martes, 15 de abril de 2025

Si los fachas gobernaran

Hace unos meses el periódico La Vanguardia propuso a ocho prestigiosos e independientes investigadores y analistas de diversos campos un ejercicio predictivo a partir de una pregunta: ¿Qué sucedería si la extrema derecha gobernara en el mundo? Las respuestas no invitaban al optimismo pero lo más importante es que lo clavaron. Hablaban así de "una amenaza existencial no sólo para la democracia a escala nacional, sino también para la gobernanza global, la seguridad y la paz internacional, las normas del derecho internacional y el sistema multilateral, es decir, la red de organizaciones internacionales desarrollada por la ONU. Es decir, todo lo que se creó después de la segunda guerra mundial para favorecer el diálogo en vez de la guerra. Hablaban también de la vuelta de sistemas colonialistas, atentados graves a la soberanía de muchos países, políticas exteriores presididas por el chantaje, la amenaza y la coacción y la vuelta al armamentismo. En el capítulo de derechos individuales se exponía un grave retroceso de los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI (una obsesión enfermiza de la ultraderecha); la criminalización de la inmigración unida a deportaciones masivas y un racismo institucional con fuerte apoyo popular; todo ello ligado al auge del nacionalismo identitario. En materia económica auguraban el impulso de un neoliberalismo económico salvaje que machacaría las condiciones de vida de amplios sectores de la población. Así hablaban de graves problemas de vivienda, con escalada de precios y desregulación de los alquileres; de nuevos ataques al mercado laboral, aumentando la inseguridad, la precariedad y la brecha entre los salarios y los beneficios empresariales, además de la limitación del derecho de huelga. Se iría modificando progresivamente el sistema de salud, deteriorando el servicio público para dar más margen a los seguros privados. Algo similar ocurriría con la educación en todos los niveles y los sistemas de pensiones, entre otros muchos aspectos. La consecuencia inmediata de este tipo de medidas, advertían los expertos, sería el desmantelamiento casi total del Estado del Bienestar y, en consecuencia, un incremento brutal de las desigualdades sociales. Las políticas económicas, de fuerte sesgo proteccionista, ligado al nacionalismo, provocarían menos crecimiento del PIB, más deuda pública mayor inflación, pero sobre todo mermarían el comercio internacional y los flujos financieros; generarían mercados protegidos y mayores desigualdades entre países. En otro plano vaticinaban una competición descarnada por los recursos naturales y más y más graves catástrofes medioambientales. Y, finalmente, desarrollo de una nueva guerra fría; islamofobia generalizada; mayor violencia de Israel convirtiendo Medio Oriente en un polvorín. En definitiva, se crearía “un rompecabezas de estados psicópatas y paranoicos (...) que se destruirían mutuamente en guerras interminables”. Los vencedores “serían finalmente destruidos por una catástrofe ecológica incontrolada...". Con tan alto nivel de acierto, convendría tomar nota y posicionarse.

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