tragedia del Yak 42, los atentados del 11M, la tragedia de los ancianos en las residencias de Madrid. Ahora vemos como la corrupción moral de un Mazón con el agua al cuello le lleva a ultrajar la poca dignidad que le podía quedar y pactar su continuidad con Vox. Si, el partido que eliminara la Unidad Valenciana de Emergencias antes de la Dana. El que abandonó el gobierno valenciano porque el PP no complementó su inhumana doctrina respecto a la acogida de menores. Pero salir de un gobierno supone perder pasta y ambos han visto el cielo abierto. Abochorna oír a Mazón abrazando el discurso ultra de Vox respecto a la inmigración o el cambio climático para justificar su pacto. Pero los "carguitos" lo merecen y esta gente es experta en manipular y disfrazar con eufemismos una mirada sobre el mundo que está marcada por su ansia de poder y dinero, el odio, el resentimiento, el clasismo, el racismo y el desprecio por el pobre y por sus propias víctimas. No sienten reparo en ocultar lo que piensan y sienten en las tripas. Se trata de que te dé igual ser deshonesto y que prefieras el calor de otros miserables.
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